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¡Felices fiestas!
3 febrero, 2015
por Mónica Arzoz | Twitter: marzozcanalizo
Desde la prehistoria y, gracias al descubrimiento del fuego, la cocina fue creada y dio inicio a su evolución hasta transformarse en el espacio que conocemos hoy en día. Objeto de estudio para múltiples disciplinas, la cocina, como espacio y práctica, forma parte de nuestra historia, esencia e identidad a nivel personal y social.
Al pensar en la cocina regularmente lo hacemos de forma un tanto irreflexiva. Al formar parte de la cotidianidad, de los hábitos y de la rutina del día a día, la cocina suele aparecer en el imaginario colectivo como un espacio o sistema de objetos que simplemente cumple un fin determinado. Pero si de habitar una cocina se trata, las actividades y fenómenos que en ella ocurren van más allá del simplemente cocinar o comer. La cocina es un espacio que da cabida a la generación de hábitos e ideas, que al curso del tiempo forman parte de la identidad cultural de un lugar en tiempo y espacio determinado.
La cocina constituye un espacio con un fuerte significado social. La evolución de la cocina como espacio y programa arquitectónico habla de las transformaciones que protagonizó la familia dentro de la sociedad a lo largo del tiempo. La historia de su diseño ha reflejado las grandes contradicciones de género que el ser humano ha experimentado y ha sido un espacio en el que se han establecido, de diversas formas, límites que responden a las costumbres que la enmarcan.
La arquitectura busca el espacio idóneo en el que el ser humano puede desenvolverse y lo transforma en algo propio como reflejo de su identidad personal. La vivienda es el espacio privado donde las personas pueden ser ellas mismas y en donde construyen su propio mundo; La mezcla entre el espacio diseñado a la perfección por el arquitecto y las transformaciones a las que éste se acata con las imperfecciones de quien lo habita, es como surge ese espacio tan privado que llamamos hogar.
Dentro del hogar, la cocina es quizás la pieza de la vivienda sobre la cual se tienen concepciones e interpretaciones más controversiales. Hay quienes la ven exclusivamente como una pieza de servicio, como un foco que produce ruidos, olores y desorden. Por lo contrario, hay quienes la ven como el espacio que centra la vida familiar, lugar en donde se hace la vida cotidiana que no sólo permite cocinar, sino que es un lugar con voz propia, juez, testigo y dictador de las dinámicas que ocurren en el seno familiar.
La sociedad absorbe costumbres, tradiciones y tendencias y lo refleja en la forma en que habita un espacio. Aunque solemos pensar que elegimos el modo en que habitamos un espacio, en realidad estamos condicionados y guiados por nuestro contexto social. Por su parte, la arquitectura simplemente se moldea a las necesidades humanas y a las circunstancias de un tiempo determinado. La cocina no está exenta de esta realidad, más que simplemente ser un espacio arquitectónico, es un espacio sobre el cual se materializa la realidad de una sociedad.
Su concepción como espacio “naturalmente” femenino, forma parte del discurso de una identidad femenina impuesta por la sociedad y el contexto. Si bien hasta no hace mucho tiempo era un ámbito exclusivo de la mujer, hoy se habla más de una habitación para cocinar, comer y compartir que de un lugar en el que las mujeres elaboran alimentos. Este fenómeno se ve reflejado en la distribución espacial actual de la vivienda, donde la cocina paso de ser un espacio dentro del área de servicios a ser un espacio privilegiado, integrado a los ambientes principales, siendo su calidad espacial factor cada vez más importante. De cierta forma, la cocina ha tomado más relevancia en la vivienda de la mano con lo que ha hecho la mujer en la sociedad; la cocina se ha revelado. La cocina dentro de estructura y jerarquía en la vivienda mexicana se ha transformado no solo en su ubicación y concepción arquitectónica, sino también en las dimensiones que esta supone necesarias. De ubicarse en el área de servicio, oculta, unida por limitados accesos al espacio de estar de la vivienda y con grandes dimensiones, la cocina ha pasado a ser hoy en día protagonista de la vivienda moderna, un espacio abierto, reducido, ubicado en el seno del espacio de estar sobre el cual el diseño y la arquitectura juegan un importante papel de integración con el resto de la vivienda.
Desde una perspectiva cultural, toda cocina es un lugar cargado con todos los aspectos que surgen en torno a la comida. La comida crea lugares donde se entablan relaciones sociales. La cocina, al igual que la arquitectura, son las responsables de crear espacios sobre los cuales el ser humano puede desenvolverse social e individualmente. Estos no se limitan al espacio de la vivienda, van más allá, transformando procesos sociales y dinámicas a nivel urbano, concibiendo espacios y circunstancias donde el humano, más que solamente satisfacer sus necesidades básicas, tenga la oportunidad de establecer relaciones y vínculos sociales. Esto hace de la comida y sus espacios una trayectoria situacional que replantean su papel el campo, la casa, el restaurante y la ciudad.
En boca de los arquitectos actuales son cada vez más comunes las analogías entre el hecho culinario y el hecho arquitectónico. Construir y cocinar son dos actividades esencialmente humanas, indispensables para la supervivencia y el bienestar desde el origen de la civilización. La cocina y la arquitectura comparten un hecho fundamental: además de satisfacer nuestras necesidades primarias, crean sensaciones y deleitan nuestros sentidos.
Es por ello que las actuales formulaciones arquitectónicas sobre la cocina reflejan su concepción como un espacio social. Un lugar agradable para reunirse y disfrutar de una comida hogareña, donde persiste latente la concepción ancestral del espacio en tono al fuego como símbolo del cobijo protector del hogar y eje en torno al cual se congrega una colectividad. Tanto la arquitectura como la cocina son disciplinas que basan sus fundamentos a partir de las circunstancias y contexto que las rodea. La arquitectura, al igual que la cocina, es el reflejo de las necesidades de una sociedad en un lugar y tiempo determinado. Por ello, en una sociedad en donde cada vez es más relevante la convivencia entre todas las personas sin distinción de género, y el deleite de los sentidos, la cocina toma prominencia en el espacio arquitectónico.
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