Casa manifiesto
El primer manifiesto en México se escribió en 1921. Anuncios, carteles y publicaciones como Irradiador e Urbe consumaron la vanguardia [...]
26 noviembre, 2012
por Juan José Kochen | Twitter: kochenjj
La casa que construí causó sensación porque jamás se había visto en México una construcción en la que la forma fuera completamente derivada de la función utilitaria. Aplicando el sistema de construcción de concreto armado en el edificio, su apariencia era extraña
Tras siete meses de restauración, y una ardua gestión para su adquisición, la casa de Juan O’Gorman proyectada en 1929 reabrirá sus puertas el próximo año. Ubicada frente a la ex hacienda de Goicochea (hoy restaurante San Ángel Inn) fue construida en lo que fueron las canchas de tenis de la hacienda, terrenos adquiridos por Juan O’Gorman con el pago de honorarios por sus colaboraciones con Carlos Obregón Santacilia. “Terminada en 1929, es citada como ‘la primera casa funcionalista’ en México, en la que intencionalmente simplifica el uso desnudo de las losas de concreto y hace lucir la esbeltez de los postes, evocando las Maisons domino de Le Corbusier (1914)”. Carlos González Lobo refiere su relevancia al simplificar –incluso con demasiadas concesiones estructurales- materiales y sistemas constructivos.
En la calle Palmas 81, la llamada Casa de Cecil O’Gorman, aunque nunca fue habitada por él, fue el laboratorio experimental del arquitecto y muralista mexicano. La casa se desplanta en dos niveles y cuenta con terraza cubierta, cuarto de servicio, sala, cocina y comedor (en planta baja) y un estudio, baño y cuatro recámaras (en planta alta). Una escalera volada en forma de helicoide, ahora en claro proceso de restauración, articula el estudio en planta alta con el jardín, junto con grandes ventanales de piso a techo que se pliegan como una gran celosía estructural. O’Gorman reconfiguró la estancia como pórtico y develó estructuras racionales y funcionalistas con base en los postulados de la Bauhaus: fachadas y plantas libres, ventanas anchas de corte horizontal, pilotes, azoteas, instalaciones aparentes, tinacos expuestos y losas de cemento sin enyesado, sólo con algunos muros de tabique aplanados.
Esta casa fue antecedente del primer proyecto posrevolucionario de vivienda popular: la Casa para los Obreros Mexicanos. Aunque no construido, este prototipo de caja espacial de doble altura proyectado también en 1929, coincide –un año antes- con el modelo a escala 1:1 de la famosa Usonian House de Frank Lloyd Wright, cuyo primer antecedente se remite a 1930 como respuesta a la crisis económica norteamericana. Posteriormente, las Casas estudio de Diego Rivera y Frida Kahlo, ubicadas junto al lado de su primera casa funcionalista, fueron construidas entre 1931 y 1932, luego de que O’Gorman vendiera los predios e ideal de vivienda a Diego Rivera.
Estas obras son parte del primer gran periodo en la obra de O’Gorman, una arquitectura funcionalista y radical realizada entre 1928 y 1936, y que cambió radicalmente años después para ser una arquitectura orgánica y regionalista entre 1945 y 1956. La ahora llamada Casa O’Gorman 1929 será parte del programa de actividades culturales y exposiciones de la Casa Estudio y se integra por completo con una serie de taludes con cactus que complementan el perímetro y condición plástica-paisajista del sitio. La restauración a cargo de la Dirección de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico Inmueble del INBA y la Facultad de Arquitectura de la UNAM –bajo la dirección de Víctor Jiménez- rescata y adquiere un inmueble, aún en una última fase de obra que concluirá en diciembre, que reivindica a O’Gorman como importador del funcionalismo en México y rescata el primer prototipo de vivienda moderna en el país.
La casa que construí causó sensación porque jamás se había visto en México una construcción en la que la forma fuera completamente derivada de la función utilitaria. Aplicando el sistema de construcción de concreto armado en el edificio, su apariencia era extraña. En México no se había hecho una casa puramente funcional. Logré aplicar lo que el maestro Cuevas consideraba una obra de ingeniería correcta, y la teoríaa que el maestro Zárraga me había enseñado: esto es, ser lo más fiel posible a la necesidad humana de albergue, aplicar los sistemas de construcción modernos a la arquitectura y aprovechar las condiciones climáticas del lugar donde se construye, mediante la orientación correcta de la casa. Dicha casa no fue un simple capricho de carácter artístico, ni una construcción en función de una teoría abstracta, sino que en realidad aplicáronsele los principios de la arquitectura funcional, que después fueron la base para las construcciones escolares que hice en el Distrito Federal y que influyeron en la arquitectura que en México se hizo posteriormente
Juan O’Gorman
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