20 mayo, 2024
por Arquine
Dieter Rams marcó con su acercamiento al diseño algo más que la estética de una marca e incluso más que la de una época. El diseñador alemán entró a trabajar en la fábrica Braun en 1955, a los 23 años, y fue nombrado director de diseño seis años después, en1961, cargo que mantuvo hasta su retiro, a los 65 años, en 1997. Durante esos años, Rams desarrolló un método y una teoría —aunque siempre se ha negado a presentarse como teórico del diseño— que se presentaban como mezcla de funcionalismo y sustentabilidad —cuando el primero ya había dejado de ser, quizá, una idea de vanguardia, y la segunda aún no era una exigencia social y ética.
Rams estudió arquitectura y decoración de interiores en la Escuela de Arte de Wiesbaden, de donde se graduó en 1953. Empezó a trabajar en la oficina del arquitecto Otto Apel, y al poco tiempo entró a la oficina de Frankfut de Skidmore, Owings y Merril. Después entraría a Braun como arquitecto de interiores, en el momento en que la empresa, dirigida por Artur y Erwin Braun, hijos del fundador de la misma, Max Braun, buscaba dejar el diseño del exterior de aparatos como los tocadiscos y los televisores simulando mobiliario, para darles una apariencia distinta y acorde con la novedad que suponían. El tocadiscos SK4, uno de los primeros diseños de Rams, ya dejaba claro cuál era su estrategia, misma que explicaría después en textos como “Omitir lo que no importa” (1984) o en su famoso decálogo.
En “Omitir lo que no importa” Rams afirma que:
Uno de los más significativos principios de diseño es omitir lo que no es importante para así enfatizar lo importante. Por tanto, los productos deben estar bien diseñados y ser tan neutros y abiertos como sea posible, dejando abierta la posibilidad de que se expresen quienes los usen.
Y luego agrega algo que terminará siendo uno de los mandamientos de su decálogo:
Buen diseño significa tan poco diseño como sea posible. No por razones de economía o conveniencia. Conseguir una forma realmente convincente y armónica empleando los medios más simples es sin duda una tarea difícil. El otro camino es más fácil y, por paradójico que parezca, a veces más barato, pero también más descuidado respecto a la producción. Las formas complicadas e innecesarias, no son otra cosa que escapes de los diseñadores que funcionan como expresión personal en vez de expresar las funciones del producto.
Rams explica que “todo objeto manufacturado envía señales a la mente o a las emociones” y enuncia dos tesis al respecto: primero, que “los objetos deben diseñarse de tal manera que su función y sus atributos se entiendan directamente” y, segundo, que “entre menos oportunidades se usen para crear un diseño informativo, más servirá el diseño para evocar respuestas emocionales.”
En ese texto Rams también afirma que “los diseñadores son críticos de la civilización, la tecnología y la sociedad”, pero, a diferencia de un crítico literario o musical, “no se detienen en la crítica: transforman lo que entienden y piensan en objetos tridimensionales.”
Los diez principios para el buen diseño de Rams se han publicado ampliamente, a veces agregando a la breve sentencia aforística alguna explicación, quizá innecesaria. En alguna entrevista, Rams también los ha recitado de corrido:
El buen diseño es innovador. Un buen diseño debe ser útil. El buen diseño es diseño estético. Un buen diseño hace que un producto sea comprensible. El buen diseño es honesto. El buen diseño es discreto. Un buen diseño es duradero. El buen diseño es consistente en cada detalle. El buen diseño es respetuoso con el medio ambiente. Y por último, pero no menos importante, un buen diseño es el menor diseño posible.
Hoy Dieter Rams cumple 92 años de edad.