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Columnas

Jaap Bakema, del CIAM al Team X

Jaap Bakema, del CIAM al Team X

20 febrero, 2016
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog

El 8 de marzo de 1914 nació en Groningen, Holanda, Jacob Berend, Jaap Bakema. Estudió en la Academia de Arquitectura de Amsterdam, donde Mart Stam fue uno de sus profesores. Se recibió en 1941 y tras la guerra trabajó en la Oficina de Vivienda Pública de Rotterdam. En 1948 entró al despacho de Johannes Van den Broek y tres años después será socio del mismo. Antes, Bakema empezó a participar en el Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, que había iniciado en 1928 en La Sarraz, Suiza, con Le Corbusier como fundador y Siegfried Giedion como primer secretario general. Bakema sería nombrado secretario en 1955 y tuvo a su cargo la organización del décimo CIAM, en Dubrovnik en 1956. Al mismo tiempo, Bakema era uno de los más involucrados en el Team X, el grupo —un tanto vago según ellos mismos— formado por los más jóvenes y donde también se encontraban George Candillis, Giancarlo De Carlo, Aldo van Eyck, Alison y Peter Smithson y Shadrach Woods. En 1959 tuvo lugar el último encuentro del CIAM, el onceavo, en Otterlo. Tras la disolución del CIAM el Team X se siguió reuniendo, la primera vez en 1960 y la última en 1977, pues la reunión que tendría lugar en Lisboa en 1981 se canceló tras la muerte de Bakema, el 20 de febrero de ese año.

En diciembre de 1962 se publicó en la revista Architectural Design un texto editado por Alison Smithson que sería reimpreso ya como libro en 1968 con el título Team X Primer. Además de los Smithson y de Bakema, el libro incluye los nombres de van Eyck, Candilis, Woods, de Carlo, Coderech, Pologni, Soltan y Wewerka. “El objetivo de la cartilla, se lee al inicio, fue reunir en un solo documento aquellos artículos, ensayos y diagramas que el Team X considera como centrales para sus posiciones individuales.” Empieza hablando de la infraestructura urbana, un tema que les parecía fundamental. “Tradicionalmente, dice, alguna cosa de gran escala y que no cambia —la Acrópolis, el río, el canal o alguna configuración singular del territorio— era lo que hacía que toda la comunidad se estructurara de manera comprensible y asegurara la identidad de las partes dentro del todo.” Eso, decían a finales de los años sesenta, había cambiado. Los del Team X pensaban que la “más obvia falla” era “la imposibilidad de comprender” las grandes ciudades y su falta de identidad. Una idea que no sólo compartían los miembros del Team X si recordamos, por ejemplo, los estudios de Kevin Lynch. El problema era territorial: se originaba en la estructura o, más bien, la carencia de estructura de las autopistas, que para tener una “función unificadora” debían integrarse en un sistema. “De nuestro primer interés en la vida en la calle —se lee en un párrafo firmado por Alison y Peters Smithson— nos hemos obsesionado con el concepto de «movilidad» en todos sus sentidos y particularmente con sus implicaciones para el automóvil. Para el arquitecto no se trata sólo de un asunto de tráfico pues le interesa la invención de tipologías de edificios apropiadas para el nuevo patrón urbano que exige la motorización.”

No hay duda, se lee más adelante en un texto firmado por Bakema, “que ha llegado un momento decisivo en el desarrollo del movimiento moderno.” Muchas de las ideas del movimiento moderno, aseguraba Bakema, habían sido usadas “no en base al amor y al entendimiento sino a la prostitución y la explotación.” Algunos principios del movimiento moderno, agregaba, se enfrentaban con “barreras que no podrían librarse sin una reorganización de los métodos de trabajo.” La producción industrial podía ayudar a producir no un entorno mecánico y monótono sino, al contrario, uno capaz de acoger y propiciar las diferencias: “la diferenciación y la unidad mediante el ritmo y el sub-ritmo,” dirá van Eyck. Para Bakema se trataba también de un asunto de nuevas tipologías: “la variedad de tipologías, por ejemplo, es una parte esencial de la expresión arquitectónica y la relación entre esas tipologías es de influencia decisiva en el desarrollo de cada una en particular.” Algo que, según Bakema, el planificador no podía lograr, pues debía “reconocer una serie de circunstancias de clases muy diversas” y a las que el arquitecto debía prestar atención si no quería caer en “soluciones decorativas espaciales para escapar a la monotonía.”

Bakema insistía en sus textos y proyectos en ideas como el espacio total, resultado de la inevitable relación entre arquitectura y urbanismo: architecturbanism, que hace posible que grandes acciones de planeación infraestructural permitan, al mismo tiempo, la mayor libertad en las acciones individuales y una variedad que hace posible la comparación entre “diferentes maneras de vivir expresadas en distintas tipologías,” lo que le parecía esencial pues “si no podemos comparar olvidamos la relatividad de nuestra manera de vivir y el desarrollo se detiene: la comparación resulta esencial para una forma de vida democrática” y, por eso mismo, para la idea de una sociedad abierta, donde el bienestar sea común, distribuido gracias a la planeación y la arquitectura.

Team X fue un colectivo planteando arquitectura colectiva para el bien común. Las ideas de Bakema y de los otros miembros del Team X sin duda eran, como ellos mismos las calificaron, utópicas, aunque aclaraban que “utópicas en el presente,” pues declaraban que su objetivo no era “teorizar sino construir.” Acaso algunos de los principios de aquél no-grupo que buscó una “demostración colectiva a una escala que resulte efectiva en términos de los modos de vida y la estructura de la comunidad” sí se hayan puesto a prueba —quizá no en base al amor y al entendimiento sino a la prostitución y la explotación—, pero la última frase de su objetivo declarado aun es válida: it must be said that this point is still some way off.

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