Gobierno situado: habitar
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¡Felices fiestas!
4 octubre, 2014
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog
Según el “portal del empleo” del Gobierno de México, en el segundo trimestre de este año había 187 mil profesionistas de la arquitectura, el urbanismo y el diseño, ocupados, de los cuales el 76.1% son hombres y sólo el 23.9% mujeres. De esos 187 mil profesionistas, 35.1% tienen más de 45 años, 24.5 están entre los 35 y los 44 años, 32.2% tienen de 25 a 34 años y el 8% son menores de 24 años. De los 187 mil, 18.7 % trabajan por su cuenta, 17.3 son empleadores y el 64.1% son empleados. El promedio de ingresos mensuales de los profesionistas de la arquitectura, el urbanismo y el diseño es de 12,414 pesos mensuales —el más alto comparado con otras profesiones. De los 187 mil, el 81.4% trabaja en “actividades afines” a aquellas para las que estudiaron. Grosso modo, en México hay un profesional de la arquitectura, el urbanismo y el diseño por cada 640 habitantes —o, en promedio, por cada 150 familias.
Según la página de la Federación de Colegios de Arquitectos de la República Mexicana, en México hay 74 colegios de arquitectos divididos en siete regiones. La región VII, que sólo comprende a Baja California Norte, tiene cinco colegios: Ensenada, Mexicali, Tijuana, Rosario y Tecate. En la ciudad de México, de la región I, sólo hay un colegio. En el sitio web de la FCARM no dice cuántos de los 187 mil profesionistas de la arquitectura, el urbanismo y el diseño que registra el Gobierno Federal son arquitectos ni tampoco cuántos están colegiados en alguno de los 74 colegios. Por supuesto tampoco dice cuántos son hombres y cuántos mujeres ni los rangos de edad de la mayoría de sus afiliados. Mucho menos un promedio de ingresos mensuales ni cuántos trabajan por su cuenta, son empleados o empleadores. El sitio web del Colegio de Arquitectos de la ciudad de México y de la Sociedad de Arquitectos Mexicanos tampoco incluye ningún dato que se pueda contrastar con la información oficial. No dice cuántos de los 187 mil profesionistas de la arquitectura, el urbanismo y el diseño son arquitectos que residan y trabajen en la ciudad de México ni cuántos de esos son sus agremiados.
¿Cuántos de esos arquitectos estarán representados por alguno de los 74 colegios en las siete regiones en que la FCARM divide al país? Cuando Guillermo Martín Marrufo Ruiz, presidente del CEN de la FCARM, dice, por ejemplo, que “los arquitectos mexicanos estamos convencidos que a través de nuestro quehacer profesional transformamos la conducta, la salud y el bienestar de la sociedad”, ¿a nombre de quién habla? O cuando en el Colegio de Arquitectos de la ciudad de México celebra el “10º aniversario del día nacional del arquitecto” con un “magno desayuno” teniendo como invitado a Miguel Ángel Mancera, el Jefe de Gobierno de la ciudad de México cuya gestión no ha sido particularmente propositiva ni mucho menos inteligente en materia de urbanismo y arquitectura, ¿a nombre de quién se organiza el evento con valet parking no incluido? De los más de 121 mil profesionistas de la arquitectura, el urbanismo y el diseño menores de 45 años y de los más de 119 mil que son empleados por otra persona o empresa, ¿cuántos asistieron al magno desayuno en compañía de tan ilustre personaje?
Sea Obama, Peña o Mancera, el líder de un sindicato o el de un movimiento estudiantil, la representación o, más bien, la posibilidad de que uno o unos cuantos representen a un grupo del que se supone cierta unidad, está en crisis si no es que rota. La desconfianza en los políticos y cualquier tipo de representante lleva rápido al descrédito de las políticas y, finalmente, de lo político. Los organismos que pretenden representar a los profesionales de la arquitectura parecen seguir atrapados, como la mayoría de los modelos de representación política, en esquemas que ya han sido rebasados, muchos de ellos derivados, en el caso mexicano, de formas y formulismos que se consolidaron junto con el clientelismo priista que, además, se dio en una época de relativo crecimiento económico. En el día nacional del arquitecto, más allá de magnos desayunos, brindis y consignas autocelebratorias en las redes sociales, tal vez habría que preguntarse cuáles son las condiciones —las nuevas condiciones— de trabajo de los arquitectos, a quiénes sirven, para quiénes trabajan y, también, quiénes los representan. Esperemos al próximo año.
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