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25 mayo, 2018
por Christian Mendoza | Instagram: christianmendozaclumsy
Este año, la editorial Biblioteca Nueva puso en circulación El futuro es hoy. Ideas radicales para un México moderno, editado por Humberto Beck y Rafael Lemus. El título recopila textos de diversos autores, entre quienes se encuentran Alejandro Hernández Gálvez y Elisa Godínez, que abordan otros aspectos de la vida pública, como la construcción de las ciudades, la vida laboral contemporánea, la migración y las significaciones del territorio mexicano ante la problemática del narcotráfico. El libro inicia con una consideración: reflexionar sobre las temporalidades en que se ha desarrollado la historia reciente del país. “El libro está concebido como una contribución a pensar los problemas de México en dos horizontes distintos. El primero sería el inmediato, que incluye la política institucional: el mundo de las políticas públicas, el mundo de los partidos políticos, de los organismos estatales. Pero también planeamos un segundo horizonte, que sería el de la utopía, uno que va más allá de la política, el cual tiene temporalidades distintas. Por un lado, el horizonte de la utopía es de alguna manera uno de largo plazo, si lo decimos en términos convencionales. Puede involucrar décadas, siglos, generaciones enteras. Es el caso de las luchas por la igualdad de género, por los derechos laborales, etcétera, que en su momento fueron considerados como descabellados pero que diferentes batallas intelectuales y movimientos políticos los introdujeron, y se fueron convirtiendo en una meta que se fue acercando cada vez más. Por otro lado, la utopía también tiene sus instantes, sus apariciones súbitas, como la protesta pública, donde se propone un encuentro colectivo entre iguales que manifiesta la voluntad popular. En el caso de México, el tiempo de la utopía implica necesariamente alguna forma de reconsideración del pasado. Tiene que ver con una especie de trabajo de arqueología, con un trabajo forense, de reconsideración de las injusticias del pasado. Es el ejemplo muy concreto de los desaparecidos. Hay una construcción de la utopía hacia el futuro que conlleva una excavación del pasado”, mencionó Humberto Beck en entrevista con Arquine.
¿Cómo es posible hablar de futuro en tiempos en que se imponen soluciones predeterminadas a la sociedad? “Habría que mencionar a un grupo de autores que han diagnosticado la naturaleza histórica del tiempo presente como lo que ellos llaman presentismo. Son varios, sobre todo François Hartog y Hanz Ulrich Gumbrecht. Ellos dicen que la era contemporánea es una era presentista, en oposición al tiempo histórico estrictamente moderno que fundó la Revolución Francesa y que dominó el siglo XIX y en nueva medida el siglo XX, y que de alguna manera colapsó en los 90 con la caída de la Unión Soviética y de los regímenes socialistas. Ellos dicen que, a partir de entonces, estamos en una era en la que el tiempo predominante es el presente, porque el futuro está cancelado como opción optimista, que es lo que estaba implícito en la promesa del socialismo, e incluso como opción de supervivencia. Hablan de cómo el cambio climático y la explosión demográfica cancelan el futuro en un sentido físico. Es un diagnóstico que tiene puntos en común con la idea del fin de la historia, de Francis Fukuyama. Yo creo que un punto ciego del diagnóstico presentista es el predominio casi absoluto de la razón económica, sobre todo en las esferas sociales. Es un punto ciego que alguna manera desmiente la tesis presentista, porque todo el racionamiento económico está basado en una idea de futuro optimista. Si no existiera la premisa de un futuro mejor, no tendría sentido nada: ni el mercado, ni la inversión, ni el ahorro, ni el crédito. Hay que hacer, entonces, dos suposiciones. Creo que el diagnóstico presentista es uno incompleto, porque no toma en cuenta el predominio económico que se basa en el futuro, pero una vez aceptado habría que decir que, a su vez, el futuro de la economía es uno bastante limitado. Es un futuro que sigue sin tener en cuenta la idea de posibilidad histórica, que quisimos reivindicar en el libro. Lo que circula ahora es una idea de un presente cerrado, extendido y lento en el que no hay un futuro, o una idea de un futuro economicista en la que la expectativa es la mejor de las ganancias pero que, como sabemos, excluye a una mayoría de la población que concentra sus beneficios en una élite, y lo poco que cae por goteo es algo marginal. Una idea de un futuro realmente histórico, con el solo hecho de pensarlo, tendría que activar la política y la imaginación social en el presente”, puntualizó el editor.
Un libro forma parte, desde su publicación, de un circuito cultural específico, el cual, puede incidir en la discusión pública. Para Humberto Beck, El futuro es hoy da presencia a una generación critica y la incluye en una discusión tomada por generaciones anteriores que ahora representan a la hegemonía, en un año clave para la política mexicana. “Derivado de nuestro trabajo como codirectores editoriales de Horizontal, el mío y el de Rafael Lemus, creo que se empezó a crear una suerte de comunidad entre autores y editores que, a pesar de provenir de posturas políticas muy distintas como el marxismo, la social democracia, ecosocialismo, autonomismo (un espectro variado que se podría nombrar en un sentido amplio “izquierda”) tuvimos convergencias que se podría resumir en dos puntos: un rechazo común a las diferentes versiones sobre el fin de la historia que consideran que sólo una cierta versión de la democracia liberal y una cierta versión del capitalismo son las únicas opciones para la convivencia social. El segundo sería la voluntad de pensar distinto, de querer imaginar otros modelos de convivencia, de poner atención a esos otros modelos de convivencia que, aunque sea de manera comunitaria y local, ya existen, y de esbozar proyectos de grande escala, como políticas públicas y escenarios teóricos que contribuyeran a mediar entre la imaginación y la realidad. De lo que nos dimos cuenta es que había, entonces, una especie de sensibilidad crítica generacional, que estaba teniendo salida a través del trabajo editorial de Horizontal, pero que también daba para sacar un libro. Nos pareció que sacar un libro era un gesto importante. Estaba Horizontal como medio, pero el libro materializa de otra manera a esa generación, es otra manera de que circulen esas ideas y de que intervengan en la discusión pública. Se unieron las posibilidades del formato del libro con la coyuntura electoral del 2018. Nos pareció que era un buen momento de convocar a algunas de estas voces para editar un libro que tratara de intervenir en la dimensión coyuntural, de los debates sobre las elecciones electorales, pero que también dejara un residuo crítico que sería lo que va a permanecer al final, un horizonte utópico de imaginación critica y social que sirviera como un referente para cuestionar o dialogar con cual sea la configuración política que resulte de las elecciones de este año, y que sirva como un acompañamiento cual sea el resultado. El año en que se publica fue un gesto deliberado para que tuviera una primera circulación en este momento de intensa conversación política. Pero también está pensado en esa otra segunda temporalidad que trasciende a la coyuntura”.
Los autores se enuncian desde un momento histórico específico (la entrada del neoliberalismo y los sexenios panistas) pero aportan una pluralidad de enfoques ya que cada uno proviene de disciplinas distintas. “Lo que buscamos es que la mayoría de los autores fueran nacidos entre las décadas de los 70 y 80, que son las voces que suelen predominar este tipo de debates. Tomando en cuenta esa unidad generacional buscamos que hubiera una gran de diversidad en términos tanto de género como de disciplinas. Quisimos que hubiera escritores, académicos, ensayistas y activistas. El segundo factor de unidad, a parte de la generación, fue el formato. Queríamos que fueran ensayos que tuvieran una parte crítica sólida, y que a partir de ese análisis del presente de México, hicieran una propuesta que pudiera tomar muchas formas, como una nueva política pública, o un escenario imaginativo y utópico, un nuevo concepto teórico, etcétera. Este es un volumen que pretende intervenir en dos grandes contextos del México contemporáneo, dos grandes desencantos políticos : el de la transición democrática y el de la modernización económica. De alguna manera, cada uno de los textos se dirige a alguno de estos desencantos”.
En la opinión mexicana se encuentra muy asentada la costumbre de lo correcto: discutir, pero no discutir tanto. Los temas abordados por El futuro es hoy son puntillosos, pero no dejan de lado el rigor y buscan imaginar nuevas vías para el presente y el futuro nacional. “Fue una idea editorial a priori que los textos tuvieran un análisis solido pero que desembocaran en alguna forma de propuesta, que tenía una forma completamente abierta según los intereses y disciplinas de cada autor o autora. Proponer ideas radicales fue algo deliberado: volver a circular el concepto de “radicalidad” y tratar de cambiarle la mala fama. Primero, vinculando la voluntad de radicalidad con textos completamente razonados, bien investigados, bien escritos. Queríamos volver a vincular la radicalidad con la seriedad. Se trata de irrumpir, pero con razones y con argumentos. Se trataba, también, de recuperar el lugar que la radicalidad ha tenido en la historia del pensamiento político moderno durante siglos. Nos dimos que hay una profunda conexión, cada vez más olvidada, entre la dignidad y la decencia y la radicalidad. Muchas cosas que ahora aceptamos bajo el estándar básico de la decencia y la dignidad, como la igualdad de género y los derechos laborales, fueron en su momento ideas radicales denostadas y violentamente combatidas, que sólo después de una historia de batallas intelectuales que se establecieron como horizontes de la decencia y de la dignidad. Queremos recuperar esa conexión. El libro quiere contribuir a resignificar la radicalidad, porque dada la profunda gravedad de los problemas de México, muchas veces lo radical, bien mirado, es lo urgente”.
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