Las trampas de Andreas Slominski
En 'dre omins', Andreas Slominski expone una serie de puertas de garaje que a primera vista podrían parecer recién salidas [...]
25 agosto, 2016
por Sofia Provencio
El guiño es un gesto asociado con lo sutil, lo sensual, un ligero abrir y cerrar de un ojo que esconde detrás un secreto compartido. Así me imagino la relación del artista alemán, Michael Conrads, con México. Resueltos – Irresolutos es el nombre de su recién inaugurada exposición en galería MARSO, una muestra que presenta un recorrido pictórico y espacial lleno, a veces saturado, de pequeñas notas sobre el contexto del artista.
Conrads, quien ha ido y venido entre la Ciudad de México y Berlín desde hace diez años, es un chilango de corazón. Es Miguel y es Alemán, así que los amigos le dicen “Viaducto” de cariño, el mismo cariño que ha mostrado él por su país adoptivo, del cual ha ido absorbiendo y tejiendo inspiración para su trabajo. Su obra se caracteriza por abstracciones geométricas del espacio pictórico y patrones fracturados. Las formas fluyen en lienzos llenos de ritmo, sin embargo, sus composiciones pueden ser engañosas. Lo que aparenta una obvia y predecible armonía se ve constantemente irrumpido por las exploraciones de forma con las que suele experimentar el artista.
Resueltos – Irresolutos es una muestra con diversos ambientes. El primer espacio presenta dos obras de gran formato sobre muro negro que saltan a la vista. Compuestas por un sin fin de capas y trazos minuciosos, Desorden y Progreso y Rubik City, son ejemplo de un trabajo laborioso construido a partir de muchas horas dentro del estudio. El recorrido continúa sumergiendo al visitante dentro de un espacio que genera por unos segundos la sensación de haber entrado caminando a un cuadro de Pedro Friedeberg. Una vez pasada la primera impresión, un ajuste de la pupila, la distancia entre el trabajo de ambos artistas se vuelve evidente. A pesar de que la referencia a la exuberancia y saturación del creador de la “Mano-Silla” se mantiene presente, los dejos de los intereses personales de Conrads hacen de las suyas. El papel tapiz que envuelve las paredes de piso a techo fue trazado originalmente por él como resultado de sus experiencias viajando por la República Mexicana, donde encontró inspiración en el misticismo de las prácticas chamánicas y el uso de sustancias alucinógenas por parte de algunos grupos indígenas.
La geometría y paleta de color de Barragán y Mathias Goeritz se presenta del brazo de la curiosidad por algunas escenas de películas de Jodorowsky. El caos de la Ciudad de México y los vestigios del mentado surrealismo de nuestro país, han influenciado también la estética de Conrads. A la vez, hay algo de su naturaleza germana en las formas de Polke y el uso de color de Richter. Hay que recalcar que las referencias, aquellos guiños detrás de la obra, no son evidentes, pero al pasar un tiempo prolongado en contacto con las piezas y su entorno espacial, el espectador se retira con esa sensación de descubrir los sutiles sabores escondidos detrás de un buen trago de mezcal.
Las piezas que componen la serie Ways – Propuestas para una revolución estética, aparentan un minimalismo que contrasta con el resto de su cuerpo de trabajo. Estas obras tienen como punto de partida una serie de letra-tones encontrados por el artista en el Centro de la Ciudad de México con los cuales comenzó a jugar haciendo pequeños collages y finalmente utilizándolos como herramientas principal para llenar su canvas. De nuevo la referencia es discreta, incluso sería casi imposible deducir el origen de las piezas, ya que están meramente compuestas por puntos obtenidos de la plantilla del letra-tone. El minimalismo antes mencionado es el resultado de una exploración entre lo complejo de sus obras anteriores y la simplicidad obtenida por la repetición de una forma concreta. El título de la serie toma un sentido personal, siendo la revolución estética una transformación propia del trabajo del artista.
La obra de Michael alude a aquellas historias terminadas que no culminan del todo: las relaciones inconclusas, las experiencias insaciables. Las piezas se presentan completas – resueltas – pero dan la sensación de estar abiertas a más. Inconclusas, insaciables e – irresueltas -, las obras llenas de detalles silenciosos, provocan que lo sutil, a pesar de los patrones repetitivos y la amplia gama de colores, encuentre su propio balance con la saturación, dejando sobreentendido el mundo de Conrads.
Resueltos – Irresolutos permanecerá abierta al público hasta el próximo 15 de septiembre. Vale la pena mencionar que al mismo tiempo se expone en MARSO (Berlín 37, Col. Juárez) el trabajo de Mario de Vega en SalaSeis y Jong Oh, artista en residencia.
—
Fotografías cortesía de MARSO.
En 'dre omins', Andreas Slominski expone una serie de puertas de garaje que a primera vista podrían parecer recién salidas [...]