Hugo González Jiménez (1957–2021)
Hugo González Jiménez nació en Guadalajara en 1957. Se inscribió en la Escuela de Arquitectura del Iteso hacia 1975 y [...]
27 diciembre, 2015
por Juan Palomar Verea
¿Cómo medir el impacto de cualquier nueva construcción en altura en la ciudad? ¿Cómo prevenir así daños y perjuicios irreversibles? ¿Cómo proteger eficazmente a los vecindarios? Hay una herramienta sencilla: con maquetas apropiadas. Parece demasiado simple, pero así es.
Numerosas ciudades del mundo conservan y adecúan permanentemente grandes maquetas que muestran con precisión la conformación volumétrica de sus tejidos urbanos, predio por predio. De esta manera pueden evaluar empírica y científicamente su estado actual y las nuevas intervenciones que se planteen en los diversos contextos. La ciudad de México, hace pocos meses, terminó y puso en funcionamiento su propio modelo a escala, accesible a todo público.
Alguien podría decir que en esta época de tantos adelantos cibernéticos es posible hacer simulaciones eficaces del estado de la ciudad y sus posibles cambios. La verdad es que nada suple a la experiencia directa y objetiva de objetos reales cuyas características y efectos se pueden percibir de bulto, sin más intermediaciones que su consideración cuidadosa. En la inmensa mayoría de los talleres de arquitectura del mundo las maquetas continúan siendo una herramienta esencial para desarrollar prácticamente cada proyecto.
Desde hace tiempo se ha propuesto la elaboración de una buena maqueta para Guadalajara. Claro que es laborioso y tiene costos. Pero sus beneficios los compensan con creces. Hacer accesible y comprensible el estado y las alternativas del medio urbano al común de los ciudadanos, a las autoridades, a los mismos profesionales, a los niños, comporta un contenido de conocimiento y conciencia acerca de la ciudad que ningún otro medio puede aportar. Ya existe un buen avance: la maqueta que se realizó, a propósito de las instalaciones panamericanas, con fondos públicos. ¿Dónde quedó? Es cuestión de completarla y detallarla. Y ubicarla en un sitio accesible y permanente. Pero es un buen avance.
En espera de la gran maqueta de Guadalajara completa, habría que tomar medidas paulatinas, pero muy útiles. Cada intervención de cierto calado, para lograr su autorización por las autoridades, debería elaborar una maqueta adecuada incorporando un polígono de impacto apropiado. Así, sería un medio eficaz para evaluar sus consecuencias. Estableciendo una escala compatible con la que ya existe, un formato y un lenguaje uniformes, estas maquetas pueden ir desde ya conformando nuevas secciones detalladas de la maqueta integral de la zona metropolitana que se necesita.
Tomemos uno de los casos más urgentes: los edificios en altura (de más de seis pisos) que actualmente proliferan en la mancha urbana, en entornos consolidados. Su impacto y sus consecuencias en el contexto inmediato pueden ser muy graves, frecuentemente negativos para el vecindario. En términos de impactos al asoleamiento, a la ventilación, a la privacidad, a la imagen urbana, etcétera. Es imperativo pedirle a los desarrolladores unos cuantos simples requisitos para determinar la viabilidad concreta de sus planteamientos constructivos: una buena maqueta, que incorpore la intervención y la volumetría concreta de la manzana afectada y (por lo menos) las ocho manzanas circunvecinas. Ante la objeción del tiempo y el costo que esto representa es preciso recordar que al final éstos resultan mínimos respecto al bienestar y la habitabilidad de los medios permanentemente afectados.
De esta manera los propios promotores, la autoridad, los vecinos concernidos podrían conocer objetivamente los impactos hipotéticos. Y la mayoría de ellos pueden ser prevenidos y corregidos, por medio de su determinación y la instrucción directa por parte de la autoridad a los arquitectos para adecuar el proyecto. Reduciendo alturas, cuidando las fachadas, permitiendo el paso de luz y aire… cosas que cualquier arquitecto con oficio y conciencia puede y debe hacer, conservando la viabilidad de la operación inmobiliaria. Infinidad de daños y afectaciones se pudieran prevenir.
El espacio público no es simplemente el espacio que queda libre después de las actuaciones privadas. Está íntima e indisolublemente ligado a lo que suceda en los predios particulares. Para cuidar apropiadamente los ámbitos de la ciudad necesitamos
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