Gobierno situado: habitar
Un gobierno situado, un gobierno en el que quienes gobiernan se sitúan, que abierta y explícitamente declaran su posición y [...]
🎄📚Las compras realizadas a partir del 19 de diciembre serán enviadas a despues de la segunda semana de enero de 2025. 🎅📖
¡Felices fiestas!
9 abril, 2015
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog
En su título se explica casi por completo el breve relato de Borges: Los dos reyes y los dos laberintos. Sólo falta decir que de los dos laberintos, uno es el clásico enredo de muros y pasillos mientras el otro es el vacío del desierto. Del primero es difícil salir, del segundo imposible.
En su libro La estética de la arquitectura el filósofo inglés Roger Scruton incluye una cita del arquitecto Denys Lasdun: “el espacio es el aspecto más difícil de la arquitectura, pero es su esencia y el destino último hacia el que se debe dirigir.” Scruton no lo cita por que esté de acuerdo, al contrario: “si el espacio fuera lo único que nos interesa no sólo habría que considerar una gran parte de la actividad del arquitecto como una tarea decorativa sumamente inútil, sino que sería difícil ver incluso por qué debemos molestarnos en construir en absoluto. Si estamos en un espacio abierto, podemos tener una experiencia completa de todos los distintos espacios que están comprendidos en la basílica de San Pedro.” El argumento de Scruton es una obvia reducción al absurdo, pero sirve para contrastar, como en el cuento de Borges, el laberinto de lo construido contra el laberinto del vacío. Parafraseando el título del relato de Borges se podría intentar otro sobre los dos arquitectos y las dos utopías. También hay en esa historia un desierto.
Paolo Soleri empezó a construir Arcosanti en el desierto de Arizona en 1970. Soleri nació en Turín y, tras estudiar arquitectura en el Politécnico de esa ciudad, llegó a los Estados Unidos a los 27 años, en 1946, para pasar un año en otra comunidad arquitectónica de Arizona: Taliesin West, que Frank Lloyd Wright empezó a construir en 1937, parte su casa de invierno y otra parte escuela, prácticamente el santuario del “más grande arquitecto de América”, como lo calificaba Diego Rivera quien también le llamaba: mi maestro.
Más allá de la localización y de que Soleri fuera aprendiz de Wright, Arcosanti y Taliesin son bastante distintas. Ésta es un tan sólo un fragmento de Broadacre City, el plan de Wright para una ciudad que es puro suburbio, es decir, que ya no es ciudad. En 1931 Wright se preguntaba si la ciudad era “un triunfo natural del instinto gregario sobre la humanidad y, en consecuencia, una necesidad tan pasajera como el malestar que sigue a la infancia de la especie y que desaparecerá a medida que crezca.” La “ciudad” de Wright no es el origen de una comunidad sino su fin: una serie de casas aisladas conectadas por larguísimas avenidas donde los habitantes circulan en sus automóviles privados. Arcosanti, en cambio, es antes que nada una comunidad. Aunque surja en los años 70 su espíritu es el de la década anterior. James McGirk dice que era un proyecto utópico “como todos los que se construían en los años 60 y 70: una comunidad grandiosa, ornamentada, en el desierto de Arizona, diseñada con la creencia de que al amontonar miles de gentes ahí «evolucionarían» y el crimen desaparecería.”
Ninguna de las dos utopías, si así se les puede llamar a estas comunidades, tuvo el éxito que sus arquitectos imaginaron. Frank Lloyd Wright murió en Taliesin West el 9 de abril de 1959, tenía 91 años. Paolo Soleri murió a los 93 años, el 9 de abril del 2013.
Un gobierno situado, un gobierno en el que quienes gobiernan se sitúan, que abierta y explícitamente declaran su posición y [...]
Paulo Tavares sostiene que debemos cuestionar radicalmente una de las presuposiciones que sostienen a la arquitectura moderna: que toda arquitectura [...]