Gobierno situado: habitar
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27 octubre, 2022
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog
Cultiva la generosidad del “nosotros”
Mike Davis
En una entrevista que le hizo Christian Mendoza al escritor Sergio González Rodríguez (1950–2017), y que publicamos hace casi exactamente seis años, el 24 de octubre de 2016, le pregunta, para terminar, qué obras que discutan el tema de la ciudad le parecen relevantes. De los cinco libros que citó, el primero fue Planeta de ciudades miseria, de Mike Davis.
Davis nació el 10 de marzo de 1946 en Fontana, California. En la introducción a una entrevista a Davis publicada en TheLAnd, Jeff Weiss escribe que creció en un hogar de clase trabajadora y católica donde los únicos libros eran la Biblia y el Readers Digest. Y agrega:
A los 16 años, un infarto casi fatal dejó fuera de juego al padre de Davis, lo que lo llevó a abandonar la escuela para trabajar en el matadero local. Enamorado de Kerouac, las corridas de toros y las carreras de resistencia, el adolescente melancólico podría haber terminado siendo el carnicero más inteligente del mundo si no hubiera sido por un momento en 1962, cuando su prima Carol y su esposo, un trabajador negro llamado Jim Stone, llevaron al niño enclaustrado y rapado a una protesta contra la sucursal del Bank of America de San Diego, totalmente para blancos. La historia mítica de supervivencia involucra a un grupo de marineros que los rocían con líquido para encendedores y amenazan con cremarlos. Bajo la égida de Stone, un inspirado Davis regresó a la escuela secundaria, se graduó y comenzó a trabajar para la oficina del Congreso de Igualdad Racial de San Diego.
En 1967, a los 21 años, Davis se unió al Partido Comunista, y a los 28 entró a estudiar Economía e Historia a la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) con una beca del sindicato de carniceros. Después estudiaría en las universidades de Edimburgo y Glasgow. En 1987 regresó a UCLA para terminar su doctorado. Su propuesta de tesis no fue admitida, pero se convirtió en el libro Ciudad de cuarzo: arqueología del futuro en Los Ángeles, un libro hoy clásico. Peio Aguirre escribió en su texto “Los Ángeles: recuerdos de viaje (y relecturas)”:
El libro de Davis se abre con una cita aparecida en Los Angeles Times en 1934 donde se dice que “ningún lugar en la Tierra ofrece mayor seguridad a la vida y mayor libertad de los desastres naturales que el Sur de California”. Sin embargo, a medio camino entre el desierto y el jardín, enmarcada por la franja costera al suroeste, la historia geológica y climática de este lugar está infestado de terremotos, incendios, inundaciones, sequías, plagas, etc. La primera frase de Ecology of Fear dice (traducción mía): “Una o dos veces por década, Hawai envía a Los Ángeles un gran, húmedo beso”.
Davis entró después como profesor de Teoría Urbana a SCI-Arc. Lewis Macadams escribió que “su clase de Teoría Urbana, en constante evolución, estudió todo, desde ‘la arquitectura social de la comida en Los Ángeles’, hasta las historias ambientales de Tijuana y Las Vegas, o ‘la ciudad como teatro de la gente’”.
Otro de los libros fundamentales de Davis es Planet of Slums —el libro referido por Sergio González Rodríguez—, publicado en el 2005. En ese texto, Davis parte de un hecho que hoy muchos siguen repitiendo sin suficiente reflexión sobre lo que implica: hoy la mayoría de los seres humanos vivimos en zonas urbanas en vez de rurales, y esa diferencia sigue en aumento, con cada vez mayor cantidad de población urbana. Pero Davis apunta un dato complementario e ineludible:
Por más que las megaciudades sean las estrellas más brillantes del firmamento urbano, tres cuartos de la carga del crecimiento recaerá sobre ciudades de segundo orden y áreas urbanas más pequeñas, apenas visibles: lugares donde, tal y como recalcan los investigadores de las Naciones Unidas, “hay escasa o nula planificación para dar cabida a toda esa gente o para proveerles de servicios.
Como apuntó Rosalba González Loyde en su texto La paradoja de lo urbano, Davis presentó la visión opuesta, crítica, al optimismo de autores como Edward Gleaser:
Es cierto, es en las ciudades donde se han creado los mejores inventos de la humanidad. Es donde el avance científico y tecnológico se ha gestado para incrementar la esperanza de vida de los seres humanos y donde los extraños tienen la posibilidad de crear nuevas formas de pensar y de habitar un mismo espacio a través de su encuentro. Sin embargo, es también en las urbes donde actualmente se crean y ejercen las formas más violentas de tortura, donde la pobreza urbana arrebata oportunidades y asesina –literal y metafóricamente- rostros.
Son estas dos visiones las que enmarcan en gran medida los discursos sobre lo urbano. Dos puntos de vista, en apariencia enfrentados, que pueden resumirse en dos míticos textos que todo urbanista o interesado en el tema conoce: The triumph of the city de Edward Glaeser y Planet of slums de Mike Davis.
En el 2010 Davis publicó en la New Left Review su ensayo Who will build the Ark? En la primera parte, titulada Pesimismo del intelecto, iniciaba afirmando que el mundo que hemos habitado por los últimos 12 mil años, había terminado, “incluso si ningún periódico ha publicado su obituario” y señalaba las crisis que enfrentamos y las injusticias ecológicas —entre otras— que implican. La segunda parte llevó por título Optimismo de la imaginación, afirmó que las injusticias ecológicas eran inseparables de las injusticias sociales, que sólo pueden encararse y resolverse poniendo al centro de nuestras políticas y acciones el bien común, por encima de la visión individualista y utilitarista impuesta por el capitalismo.
La crisis interna de la política ambiental actual es precisamente la falta de conceptos audaces que aborden los desafíos de la pobreza, la energía, la biodiversidad y el cambio climático dentro de una visión integrada del progreso humano. A nivel micro, por supuesto, ha habido grandes avances en el desarrollo de tecnologías alternativas y viviendas de energía pasiva, pero los proyectos de muestra en comunidades ricas y países ricos no salvarán al mundo. Los más ricos, sin duda, ahora pueden elegir entre una gran cantidad de diseños para la vida ecológica, pero ¿cuál es el objetivo final: permitir que las celebridades bien intencionadas se jacten de sus estilos de vida sin emisiones de carbono o traer energía solar, inodoros, clínicas pediátricas y transporte público a comunidades urbanas pobres?
Casi al final de ese texto Davis afirmaba:
Desde esta perspectiva, sólo un retorno al pensamiento explícitamente utópico puede esclarecer las condiciones mínimas para la preservación de la solidaridad humana frente a las crisis planetarias convergentes.
Mike Davis murió el 25 de octubre del 2022
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