José Agustín: caminatas, fiestas y subversión
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¡Felices fiestas!
12 diciembre, 2016
por Christian Mendoza | Instagram: christianmendozaclumsy
Podríamos abordar una definición más bien clásica del metro como un no lugar, como un territorio de interacciones involuntarias que no producen significado alguno. No se trata de más que un momento en la jornada en el que cualquier usuario debe convivir con sus pares. Pero el metro ha generado sus propias prácticas ciudadanas, muy a pesar de la teoría francesa sobre la frialdad de los espacios: del cruising o metreo a los combos reguetoneros (las pandillas reguetoneras decidieron estar representadas por las estaciones del metro), los citadinos han articulado diversas apropiaciones sobre un espacio que otros definen como impersonal. Ante esta diversidad de experimentaciones en torno al metro, podríamos asumir que representarlo o intervenirlo demanda una complejidad mucho más intrincada que la del didactismo: la del mensaje unilateral entre la obra y el público.
Recientemente, la artista estadounidense Barbara Kruger presentó en la estación Bellas Artes una intervención titulada Empatía, donde pueden leerse mensajes tan obvios como En la violencia olvidamos quiénes somos, impresos en la paleta tricolor de nuestra bandera. Primer cuestionamiento: si estas consignas buscaban activar socialmente al usuario del metro, ¿por qué instalarlas en las inmediaciones museísticas?; ¿por qué no trasladarlas a Tepito, a Tlatelolco? Probablemente se haya concluido que el arte es el único medio que puede generar la reflexión y establecer una cercanía entre los habitantes del metro. Lo que probablemente no se sepa es que el metro, y la Ciudad de México en general, ya son espacios públicos en todo el sentido, extensiones que albergan el luto nacional y la ira por la violencia, así como expresiones afectivas.
Si bien, los entornos urbanos son primordialmente anónimos, basta aguzar la mirada para darse cuenta de ciertos momentos de unión. Kruger busca que se piense sobre algo que ya está ahí, con o sin su demagogia.
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