18 agosto, 2014
por Arquine
por Alejandro Hernández Gálvez | @otrootroblog
Leo la “Carta abierta en relación a la instalación de parquímetros en Coyoacán” firmada por varios expertos urbanistas. Sin ser experto, me parece que en dicha carta hay ambigüedades que parecen no hacer otra cosa que avalar a quienes quieren mantener ciertos privilegios que actualmente se ejercen en el uso del espacio público. Me parece —insisto: sin ser experto— que el simple rechazo a los parquímetros no basta. A continuación mi opinión al respecto de cada punto:
1. En el primer punto asumen que los parquímetros se quieren instalar mediante un “mecanismo de imposición a través del cual se ha pretendido poner en operación el programa.” que es una imposición debiera resultar obvio: los parquímetros sirven para cobrar un impuesto a los particulares que con sus automóviles ocupan un espacio público, la calle, por un tiempo determinado. Siendo un impuesto no resulta tan sorprendente que se imponga.
2. En el segundo punto afirman que “Coyoacán es una zona con un profundo valor histórico y cultural.” sin duda. Habría que preguntarse entonces si los automóviles no resultan profundamente agresivos para esa zona con “profundo valor histórico y cultural,” tanto por el tráfico, los contaminantes o las vibraciones al pasar por viejas calles adoquinadas. Tal vez lo ideal sería cerrar toda zona “con profundo valor histórico y cultural” al paso de automóviles o restringirlo únicamente a carga y descarga, a automóviles de los habitantes y al transporte público.
3. En el tercer punto parten de afirmar que “cualquier política pública debería estar orientada a la prevalencia del interés público sobre el de particulares,” por lo que “cualquier instrumento que subroga a privados el uso del espacio público no nos parece adecuado.” lo cuál puede ser cierto para las concesiones del gobierno capitalino a empresas privadas que manejan los parquímetros. Pero también cae en esa condición el uso del espacio público —la calle— para intereses particulares —estacionar un auto privado. La solución, entonces, sería que, si no se prohíbe en la zona que se estacionen automóviles particulares, a éstos se les debería cobrar un impuesto por el uso privado del espacio público —para lo que sirven los parquímetros.
4. Dicen en el cuarto punto que “el proyecto no se inserta de manera visible en una política amplia, cuidadosa de mejoramiento de la movilidad y del transporte urbano, y de la atención de aspectos que con ella se vinculan, como son el uso de la vía pública, el uso del suelo, la interacción social en el espacio público y la disminución neta de emisiones vehiculares a la atmósfera. Todos estos ámbitos reclaman, por otra parte, la participación activa y eficaz del gobierno y la ciudadanía.” eso es cierto —lo peor es que ninguna política del gobierno actual del distrito federal cumple con tales exigencias. pero la manera actual de usar las calles como estacionamiento, para beneficio de unos cuantos particulares, tampoco “se inserta de manera visible en una política amplia, cuidadosa de mejoramiento de la movilidad y del transporte urbano, y de la atención de aspectos que con ella se vinculan, como son el uso de la vía pública, el uso del suelo, la interacción social en el espacio público y la disminución neta de emisiones vehiculares a la atmósfera,” y no veo cómo el mantener el uso actual de la calle como estacionamiento pueda cumplir con cualquiera de esas exigencias.
5. En el quinto punto afirman que la instalación de parquímetros en Coyoacán sería contradictoria “con medidas que coadyuvan a un mejor uso del espacio público, tales como la restricción al estacionamiento vehicular en calles con valor histórico, el establecimiento de calles de uso peatonal o de tránsito local, el establecimiento de carriles exclusivos para bicicletas y otras medidas que estimulen la movilidad no motorizada y la convivencia vecinal.” sin duda. esto tal vez implique, junto con los puntos número 2, 3 y 4, que lo mejor para la zona céntrica de Coyoacán —y otras similares— sería hacer peatonales la mayoría de las calles, con carriles exclusivos para bicicletas y transporte público, y limitando el estacionamiento en la calle sólo para habitantes de la zona en ciertas calles —no estaría de más suponer que ese tipo de privilegio: poder ocupar con un vehículo privado el espacio público donde nadie más pueda hacerlo, tuviera algún costo en forma de impuestos.
Insisto: me parece problemático que siete expertos urbanistas suscriban un documento ambiguo en el que no queda claro si su postura es solamente en contra de los parquímetros, en contra de la manera como se implementa ese mecanismo actualmente por parte del gobierno de la ciudad o si de paso están de acuerdo con regulaciones más estrictas que limiten el uso que algunos particulares hacen del espacio público como estacionamiento, apoyando políticas urbanas que apunten a la peatonalización de buena parte de las calles de ese y otros centros patrimoniales o históricos. si eso no queda claro, insisto, la carta de los expertos puede servir a los intereses de algunos que, temo, lo único que quieren es mantener el estatus quo y sus privilegios al utilizar las calles, públicas, a su antojo.