Sobre Antonin Raymond y su paso por México
En México, el arquitecto checo Antonin Raymond es prácticamente desconocido. Raymond visitó Mexico, como lo hicieron otras figuras extranjeras (por [...]
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¡Felices fiestas!
7 mayo, 2016
por Juan Manuel Heredia | Twitter: guk_camello
Juan Sordo Madaleno es sin duda uno de los arquitectos más injustamente ignorados y malinterpretados de la cultura arquitectónica moderna mexicana. Esto es algo muy peculiar, ya que como profesionista Sordo Madaleno se distinguió por ser uno de los arquitectos más productivos en el país. Las imágenes de su obra abundaban en publicaciones y revistas especializadas y fueron, de hecho, de las más numerosas en los libros de Myers y Cetto, las dos fuentes clásicas sobre el movimiento moderno mexicano de mediados del siglo XX. Sólo quizá Mario Pani rebasaba a Sordo Madaleno en cantidad de obra construida. Más importante, sin embargo, fue la calidad constructiva y refinamiento espacial mostrado en sus edificios e invariablemente elogiado por los críticos de arquitectura, dentro y fuera de México. En este sentido, resulta sorprendente el nivel de organización que su despacho debió haber tenido para lograr tal cantidad y calidad de trabajo. Sus colaboraciones con arquitectos de la época (desde Augusto H. Álvarez, Luis Martínez Negrete, José Luis Certucha, Álvaro Ysita Ortega, Enrique Langenscheidt, Jesús García Collantes, Jaime Ortiz Monasterio, José Villagrán García, Ricardo Legorreta, Luis Barragán, Imanol Ordorika, J. Francisco Serrano, José de Yturbe, hasta su inseparable socio de madurez José Adolfo Wiechers) dibujan a un personaje efectivamente pragmático y políticamente sagaz, pero con una gran visión y capacidad de diálogo y entendimiento.
Con todo, la principal contribución de Sordo Madaleno a la arquitectura mexicana fue el sentido de proporción que de manera muy especial reintrodujo, y que ayudó a transformar y consolidar al precoz movimiento moderno mexicano, para elevarlo al rango de una auténtica “escuela mexicana de arquitectura”, distinta de aquella reseñada por la historia oficial. La rigurosa pero abierta geometría de sus formas (la tensión y el balance entre orden simétrico y orden eurítmico) hacen ver que para Sordo Madaleno la conciencia disciplinar estaba por encima, o mejor dicho antecedía y por lo tanto fundamentaba, cualquier tipo de reivindicación política o social. La dimensión pública de su arquitectura se elaboró así desde el oficio mismo y se manifestó en la manera en que sus edificios logra- ron transformar y enriquecer los lugares en los que se construían: una arquitectura a la vez proporcionada y proporcionante y, por lo tanto, decorosa en el sentido vitruviano o ético del término. Ya sea de manera crítica o instrumental, pero siempre arquitectónicamente, Sordo Madaleno dio forma al México del siglo XX.
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