19 junio, 2012
por Arquine
por Gabriel Villalobos / @gabswolf
LIGA celebra su primer año de existencia con una intervención a cargo del despacho argentino Adamo-Faiden. Este proyecto continúa las discusiones generadas por proyectos anteriores sobre la manera en que la arquitectura se representa, exhibe y percibe. Si las instalaciones de Jorge Ambrosi y Carla Juaçaba supusieron una conceptualización de la materialidad arquitectónica, Un Ambiente arroja luz sobre las implicaciones de la arquitectura como imagen y del espacio como opacidad. Dejando de lado las complejidades propias de la imagen arquitectónica, Adamo-Faiden confrontan una cuestión aún más problemática: la (im)posibilidad de la imagen de generar espacio.
Un Ambiente revela la condición de transparencia que la imagen requiere para ser percibida: esta transparencia es negada por un denso humo blanco que transforma el espacio en un sólido opaco. Así, la imagen se corresponde con la transparencia; el espacio, con lo opaco. Estas dos condiciones espaciales son determinantes no sólo en la manera en que el sujeto percibe; su propia posición dentro del espacio es puesta en entredicho. En The Architectural Uncanny, Anthony Vidler aborda las implicaciones de lo transparente-opaco en la experiencia subjetiva del espacio. Es posible hacer un paralelismo entre el ambiente generado en LIGA y la interpretación que Vidler realiza del proyecto para la Biblioteca Nacional de Francia de Koolhaas, que en su perspectiva constituye una confirmación del mito modernista de la transparencia a la vez que una compleja crítica del mismo.
En este proyecto, el espacio se concibe ya no como vacío sino como sólido, y la transparencia se vuelve translúcida. Los volúmenes internos que articulan la biblioteca son reflejados en la superficie exterior como sombras, aplanados en un juego de densidades amorfas. El ambiente de Adamo-Faiden materializa –y también temporaliza– la oposición entre un espacio transparente, propio de la representación visual, y un espacio opaco del que el individuo que lo percibe es desplazado. El denso humo produce un espacio translúcido, y en la superficie liminal se proyecta un juego de densidades amorfas. En esta condición, el sujeto queda desplazado al exterior; el acto de percibir supone un descentramiento. La superficie liminal de este espacio –y de todo proyecto de transparencia moderna– se torna reflejante.
La arquitectura de la transparencia produce un juego de reflejos de lo externo; sobre estas superficies, el sujeto se percibe a sí mismo percibiendo, desde una posición descentrada, un espacio al que no puede ingresar. Vidler no se detiene aquí. El descentramiento que produce esta ambigüedad de lo transparente-reflejante es un descentramiento psicológico. Como descubrió el mismo Freud con su propio reflejo, al desaparecer las fronteras entre lo interior y lo exterior –el espacio interiorizado y el espacio social–, el individuo se enfrenta con lo inquietante (the uncanny), una incómoda familiaridad con lo inhumano.
En este sentido, la imagen es incapaz de generar un espacio humano, no sólo por su necesidad de una transparencia artificial, sino porque exige del sujeto una posición descentrada. Así, Un Ambiente demuestra que toda imagen se percibe en un espacio, pero éste es un espacio exteriorizante para el individuo que la percibe. El espacio de la representación –el espacio propiamente moderno– es impenetrable. En la medida en que la arquitectura se aleja de su concepción como imagen, ofrece espacios en el que el individuo se percibe dentro, ofrece ambientes.
Fotos: Ramiro Chaves