9 mayo, 2022
por Mariajose Aguilar
Este texto fue primeramente publicado en Coolhuntermx
Mariajose Aguilar, de Un Hogar para Chiapas, comparte sobre la importante y vital labor de las niñez en la producción social del hábitat. Las fotografías son también de su autoría.
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Cuando hablamos de producción social entendemos aquellos procesos donde los líderes de las comunidades son adultos quienes representan y toman las decisiones para su comunidad; pero dejamos de lado a la niñez que también disfruta y vive en sus espacios. Quienes tienen la imaginación y creatividad sin límites, quienes crean escenarios en Marte en una cancha de basquetbol. Quienes tienen las mejores carreras de autos en la arena dispersa del patio trasero de su casa. Niñas y niños que por diferentes circunstancias familiares o económicas no pueden redactar una carta, pero cuentan a través de las líneas lo que sienten y quieren.
La niñez ayuda a unir a la comunidad sin darse cuenta. Cuando arquitectxs, ingenierxs o profesionistas en formación llegan a su hogar, lxs niñxs son los primeros en correr para ver qué sucede. Al momento pueden sentirse cohibidos y con pena o simplemente escuchando a los adultos hablar; pero cuando pasa el tiempo son quienes a manera de juego participan.
Desde su forma sencilla y mágica de ver su comunidad apuntan o plasman cómo sería su lugar especial e invitan a sus amigos a participar porque para ellos todo esto es un juego. Cual esponjas quieren absorber todo de esas personas que llegan, y sin dudar comienzan a cuestionar con su naturaleza de asombro y duda. ¿Para qué sirven esas herramientas?, ¿por qué se utilizará cada cosa? Si el equipo de técnicxs pregunta por algo, las niñas y niños contestan muy seguros en dónde pueden conseguir lo que necesitan y sin titubear comprometen a sus mamás y papás para ayudar.
Les llama la atención la enseñanza de nuevas técnicas de construcción como la tierra ya que las y los infantes son más dinámicos y didácticos. El simple hecho de jugar con la tierra les llama la atención, más que al ver como las personas ajenas lo hacen, ellxs quieren intentarlo. Sóolo están en espera de una invitación para entrar en acción y empezar a jugar como lo hacen esos adultos con las palas y picos.
Ven como juego las prácticas de construcción por lo que si llegan a escuchar que uno de los “arquis” pregunta por agua, sin dudarlo los invitan a su casa para que su mamá los conozca. También suelen contar en el camino sobre las aventuras que han tenido o las historias que cuentan sus papás o abuelos; y es ahí donde esa persona que lo acompaña debe implementar su escucha activa. Es en las historias donde se podrán imaginar las dinámicas o actividades tan sencillas que los adultos han decidido omitir porque no lo creen necesario.
Cuando se imparten talleres para enseñar nuevas técnicas de lo que ya se ha dialogado en colectivo, estxs pequeñxs, al estar inmersos en el juego de ser el arquitecto o ingeniero que llegó, toman la batuta y enseñan a sus padres cómo deben hacerse las cosas o cuál es la metodología que han adaptado para mejorar la elaboración de un bloque de tierra. También aprenden a identificar cuál tierra funciona, si le falta agua o algún agregado; son tan activos que ahora son ellos quienes corrigen al técnico si olvidó algún paso.
Es muy importante involucrar durante todo proceso a la niñez, ya que también aportan para mejorar su hábitat y que podemos llegar a ignorar al creer que la respuesta está únicamente en nosotrxs, lxs adultxs.
Ven de diferente manera su entorno y son ellxs quien el día de mañana tendrán las bases para poder gestionar y construir una comunidad con el derecho a una vida digna que merecen. Hacer realidad la utopía en la que muchos creemos.