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20 agosto, 2015
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog
El 20 de agosto de 1873 nació en Rantasalmi, Finlandia, Eliel Saarinen. El día que cumplió 37 años, el 20 de agosto de 1910, nació su hijo Eero. Elie estudió en la Universidad Técnica de Helsinki. Se asoció con Herman Geselius y Armas Lindgren y diseñó varios edificios, objetos y planes urbanos. En 1922 participó en el concurso para la torre del Chicago Tribune, en Chicago, ganando el segundo lugar. Un año después emigró a los Estados Unidos. Ahí, en 1928, George Booth le encargó diseñar el campus de las escuelas de Cranbrook, en Michigan. Para esos edificios Eliel Saarinen empleó el mismo estilo romántico de su obra finlandesa. Unos años después, en 1932, diseñó el edificio de la Escuela de Arte de Cranbrook, de la que también fue director. Con una ideología y forma de enseñanza que se encontraba a medio camino entre el Arts and Crafts y la Bauhaus —teniendo en cuenta que el camino entre ambos movimientos realmente no era tan largo—, Cranbrook rápidamente fue reconocida como una de las mejores escuelas de arte, diseño y arquitectura en los Estados Unidos. Entre sus más famosos alumnos estuvieron Ray Kaiser y su futuro esposo, Charles Eames.
Entre los alumnos de Cranbrook también estaba su propio hijo, Eero, amigo y más tarde socio de Eames, aunque su carrera de arquitecto la estudio en Yale. En 1954 Eero Saarinen se casó con Aline Bernstein, editora de Art New a mediados de los años 40 y luego, desde finales de esa misma década y hasta 1953, crítica de la New York Times Magazine. El 23 de abril de 1953, Aline B. entonces Louchheim —por el apellido de su primer esposo— publicó en el New York Times un artículo titulado Now Saarinen the Son:
Primero, el padre, luego el hijo. El arquitecto Eliel Saarinen murió en 1950 —el primero de julio— a los 76 años de edad, tan reconocido que su nativa Finlandia le ofreció un funeral de Estado y su muerte se lamentó internacionalmente. Eero Saarinen, que hoy tiene 42 años, es el más conocido y respetado arquitecto de su generación.
Alexandra Lange dice que, entre Aline y Eero, el amor y la arquitectura se mezclaron desde el primer momento, más aun: la admiración de ella por él empezó por su arquitectura. Pero la carrera de Saarinen fue corta: murió el primero de septiembre de 1961, a los 51 años. Peter Papademetriou confirma lo que escribió de Saarinen hijo su futura esposa: que en los años 50 era el más interesante arquitecto de los Estados Unidos. Sin embargo, aunque no vivió para recibir esas críticas, en los años 60 y 70, su obra sería —según un apunte de Reyner Banham citado por Papademetriou— ilustración de “prácticamente todo lo que parece estar mal en la arquitectura de los Estados Unidos. Su posición —sigue Banham— plantea algunas interesantes cuestiones sobre la posición correcta de un arquitecto en una sociedad que tiene el tipo de clientes que tenemos.” Para Robert Venturi, que trabajó en la oficina de Saarinen un año y medio tras salir de la escuela, el modernismo de éste era de un eclecticismo estilístico, lo que explica el expresionismo de sus últimas obras, como la terminal de la TWA en Nueva York. Contradicción y complejidad en la arquitectura, pues, quizás derivada de ciertas condiciones de la profesión, tal como las explicó Aline B. Louchheim en un artículo titulado Blueprint of a Working Architect:
De todas las profesiones, la arquitectura es la más híbrida. De todas las relaciones entre un profesionista y su cliente, la del arquitecto es la más complicada. Debe ser vendedor, negociante, valuador de bienes raíces, supervisor, experto legal, ingeniero, constructor, planificador, coordinador, inspector, diseñador. En varios momentos debe volverse un vidente, un amigo, un sociólogo, un sicólogo, incluso un juez de lo familiar. Su trabajo es la tarea delicada de distinguir entre lo que sus clientes quieren y lo que creen que quieren.
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