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Columnas

Las primeras ‘dreamhouses’ de Barbie

Las primeras ‘dreamhouses’ de Barbie

10 agosto, 2023
por Sandra Loyola Guízar

Jaap Buitendijk/ Courtesy of Warner Bros. Pictures

La vida de plástico es fantástica
Puedes cepillarme el pelo, desvestirme por doquier
Imaginación, la vida es tu creación

​​Nicki Minaj & Ice Spice (con Aqua), “Barbie World” (2023)

Barbie nació en Wisconsin en 1959 y tuvo la primera casa de sus sueños en 1962. Tanto su cuerpo como estilo de vida han tenido una recepción contradictoria en la cultura de masas. Por un lado, según afirmaba Ruth Handler en una entrevista de 1977 en The New York Times, “Barbie siempre representó el hecho de que una mujer tiene opciones”. Handler, quien había diseñado a la muñeca con apariencia de adulta basándose en un juguete sexual alemán llamado Lilli, quería que las niñas tuvieran un artefacto con el que realizar un juego de roles para proyectar sus sueños a futuro. Por medio del juego con una muñeca adolescente, afirmaba que las niñas podían soñar ser lo que ellas quisieran. Por otro lado, desde su aparición, las feministas criticaron la imagen de Barbie porque consideraban que la muñeca proyectaba expectativas imposibles y porque era un símbolo de cosificación y represión femenina. 

Generaciones enteras hemos jugado con esa contradicción y nos divertimos en la infancia con una imagen que emancipaba y reprimía nuestros cuerpos y deseos. Los sueños y pesadillas que encierra la dreamhouse de Barbie se vinculan a los cambios sociales, arquitectónicos y culturales que han ocurrido en Occidente desde la segunda mitad del siglo XX hasta ahora. Hace unas semanas, por fin se estrenó la película Barbie (Greta Gerwig, 2023), la cual ha dejado al mundo con un desabasto de pintura rosa, según comentó su diseñadora de producción, Sarah Greenwood.

Hoy, jugar con la dreamhouse de Barbie es en sí mismo un símbolo de estatus, la casa mide 120 centímetros de altura y no cualquier familia puede comprarla, ni cualquier vivienda puede darse el gusto de albergarla. Si el ideal de apariencia física de Barbie es orgánicamente imposible, tener su dreamhouse puede ser tan difícil como tener sus medidas.

Dreamhouse Barbie actual

Barbie representa a una mujer independiente y su hogar siempre ha reflejado esos deseos de libertad. Esta característica de la muñeca es notable si analizamos el contexto de la mujer y su derecho a la propiedad privada en las décadas anteriores al surgimiento de Barbieland. Las mujeres en el continente americano no podían poseer, hipotecar o vender bienes inmuebles si estaban casadas; en cambio, las solteras sí podían administrar y tener propiedades a su nombre. Esta situación fue cambiando poco a poco. Para 1932, se habían reformado las leyes de relaciones familiares en todo el continente para que, tanto el hombre como la mujer, tuvieran la misma autoridad para decidir y poseer un patrimonio sin importar su estado civil. A pesar de estos cambios, hoy, en día el acceso a créditos hipotecarios y propiedades sigue caracterizado por las brechas de género. En México, por ejemplo, solo 35% de las casas escrituradas se encuentra a nombre de mujeres.

Las dos primeras casas de los sueños de Barbie, de 1962 y 1974, tienen relación con la posibilidad de imaginar ser un mujer con una casa propia, que se pueda domesticar a gusto individual y donde el espacio doméstico feminizado no tenga que ver únicamente con la maternidad, la crianza y la vida familiar. 

La dreamhouse de cartón de 1962

La primera casa de los sueños de Barbie salió al mercado en 1962. No tenía cocina, pero sí libros, teléfono, televisión y un tocadiscos. La casa era de cartón, pequeña y portátil; así, cuando la casa se plegaba mostraba su fachada. Al interior, había una cama sólo para ella. En la decoración, había una foto de Ken y —como si estuviera manifestando sus deseos— en la pared colgaba la pintura de una mansión de tres pisos que se materializaría después, en la segunda dreamhouse de 1974. La decoración nos sugiere que Barbie era una estudiante universitaria soltera, que le gustaba divertirse y que a su corta edad ya era propietaria de una vivienda a su gusto. 

De acuerdo con Beatriz Colomina, quien escribe en el reciente libro Barbie Dreamhouse: An Architectural Survey (2022), esta casa de tenía tres cosas en común tanto con la Casa Eames de 1949 como con los departamentos para solteros publicados en la revista Playboy en mayo de 1962: primero, la idea de que la subjetividad moderna se produce por medio de la decoración; segundo, el despliegue de la casa parece acomodarse como un set de televisión; y tercero, la manera en que representan la vida doméstica para una audiencia pública.

La casa de cartón de Barbie de 1962 se desplegaba para acomodarse como un escenario y las niñas eran las guionistas de la telenovela adolescente en los años venideros. Podían elegir prendas, cambiar su look y, con algo más de dinero, adquirir accesorios para la casa. La muñeca podía ser lo que quisiera ser y exhibir su singularidad siempre y cuando se enmarcara en la paleta de color de Mattel y el stock mercantil del mundo de Barbie. 

Ya en los años 60, el territorio doméstico de la mujer comenzaba a hacerse visible para una audiencia. Por ejemplo, Jackie Kennedy ofreció en 1962, con su hierática cabellera y sus famosos trajes de un solo tono, un tour de la Casa Blanca para los medios de comunicación explicando a detalle la decoración, las pinturas, el material de los cubiertos y las remodelaciones.   

La dreamhouse de plástico de 1974

En 12 años, las ambiciones arquitectónicas de Barbie aumentaron mucho. La casa de 1974 mide 106 centímetros y es una vivienda citadina de 3 pisos con un angosto elevador de reja de plástico que simula herrería antigua. Tiene cocina, un estudio con libros y escritorio, además de una alberca. Todo parece indicar que Barbie salió de la universidad y es una mujer soltera e independiente con altos ingresos. La decoración es de colores saturados, llena de patrones yuxtapuestos en cojines, alfombras, lámparas y tapices. Tiene plantas y los muebles parecen inspirados en los diseños de Helmut Bätzner, Marcel Breuer y Verner Panton. 

La estructura de la casa se asemeja a la Casa Dom-Ino de Le Corbusier porque tiene planos horizontales —el primero a nivel del suelo y el último que actúa como cubierta o entrepiso—, soportados por columnas que permitirían la planta corrida si no fuera por el elevador que atraviesa la casa como columna vertebral. A diferencia de la Casa Dom-Ino, donde los pisos se conectan con escaleras, las dreamhouses a partir de esta tendrán rampas, elevadores o resbaladillas, pero nunca una escalera. Al parecer, Barbie las detesta.

Las transformaciones arquitectónicas de las casas de Barbie pueden leerse a partir de los diferentes espacios que las mujeres hemos ocupado en la sociedad. Después del 68, muchas cosas cambiaron en el mundo: en México, el movimiento estudiantil reforzó y visibilizó que las mujeres estudiaban, usaban minifaldas y comenzaban a apropiarse de lugares que les habían sido restringidos. Mientras la pastilla anticonceptiva se comercializaba en todo el continente y las mujeres empezaban a vivir su sexualidad con más libertad, las Barbies de ese entonces encarnaban —o plastificaban— esos ideales precisamente en una época en que el desarrollo capitalista convertía a la ciudad en el centro de acumulación de capital, y la vivienda comenzaba a pensarse desde su valor de cambio y su potencial mercantil. 

Barbie en los años 60

Barbie actualmente

¿Qué soñamos cuando soñamos con la casa de Barbie? Barbie fue un juguete que creó condiciones de posibilidad para imaginar nuevas realidades para las mujeres, pero también nos disciplinó lúdicamente para concebir la vivienda —y nuestro cuerpo— como una cosa que se compra y se vende. Al ser una mercancía que caduca y que se habita decorándola, el juego consiste principalmente en poderla comprar. 

Barbie es un producto que desde los años 60 ha logrado atravesar, de puntitas, las críticas del feminismo y se ha adaptado en forma y superficie para seguir vendiéndose como objeto de deseo cosificado. Por último, en todos estos años, lo único que en realidad hemos podido hacer con Barbie, en cualquiera de sus casas y con cualquiera de sus profesiones, es peinarla y desvestirla.

Referencias: 

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