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¡Felices fiestas!
3 mayo, 2013
por Juan José Kochen | Twitter: kochenjj
Aldo Rossi enunció la dimensión arquitectónica de la ciudad como una condición imprescindible para la correcta formulación de una teoría de los hechos urbanos. Hace 32 años, quedó plasmado el registro de la imagen de un edificio en desplazamiento, sobre el agua que movía el Teatro del Mondo. El teatro para la Bienal de Venecia de 1979-1980, fue un encargo de Paolo Portoghesi, director de la bienal, así como de Maurizio Scaparro, director de la Bienal de Teatro de la época; ambos comisarios de la exposición y el espacio escénico para el primer carnaval veneciano de los ochenta. Un edificio efímero que permanecería en la memoria. Memoria, arquitectura y ciudad: “delante de la Salute, mientras escuchaba la música y miraba a la gente acomodarse al interior, recogí un efecto que había previsto. Al ser un teatro que flotaba, desde las ventanas se podía ver el tráfico de los vaporettos y de los barcos, que entraban en la imagen del teatro, constituyendo la verdadera escena, fija y móvil. He pensado en insertar un teatro en una ciudad vieja, en Venecia, la capital del agua, donde el paisaje no sólo lo forman el cielo y el agua. También el puente de Rialto es parte del paisaje, un mercado, un teatro”. Así como este teatro de madera, la ciudad recorrida, observada, pensada y escrita por Rossi permanece a pesar de sus transformaciones en busca de nuevos imaginarios e identidades.
Para Rossi, una parte importante de nuestros estudios tendrán que estar dedicados a la historia de la idea de la ciudad, a la historia de las ciudades ideales y a la de las utopías. Pero la utopía de Rossi se escribió 14 años antes del Teatro del Mondo, cuando devolvió la teoría a la ciudad. Más bien, cuando estableció la teoría sobre la ciudad, sin que ésta pudiera devolverla. La arquitectura de la ciudad (1966) se publicó dos años después de haberse construido el Teatro Paganini (1964) de Rossi. La ciudad como obra de arquitectura y la historia como continuidad de hechos: “la ciudad, en su vastedad y en su belleza, es una creación nacida de numerosos y varios momentos de formación; la unidad de estos momentos es la unidad urbana en su complejo; la posibilidad de leer la ciudad con continuidad estriba en su prominente carácter formal y espacial”. Y así, “la gran importancia del aspecto cualitativo de la arquitectura y por extensión de la ciudad, radica en que su consideración nos permite percatarnos de dimensiones insospechadas que habían sido soslayadas por los reduccionismos de las teorías anteriores, y que al ser valoradas nuevamente basándose en una concepción dialéctica, nos sorprende por su profunda significación”.
Rossi escribió estas dimensiones urbanas a diferencia de los estudios del objeto arquitectónico, forma, racionalismo y funcionalidad del movimiento moderno. Sus significados y dialéctica pusieron sobre la mesa la revaloración y estudio de los orígenes de la ciudad haciendo un corte por capas para identificar la cimentación, estructuras y edificios que han sido parte del imaginario urbano. En el capítulo sobre “La memoria colectiva”, Rossi introduce consideraciones que aproximan al conocimiento de la estructura más profunda de los hechos urbanos, y por lo tanto, a su forma. El arquitecto italiano cita La Mémoire collective de Halbwachs para decir que la ciudad misma es la memoria colectiva de los pueblos; y como la memoria está ligada a hechos y a lugares, la ciudad es el locus de la memoria colectiva: las permanencias de los hechos urbanos. De tal forma que la memoria colectiva llega a ser la misma transformación del espacio por obra de la colectividad en el tiempo, que a la vez confiere significado a la estructura urbana. Rossi continúa diciendo que sólo “así la unión entre el pasado y el futuro está en la idea misma de la ciudad que la recorre, como la memoria recorre la vida de una persona, y que siempre para concretarse debe conformar la realidad pero también debe tomar forma en ella. Y esta conformación permanece en sus hechos únicos, en sus monumentos, en la idea que de éstos tenemos”.
Para entender la dimensión arquitectónica de la ciudad y la consideración de la misma como totalidad concreta, es necesario entender la reminiscente postura de ciudad desde la memoria colectiva descrita por Aldo Rossi, desde su mito fundacional. Como con el Teatro del Mondo, asociamos los edificios con otros edificios que recordamos o con edificios sobre los que nos acordamos que hemos pensado, y que a veces pueden presentarse en nuestra mente más grandes que los que conocimos realmente. A veces, las cosas por las que nos sentimos más atraídos son las que alguna vez aspiramos a tener y nunca tuvimos: una arquitectura que existe, podríamos decir, en la memoria de los sueños. La masa, la escala, las proporciones y la textura definen el ideario de la memoria colectiva de los edificios, un mismo teatro en movimiento que sólo cambia de escenografía.
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