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Columnas

La Ópera

La Ópera

16 octubre, 2015
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog

“Una forma de arte naturalmente costosa, el arte lírico encuentra en el palacio Garnier —la vieja Ópera de París— todas las condiciones para sumar a una democratización mínima un gasto máximo: el menor número de espectadores y el mayor fasto en los espectáculos, los gastos más altos con los ingresos más bajos a pesar del alto costo de los boletos. La Comisión está convencida de que la solución reside en construir en París, de ser posible en el corazón de la ciudad, una gran ópera moderna con capacidad para 3 mil espectadores.”

Eso fue la conclusión de la comisión establecida en 1976 para estudiar la situación de la ópera en París. En 1981 Jack Lang, entonces Ministro de Cultura, encomendó la construcción del “Beaubourg de la música.” Era una de las Grandes Obras del gobierno de François Mitterrand con miras a la celebración del bicentenario de la Revolución Francesa. Para determinar el programa se estudiaron decenas de teatros de ópera en el mundo, incluso proyectos no construidos y se definieron los requerimientos técnicos. Se analizaron distintos terrenos en la ciudad, incluyendo además del que finalmente se eligió —donde estaba la estación de tren de la Bastilla—, el de la Ciudad de la Música, en la Villette, La Defense y donde ahora se encuentra el Parc Citröen. Como había sido el caso con Beaubourg, el programa que se le entregó a los participantes en el concurso es exhaustivo, llegando a los últimos detalles. El 13 de mayo de 1983 se recibieron 756 propuestas al concurso abierto e internacional. El jurado, dominado por arquitectos como Carlo Aymonino, Mario Botta, Herman Hertzberger, Jean Nouvel, Gustave Peichl, Clorindo Testa y Oswald Mathias Ungers, se reunió del 26 al 29 de junio y examinó todas las propuestas sin llegar a ningún acuerdo.  El 30 de junio, al menos uno de los miembros del jurado pidió revisar de nuevo varios proyectos. Finalmente se eligieron varios finalistas para que el presidente de la República, François Mitterrand, seleccionara al ganador. El jurado entero se los mostró el 5 de julio de 1983. Se esperaba poder dar a conocer la decisión oficial el 14 de julio, aniversario de la toma de la Bastilla. A Mitterrand ningún proyecto le convenció. Pasaron casi dos meses para que el 1º de septiembre Jack Lang anunciara en una conferencia de prensa que había tres finalistas y que se les pediría ampliar sus propuestas. Cuando Lang abrió los sobres de los proyectos número 222, 1011 y 1427, ninguno de los nombres de los arquitectos resultó conocido. Se organizó la segunda vuelta. Se deberían dibujar todas las plantas a detalle, perspectivas y secciones y hacer una maqueta de conjunto escala 1 a 1000. El autor del proyecto número 222 era Carlos Ott.

Ott nació en Montevideo, Urugay, el 16 de octubre de 1946. Trabajó en Costa Rica y en 1975 se mudó a Toronto, Canadá, donde trabajó en distintos despachos de arquitectos. Cuando pasó a la segunda fase del concurso para la ópera de la Bastilla, Ott no tenía una oficina propia ni equipo suficiente para continuar. Se le sumaron jóvenes arquitectos parisinos y algunos de sus amigos canadienses. Finalmente logró convencer a los miembros de la comisión que a su vez le explicaron al presidente Mitterand las ventajas del proyecto — que se dice habían seleccionado pensando que el autor era Richard Meier. No fue sino hasta el 10 de noviembre de 1983 que la decisión se hizo oficial. Entonces los títulos de diversas columnas de los periódicos más importantes decían: “la Bastilla sin genio”, “triunfo de la banalidad”, “el teatro del absurdo”.

La construcción del teatro de la ópera empezó en 1984 y se inauguró, sin terminar, el 13 de julio de 1989, con un concierto en el que estuvieron presentes, además de Mitterrand, 33 jefes de estado o de gobierno. La primera ópera se presentó el 17 de marzo de 1990 —después de que Pierre Bergé, encargado de la compañía de la Bastilla, despidió al director artístico, Daniel Barenboim, generando un escándalo en el mundo de la música. De la fachada del edificio se desprendieron varias piedras del recubrimiento, lo que llevó a que se recurriera con una red hasta que se cambió el material y el sistema de sujeción en el 2010. Ni el edificio ni el programa artístico pueden compararse al efecto Beaubourg del Centro Pompidou que antecedió y supuestamente inspiró a la ópera de la Bastilla.

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