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Loos in translation

Loos in translation

8 febrero, 2014
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog

_alberca malinalco_AAA4968© Jaime Navarro

No hablo alemán. Me apena. Se que no es ya una lengua que deba hablar para moverme con confianza por el mundo. Pero me gustaría ser capaz de leer en su lengua a Hegel, a Heidegger, a Benjamin o a Loos —aun si siguiera sin entenderlos bien. Me gustaría masticar, aunque fuera de manera rudimentaria, esa lengua que hace de la visión del mundo una sola palabra. Me gustaría saber si es cierto que el título real de lo que conocemos, en traducción literal, como Hablado en el vacío —Ins leere gresprochen—, de Adolf Loos, es Hablar con las paredes. 

Es bueno que un arquitecto se tome el tiempo de hablar con las paredes —aunque el sentido figurado de la frase sea hablar sin que nadie te haga caso, hablar en el vacío, pues (si bien en el vacío, literal, el sonido no se propaga, mientras que hablando contra la pared, al menos oyes tu propio eco).

Me gustaría hablar alemán para saber qué tan grave falta es el ornamento: ornament und verbrechen— ¿crimen o delito? Si es crimen, merece castigo, si delito, acaso sólo una multa.

Crime and misdemeanors como la película de Woody Allen. Por cierto, en la película un exitoso director de cine, interpretado por Allan Alda, le roba a su cuñado —Woody Allen— una frase para explicar lo que es la comedia: si se dobla, es chistoso, si se quiebra, no. Es una paráfrasis de otra escrita por Wittgenstein —¡qué culto Allen!—: si la rama del árbol se quiebra, es un tragedia. Las frases de Woody Allen y de Wittgenstein me hacen pensar en una de Jan Hendrix que cita José Luís Barrios: lo recto es la arquitectura, lo curvo es escultura. 

No hay que tomarlo literal, aclara José Luís. Richard Serra con sus curvas tal vez logre ser más arquitecto que Gehry, quien doblando muros no se acerca, sin embargo, a lo escultórico. (Si quieren saber qué es lo escultórico lean el texto de José Luís Barrios.)

Volviendo a la frase de Jan Hendrix, dicho de otro modo: si se dobla es escultura, si no, es arquitectura. Despejando la ecuación podríamos decir que la escultura es comedia, la arquitectura, tragedia. (Calmen su júbilo, arquitectos: lo cómico es ligero, flexible, sorprende. Lo trágico es rígido y el final es inevitable desde el principio.)

Aunque la escultura, pese a ser comedia, también estorba —lo dice, de nuevo, José Luís Barrios— y, por tanto, añade, inquieta.

La escultura de Jan Hendrix —sí: escultura, escultura inframínima en el espesor de menos de un milímetro de tinta sobre vidrio— inquieta a la arquitectura: la altera y la desdobla, la multiplica y la complica.

De vuelta a Loos: ¿crímen o delito, crime or misdemeanor? El graffiti, el mural, la escultura, ¿ultrajan a la arquitectura si la decoran, la ofenden si la ornamentan? Como el tatuaje en la piel, ¿denotan al criminal y su crimen?

Creo que la postura de Loos era triple: estética, ética y económica. De hecho, en principio semántica —pero eso me echa a perder las tres es. Si el ornamento no significa nada (semántica), es un gasto inútil (económica), sin beneficio artístico (estética) y por tanto injustificable (ética).

Pero Jan Hendrix es un lector voraz —dice Teodoro González de León. Lee del holandés, del español y del inglés. Y además lee del mundo: escrito —como querían los clásicos— pero no sólo para ser leído sino infinitamente reescrito —como quieren los modernos. La obra de Hendrix —y sigo aquí los textos de los autores que me acompañan en el libro Ornament is not a crime es un montaje, una escultura, un texto, que desmonta y despliega, abre y se abre paso en la superficie de las cosas para hacernos preguntar si es ornamento y si el ornamento es crimen o si es delito.

Ustedes lean, vean, decidan.

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*Texto leido el viernes 7 de febrero en el Museo Tamayo en la presentación de Ornament is not a crime.

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