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Falleció Manuel Larrosa, Medalla Bellas Artes 2016

Falleció Manuel Larrosa, Medalla Bellas Artes 2016

19 septiembre, 2016
por Pedro Hernández Martínez | Twitter: laperiferia | Instagram: laperiferia

“La buena Arquitectura educa. Los edificios públicos como el Palacio de los Deportes, el auditorio Nacional, el Estadio Azteca, el Teatro de los Insurgentes, el Palacio de Bellas Artes, por mencionar algunos, son obras de arte que no sólo prestan de modo magnífico la función operativa correspondiente en cada caso, sino que cumplen ademas con otra que le es común: enseñar a vivir con deleite el espacio”
—Manuel Larrosa

larrosaFotografía: Carlos Golo. Cortesía de INBA

Hoy falleció el arquitecto y crítico Manuel Larrosa, tan sólo unos días después que se le concediera la Medalla de Bellas Artes 2016, que recibió en la Sala Adamo Boeri del Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México en un breve homenaje rodeado de amigos y profesionales de la arquitectura. Con la concesión del premio se destacó su trayectoria y legado sobre la cultura del país, así como su destacado papel y compromiso con la disciplina desde las labores del diseño, la construcción y la difusión de la arquitectura. Aquel acto contó con la presencia del propio arquitecto acompañado por la directora general del INBA, María Cristina García Cepeda, la arquitecta Dolores Martínez —directora de Arquitectura del INBA— y los arquitectos Carlos González Lobo y Juan Ignacio del Cueto. La charla-homenaje fue precedida por un video que celebraba la labor profesional de Larrosa, destacando especialmente su carácter siempre rebelde con la disciplina y la importancia que desde el principio concedió el arquitecto al diálogo de la arquitectura con otras artes, reivindicando su carácter propio como un arte que envuelve al ser humano.

Arquitecto por la UNAM, entre la obra que lega Manuel Larrosa destacan edificios como la Capilla Abierta y la Plaza de los Abanicos —ambos en Morelos—, el Palacio de Gobierno, la Casa de la Juventud y el Instituto Tecnológico del Noreste —Tamaulipas—, todos estos realizados en asociación con Guillermo Rossell de la Lama—; así mismo participó en el diseño de la recién demolida ‘Puerta de México’ en Tijuana. Junto a estos trabajos, Larrosa ejerció una importante labor crítica y periodística a lo largo de varias décadas y que fue recogida en el libro Periodismo Arquitectónico.

Poseedor de un carácter inquieto, Larrosa fue también el impulsor del llamado “Museo dinámico”, una experiencia, cercana al happening, que consistía en convertir sus casas recién construidas y antes de que fueran ocupadas por sus futuros habitantes en espacios museísticos donde desarrollar eventos y muestras de teatro, pintura y demás artes gráficas, desde las que ampliar la experiencia de las artes visuales en una unión entre espectador, arte y arquitectura siempre renovada y efímera. Pero la idea detrás de todo esto no sólo era el contar con un espacio de exhibición sino celebrar la arquitectura en sí misma, pues como apuntó el propio Larrosa “en un museo cabe todo menos la propia arquitectura”.

El primero de estos experimentos fue llevado a cabo por el arquitecto en la casa que realizó en ‘Tepexpan 14’ hace 54 años, cuando tenía apenas 32 años. En esta obra —que, de acuerdo a Juan Ignacio del Cueto, fue definida en su momento como “el último reducto de la infancia” por sus cualidades espaciales, con pequeños espacios cargados de sorpresa— se pasearon nombres hoy tan destacados como Vicente Rojo, Manuel Felguérez, Alejandro Jodorowsky, Alberto Gironella, Juan José Gurrola quienes, por entonces, disponían de pocos lugares donde mostrar su trabajo. Larrosa mostraba ya una evidente preocupación y compromiso con su tiempo, el mismo compromiso que le llevó a reconocer, durante su intervención al recibir la Medalla de Bellas Artes, el papel de la arquitectura como parte implícita de la vida de cada uno de nosotros:

Los arquitectos reciben la honrosa tarea de sembrar, cultivar y cosechar la hermosa planta de la casa-habitáculo que tiene su raíz en los cimientos, su tallo en los muros, sus flores en las ventanas y su fruto en la luz. En vez de arquitectura, actualmente se produce hojarasca por los usurpadores de esa actividad que domina la producción de espacios para la convivencia. Estamos reunidos en torno a ese tema y es pertinente decir que no sólo la arquitectura sino la vida en todas sus expresiones están amezadas seriamente. La arquitectura es la compañera solidaria de nuestra vida, desde nuestra primera habitación hasta la tumba, puerta al infinito. La escultura elimina aquello que sobra del bloque pétreo, la arquitectura esculpe y hace habitable la piedra. El arquitecto, quizás más que el médico, tiene la responsabilidad de atender y auxiliar al otro, en todas las situaciones de la vida, no para salvarlo de una enfermedad sino para ofrecerle la gratificación de estar siendo.

 





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