Gobierno situado: habitar
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¡Felices fiestas!
15 noviembre, 2020
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog
Cada práctica profesional opera en un estado esquizofrénico, en una situación llena de contradicciones inevitables. También el diseño comunicativo, que tradicionalmente concibe sus propias acciones como en servicio del interés público, pero que al mismo tiempo está comprometido con los intereses privados de los clientes y los medios. Para asegurar su existencia, el diseño, como cualquier otra profesión intelectual práctica, debe luchar constantemente para neutralizar esos conflictos de interés inherentes, desarrollando un concepto mediador en búsqueda del consenso. Lo anterior siempre termina en una reconciliación con el estado actual de relaciones sociales; en otras palabras, en aceptar la imagen del mundo del orden establecido como el contexto de sus propias acciones.
El anterior es el primer párrafo del ensayo de Jan van Toorn (1932, Tiel, Holanda) titulado Diseño y reflexividad, publicado en 1994. La sección que abre dicho párrafo lleva por subtítulo, apropiadamente, El pan y la libertad y, por supuesto, lo que afirmó van Toorn para el diseño gráfico se podría decir sin mayores cambios de otros tipos de diseño, así como de la arquitectura —basta recordar la reciente afirmación de Jacques Herzog, “los arquitectos necesitan clientes”, esgrimida casi como excusa para defender una posición aparentemente apolítica. Van Toorn, pensaba al diseño gráfico como una forma de periodismo visual. En una nota publicada en la revista Eye en el invierno de 1990, Gerard Forde escribió que el objetivo de van Toorn “era rescatar a los medios de su papel como red para la distribución de la ideología dominante, reforzando lo que entiende como su función legítima para comunicar.” El diseño —escribió van Toorn en el ensayo antes citado— “ha terminado siendo prisionero de una ficción que no corresponde a la realidad actual más allá de las representaciones de la industria cultural y su monopolio de comunicación”. Y agregaba que los diseñadores parecían estar muy contentos “de ganarse la vida con una libertad ciega, que lleva a la vulgarización y la simplificación de nuestras tradiciones reflexivas y críticas.”
En 2015 The Monacelli Press publicó un pequeño volumen empastado en tela color naranja y titulado The Debate. The legendary contest of two giants of graphic design. El libro recoge la transcripción del debate que el 9 de noviembre de 1972 sostuvieron van Toorn y Wim Crouwel en el Museo Fodor, en Ámsterdam. Crouwel pensaba que los diseñadores debían seguir un método analítico y presentar la información de la manera más neutral posible, sin interferir entre el mensaje y el receptor. Por su parte, van Toorn pensaba que esa manera de proceder ponía en entredicho el objetivo y la responsabilidad del diseñador, quien, a sus ojos, no podía ser neutral. Pretender ser neutral no es más que repetir los patrones dominantes y reforzar el status quo. Ese tipo de diseño —diría en una conferencia de 1997 titulada Design beyond design—, aunque se tenga por autónomo, “funciona como una legitimación estética de la ideología dominante.” En esa misma conferencia dijo:
La mayor parte del poder político es ejercido por círculos invisibles. La política ha desaparecido ampliamente bajo sistemas económicos y tecnocientíficos de las oligarquías neo-corporativas en el gobierno, el comercio y las industrias de servicio. Eso ha resultado en una creciente discrepancia entre el alcance de la política y la moralidad, entre la representación de la sociedad en los medios y su realidad cotidiana.
Para van Toorn, “si hay que dotar de nuevos contenidos a las promesas incumplidas de la democracia en el sentido de la emancipación y la participación, hacen falta nuevos impulsos para formar la opinión pública”. En esto, el diseño comunicativo jugaría un importante papel, “dada su función directiva de producir imágenes, si reintroduce seriamente una olvidada agenda sociocultural en su pensamiento y en su acción.”
Jan van Toorn murió a los 88 años el pasado 13 de noviembre.
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