Inflexiones: convertirse en lo que aún está por ser
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4 noviembre, 2013
por Andrea Griborio | Twitter: andrea_griborio | Instagram: andremonida
La arquitectura podría entenderse -como la literatura- como aquello que concentra acontecimientos, personas e instantes para hacer posible la vida. La arquitectura ordena el espacio al limitarlo y lo transforma para imprimirle significados según la realidad en la cual estos operen. Es por esto que la arquitectura debe trascender el hecho constructivo y fijar la mirada en la realidad espacial del mundo que nos rodea, tal como afirman Ethel Baraona y César Reyes en el prólogo del libro ¿Alguien dijo participar? que busca “desarticular la idea del ‘Arquitecto’ como el único encargado del espacio” e invita a ver a los arquitectos como agitadores sociales.
Provocador, potente e inclusivo, fueron los adjetivos utilizados por José Esparza curador de la Trienal de Arquitectura de Lisboa en el pasado programa de #LaHoraArquine, con estos describe el statetment curatorial de la misma, y afirma que así debe ser un evento de arquitectura, arte y/o ciudad. Se deben buscar nuevos públicos y nuevas voces para construir desde los temas cotidianos, diversos enfoques que permitan la aproximación y cercanía necesaria para que surjan los cuestionamientos. La gran pregunta que debe hacerse antes de diseñar un evento público es, ¿a qué necesidades debe responder? y la respuesta que se trae sobre la mesa es: al contexto. Entendido no solo como el entorno físico o situacional en el cual sucede el evento; el contexto entendido también como el entorno capaz de dar sentido y valor, con-textos a partir de los cuales se deberán activar los escenarios creados al estimular debates alternativos y promover las especulaciones.
“El papel del curador es el de crear espacio libre, no el de ocupar espacios existentes” afirma Hans Ulrich Obrist en su texto La participación es para siempre allí nos dice que el trabajo curatorial es participar en la creación, producción, realización y promoción de situaciones efímeras, que permiten tanto a artistas y arquitectos poner a prueba la realidad. Es así como un evento o exposición podría convertirse en el espacio de interacción recíproca entre museo y sociedad, entre profesionales y amateurs, al ver la creación de eventos como el espacio íntimo de producción, el lugar para hablar de aciertos y fracasos, el momento para experimentar y como el caldero de los cuestionamientos.
En la actualidad proliferan bienales, trienales, festivales, encuentros y congresos que ponen en evidencia la necesidad de explorar y explotar las ideas en diferentes formatos, cada día es más frecuente encontrar espacios como laboratorios de iniciativas, públicas, privadas y cívicas que ofrecen una mayor y más variada oferta de oportunidades para el desarrollo de las condiciones locales y globales. Esto es obviamente positivo. El gran reto curatorial es entender nuestro rol transdisciplinario de negociadores y traductores, que debe oscilar entre la realidad y el deseo de los acontecimientos, personas e intantes que concentra, con el fin de realizar conexiones activas, entre arquitectura, arte y usuario, es decir, entre disciplina y sociedad, a partir del uso de un lenguaje que logre penetrar en todos los estratos y construir así, piezas activas para el desarrollo.
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