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22 febrero, 2016
por Pedro Hernández Martínez | Twitter: laperiferia | Instagram: laperiferia
Con una imagen de la célebre arqueóloga María Reiche —llamada realmente Viktoria María Reiche-Große Neumann— sobre una escalera desde la que poder ver más allá del suelo, se presentó oficialmente la Bienal de arquitectura de Venecia dirigida por el reciente premio Pritzker, Alejandro Aravena, que busca reportar desde el frente. Se trata de una imagen recurrente en ciertas conferencias del arquitecto, de esas que muestran la sencillez del diseño y sus capacidades. Algo similar a cómo hizo cuando se apropió de la tecnología de los Ayoreo —una tribu nómada que vive en la región Gran Chaco, entre Paraguay y Bolivia— para crear una silla de diseño, la llamada Chairless, para la empresa Vitra.
¿Es la imagen ya un trazado de las ideas que podrán ser vistas en Venecia? Reiche es famosa por ser la principal investigadora y conservadora de los geoglifos de nazca, en Perú. Su técnica era sencilla, apenas cargada con una escalera y una escoba, se apoyaba en la primera para poder ver más allá de la simple vista y de la segunda para ayudarse a descubrir y trazar de nuevo las líneas que había erosionado el paso del tiempo. ¿Era esto lo que buscaba Aravena? ¿La acción directa, alejada de efectismos, que se queda con lo mínimo necesario pero que esconde un potencial tremendo, cercano, en el caso de Reiche, a lo divino?
En su presentación, el director de la Bienal, Paolo Baratta, dijo que esa imagen fue recibida de manera efusiva por la organización. Primero por servir de contrapunto a la reciente muestra de la Bienal de Arte; segundo porque hace elocuente uno de los “objetivos y actitudes” de esta edición: “contemplar un horizonte mucho más amplio.”
“En anteriores exposiciones de la Bienal —recordó Baratta—, nuestro momento parece estar caracterizado por una creciente desconexión entre la arquitectura y la sociedad civil. Las muestras anteriores han abordado esto desde diferentes perspectivas. Esta vez, queremos investigar tendencias que van en otra dirección, hacia la renovación; estamos buscando mensajes de aliento. (…) No sólo estamos interesados en exhibir resultados concretos para una evaluación crítica, también queremos ver cómo se produjeron estos ejemplos positivos”. Baratta apunta que lo que pretende la exposición es ver qué impulsa la demanda de la arquitectura: “cómo se identifican y expresan las necesidades y los deseos, los procesos lógicos, institucionales, legales, políticos y administrativos que dan lugar a la arquitectura”. Y aspira a hacerlo más allá de lo banal, más allá del estilo, más allá de lo formal. Un comentario deseable, pero siempre costoso de conseguir en un marco mediático como el de la Bienal. Ahí, es probable que la organización y el curador encuentren el mayor de los retos.
Aravena apuntó a este hecho: “no es fácil”. Lo que pretende es no sólo hacer una muestra que hable de una arquitectura sencilla de dimensión social. No. El reto es ampliar la idea misma de la exposición; “compartir con un público más amplio el trabajo de las personas que están escudriñando el horizonte, en busca de nuevos campos de acción” y que desde la práctica arquitectónica se enfrentan a diferentes problemas: “la segregación, las desigualdades, las periferias, el acceso a servicios de saneamiento, los desastres naturales, la escasez de viviendas, la migración , la informalidad, la delincuencia, el tráfico, los residuos, la contaminación y la participación de las comunidades”.
¿Podrá la Bienal, tal y como desea Aravena insistentemente, “marcar la diferencia”? Quién sabe. Es demasiado pronto para decirlo. Hasta que no se acabe y se pueda establecer un razonamiento crítico, cualquier postura resulta ilusoria. Sin embargo, ya sabemos que la muestra italiana se ha convertido en un producto mediático tal que ya ha mostrado antes la dificultad para encontrarse con esa sociedad a la que aspira el arquitecto chileno y secunda Baratta. En su lucha o para ella, Aravena, Baratta y el resto del equipo han organizado conferencias y publicaciones y desarrollado un programa educativo que alimente el debate.
La muestra estará abierta al público desde el sábado 28 de mayo al domingo 27 de noviembre de 2016 y tendrá por sede, un año más, los especios de los Giardini y del Arsenale, e incluirá la participación de 62 pabellones nacionales, cinco de ellos participando por primera vez: Filipinas, Kazajstán, Nigeria, Seychelles y Yemen. La selección de los estudios y arquitectos elegidos para la muestra principal –ubicada en el Pabellón Central del Arsenal– consta de 88 participantes, procedentes de 37 países diferentes. 50 de ellos estarán participando por primera vez, y 33 arquitectos están bajo la edad de 40 años.
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