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10 junio, 2015
por Carlos Lanuza | Twitter: carlos_lanuza_
La arquitectura española ha dejado su impronta en esta edición de los premios de arquitectura contemporánea de la Unión Europea – Premio Mies van der Rohe 2015. El edificio de la Filarmónica de Szczecin, proyectada por Barozzi/Veiga, fue la obra ganadora de esta edición, seleccionado entre 420 proyectos de 36 países europeos.
El premio al Arquitecto Emergente se lo llevó ARQUITECTURA-G, por la obra Casa Luz, categoría ésta, en que los despachos españoles se han llevado el galardón en las últimas tres convocatorias: Langarita-Navarro Arquitectos en 2013 y Bosch.Capdeferro Arquitectures en 2011. El proceso para elegirlo empieza con 40 finalistas. De entre estas 40 obras se separan aquellas realizadas por estudios que se consideran emergentes por no haber realizados grandes proyectos con anterioridad y por lo tanto desconocidos, y de esta última selección se premia al que se considera mejor. De esta manera se puede tanto premiar despachos con muchos años de experiencia pero cuya obra no ha sido muy conocida, como descartar arquitectos jóvenes que se consideran ya establecidos quedan descartados.
Filarmónica de Szczecin – Vestíbulo. © Simon Menges.
Los dos despachos ganadores fueron fundados en Barcelona, con dos años de diferencia -Barozzi/Veiga en 2004 y ARQUITECTURA-G en 2006-, y trabajan los espacios, los colores y texturas de una manera muy mediterránea. Curiosamente, un miembro del jurado preguntó a Barozzi/Veiga si pretendían “españolizar” el espacio al mostrar los volúmenes puros y blancos del interior de la Filarmónica en Polonia. Superficies blancas y fluidez entre el exterior e interior –a una escala doméstica- es lo que caracteriza también la Casa Luz.
Casa Luz – Vista desde la cocina al patio interior. © José Hevia.
Llama la atención la persistencia de proyectos de carácter cultural; de los cinco finalistas dos son museos, otro (Bodega Antinori) también cumple funciones museísticas y el proyecto ganador es una sala de conciertos. Uno de los puntos que resaltó Tony Chapman –miembro del jurado como “Arquitecto crítico”- fue la manera cómo al menos tres de los cinco proyectos abordan el encargo “enterrando” el edificio, conjeturando sobre una falta de confianza en la arquitectura contemporánea. Según el jurado, los cinco finalistas han sido escogidos por: leer y transformar el contexto; generar una simbiosis entre lo existente y lo nuevo, y entre su función y el ámbito público; transformar limitaciones físicas, económicas o técnicas en recursos; crear una serie de espacios apreciados por los usuarios, generando un lugar de encuentro agradable; y ser capaces de generar una declaración arquitectónica atrevida, permitiendo el diálogo entre la evolución de la disciplina y la evolución paralela de los valores y necesidades de la sociedad.
Bodegas Antinori – Interior de las bodegas donde se almacena el vino en barricas de roble.
Las referencias a Eladio Dieste se volvieron inevitables en la presentación del proyecto de las Bodega Antinori. Grandes espacios monumentales a modo de bodegas reflejan este culto al ladrillo. Y es que éste no fue el único proyecto en el que se utilizó este material; en una especie de ansia por volver a la tierra, el Museo de Arte de Ravensburg y el Centro de Estudiantes Saw Swee Hock de la London School of Economics también retoman el oficio de la mampostería para articular sus fachadas y techos. Las influencias de James Stirling también fueron reconocidas en la obra de O’Donell + Tuomey, quienes trabajaron en el despacho del arquitecto británico en la década de los 80.
Una vez más percibimos una serie de ecos entre la arquitectura europea y la americana, y entre la tradición y lo contemporáneo. Y es que, al final, la buena arquitectura sigue cosiendo un hilo alrededor de aquellos lugares comunes donde los materiales y las condicionantes de cada proyecto permiten establecer vínculos entre proyectos aparentemente dispares, pero en los que la excelencia se mantiene.
Centro de Estudiantes Saw Swee Hock – Vista desde la calle Portsmouth. © Dennis Gilbert.
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