Medio siglo de Sánchez Arquitectos y Asociados
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¡Felices fiestas!
17 diciembre, 2020
por Gustavo López Padilla
Fotografías de Luis Young
En todas las comunidades urbanas la calidad de vida comunitaria depende en gran medida de la cantidad, diversidad y calidad de los espacios colectivos, abiertos, públicos, incluyentes y democráticos, con los que se cuenta. Lugares en donde la gente se encuentra y se desarrollan de manera natural y espontánea los intercambios que dan fuerza y sentido a la vida cotidiana, produciendo al mismo tiempo las posibilidades de enriquecimiento y diversificación de la vida social. La riqueza de estos espacios públicos, depende en gran medida de las mezclas de diferentes usos del suelo y, desde luego, de las interrelaciones de diversos grupos sociales y económicos. Influye además en lo anterior la localización y facilidades de accesibilidad a estos lugares sociales, en relación con la trama del tejido urbano donde se ubican y desde luego su calidad de diseño. Con el tiempo y dada la vitalidad de los mismos, estos espacios se pueden ir cargando de significados y pasan a formar parte de la historia cultural de estas comunidades. Se llegan a convertir en nodos o hitos urbanos, en relación con los cuales se ordenan las referencias espaciales de vida, de las comunidades de las que hablamos.
Las ideas anteriores las tenemos presentes a la hora de evaluar el proyecto reciente de la construcción de un mercado público y la revitalización de un conjunto preexistente de instalaciones deportivas, que se ha realizado en la localidad denominada Bucerías, que se ubica al norte del Municipio de Bahía de Banderas, en el Estado de Nayarit. Vale la pena puntualizar de inicio que los criterios de actuación y los programas de proyecto a resolver, fueron el resultado de acuerdos entre representantes de la comunidad, las dependencias del gobierno federal encargadas de la planeación de los mismos, en este caso la Sedatu, y por otro lado, como responsables de la parte proyectual, la Universidad Nacional Autónoma de México, a través de la Facultad de Arquitectura de la propia Universidad. El arquitecto Matías Martínez (1984), egresado del Taller Max Cetto de la misma Facultad en el año 2008, es el responsable directo del diseño del mercado y conjunto en cuestión.
Bucerías (lugar de buzos) es una comunidad que se ocupa fundamentalmente en actividades turísticas, al disponer de un bello frente de mar, colindante en continuidad con el Estado de Jalisco, formando parte de la Riviera Nayarita y contando con una población que ronda los veinte mil habitantes. El clima en la localidad es caluroso y húmedo, con una temperatura promedio de 31 grados centígrados. Dada la población del lugar, era necesario contar ya con un mercado público formal y para el efecto se seleccionó un terreno que se ubica estratégicamente muy al centro del territorio que ocupa actualmente el desarrollo urbano de Bucerías. Colindando con el terreno seleccionado para el mercado, se ubicaban las preexistencias de tres canchas deportivas, una de futbol, otra de beisbol y una más de basquetbol, que terminaron finalmente por integrarse y constituir un conjunto o centro de barrio. Instalaciones deportivas que fueron atendidas proyectualmente con mejoramientos en cuanto a sus instalaciones, como son algunos espacios destinados para baños y vestidores, algunas gradas semicubiertas y un espacio cerrado de usos múltiples dedicado a la preparación de jóvenes, como escuela de quienes practicarán el beisbol, sumando a lo anterior instalaciones de iluminación, para ocupar de mejor manera estas canchas durante la noche, en la cual las condiciones climáticas son mas favorables, para la práctica de estos deportes.
El mercado como obra nueva de 3410.20 metros cuadrados construidos, cuenta con un área administrativa y de servicios, 120 locales comerciales, de los cuales 30 están dedicados a la preparación y venta de comida, ubicados estos últimos en tres de las colindancias externas del conjunto. La propuesta proyectual de criterios racionalistas, con base en la utilización de formas geométricas simples, regulares, se ordena de manera sistemática y modular, a partir del planteamiento de una dinámica cubierta constituida por paraguas, que a la distancia nos recuerdan la arquitectura de Félix Candela (1910-1997), arquitecto español, nacionalizado mexicano. A diferencia de Candela, que realizaba sus proyectos con cubiertas laminares de concreto, en este caso Matías Martínez, resolvió su unidad modular de cubierta, con base en una estructura metálica, terminada en su parte superior con piezas de barro. Bajo cada unidad de cubierta, se disponen de manera ordenada cuatro locales comerciales y su parte correspondiente de circulaciones. Las cubiertas están resueltas a manera de planos inclinados, que permiten a partir de esta condición, contar con la suficiente iluminación natural al interior del mercado y desde luego con ventilación natural cruzada, para refrescar su habitabilidad. Los flujos peatonales resultantes son claros y eficientes, contribuyendo a esta claridad, el hecho de que los locales interiores son bajos y permiten visualizar de golpe, el conjunto total del mercado y sus posibles recorridos.
Los locales de baja altura están resueltos con base en tabique de barro rojo vidriado, con despieces ordenados, a lo que se suman mesetas de concreto pulido que sirven para apoyar los productos de venta, reconociendo en términos proyectuales el cuidado de su resolución geométrica y de detalle en cada uno de sus componentes. Es interesante el detalle de las columnas de la estructura metálica, al fragmentarlas en cuatro componentes, que se relacionan visual, geométrica y estructuralmente con los de las cubiertas, y que nos recuerdan propuestas previas experimentadas por el arquitecto británico Norman Foster (1935). Es atractivo el contraste cromático y de texturas entre el barro, la expresividad de la estructura terminada en tonos oscuros y el concreto pulido aparente de pisos y mesetas. Contribuyen a lo anterior los juegos de luces y claroscuros que provienen de las ventanas altas ubicadas en los planos inclinados de las cubiertas.
Me parece que los espacios exteriores, que colindan con los locales destinados para la venta de comida, debieron contar con un mejor tratamiento de diseño paisajístico, pensando en el confort de su utilización, ya que las extensiones de cubiertas con las que cuentan para su protección solar, creo no son suficientes, teniendo en cuenta sobretodo las condiciones climáticas, calurosas y húmedas de la localidad. Adicionalmente pienso que debió realizarse un plan maestro, incluyendo en la propuesta de conjunto a manera de previsión, la inclusión de usos del terreno vacío que se considera como reserva territorial, que colinda con el proyecto actualmente terminado.
La escala actual de Bucerías permite recorrer la localidad a pié y esta condición vuelve amables los itinerarios posibles. En términos urbanos, la presencia del proyecto resulta amable para el contexto donde se ubica y al final de cuentas se aprecia sencillo, ordenado, eficiente, cuidadosamente resuelto y formalmente atractivo; pero lo mas importante es que su ubicación y la combinación de usos del suelo de conjunto, podrán traducirse en un lugar significativo de referencia, que pudiera enriquecer la cotidianeidad de la vida colectiva en la localidad y con el tiempo llegar a formar parte de la cultura de la misma. Celebro que se sigan construyendo mercados públicos, por lo que significan para la vida social y económica de las comunidades; el trato mas directo y rentable entre productores y consumidores. Las atmósferas y calidades vivenciales que resultan en los mercados, propician un rico, diverso e intenso roce social.
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