Espacio político: rave y cuerpo
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26 abril, 2016
por Carlos Lanuza | Twitter: carlos_lanuza_
“The best for the most for the least”.
Charles Eames
Probablemente nunca ha habido tantos objetos diseñados en el mercado. El crecimiento de la población mundial, las políticas económicas capitalistas, el consumo, la fama, la competitividad en todos los niveles (económico y social que deriva luego en “status”) ha generado una avalancha de productos. Hay de todo para el hogar: cocina, descanso, trabajo, aseo, ocio; todos los tipos, colores, materiales y formas; hasta lo inagotable está presente en la feria más importante del mundo, el Salone del Mobile en Milán. Este año la feria se llevó a cabo entre el 12 y el 17 de abril y a ella asistieron más de 300 000 personas.
Acceso al recinto ferial – Salone del Mobile Milan 2016. Fotografía: Carlos Lanuza.
La nueva feria de Milán, proyectada por la oficina Fuksas (Massimiliano Fuksas) entre 2002 y 2005, acoge en más de 20 pabellones, no sólo stands de diversas compañías, sino también exhibiciones de diseñadores emergentes, nuevas maneras de habitar y exposiciones de enlace entre el diseño del futuro y la tradición del pasado. La feria está ubicada en Rho, una ciudad a unos 30 Km. al norte de Milán. Una “columna vertebral” al aire libre y techada conformada por una retícula triangular de estructura metálica y superficies transparentes articula todo un eje de circulación que comunica todos los pabellones, con áreas de esparcimiento y restauración en varios niveles.
Es notable reconocer la diferencia entre las maneras de exponer el producto por parte de las empresas presentes en la feria. Estas maneras responden a estrategias claras que reflejan un discurso tanto de la presentación del producto como de la sensibilidad que reclaman. Por una parte existen grandes compañías que, acompañadas por diseñadores muy famosos, se muestran más seductoras: generan un mundo interior que sólo es visible desde el exterior a través de filtros muy trabajados que insinúan aquello que guardan, el producto está muy bien colocado, iluminado y generan una cierta emoción. Las otras compañías, más preocupadas por vender, exponen todo el producto posible y de la manera más obvia, la diferencia de sensibilidad deja claro la disparidad y revela ansiedad o contención.
Exposición de Ron Arad para Moroso – Evento “Fuori Salone”. Fotografía: Carlos Lanuza.
Estas dinámicas, impulsadas por una época de fama e imagen, empiezan a convertirse en sistémicas. Las maneras de vender también se generalizan y muchas veces se ve cómo un mismo diseñador –muy famoso- genera productos para casi todas las compañías. Un fantasma nos persigue a lo largo de la feria, vemos sillas, alfombras, sofás, y lámparas con el mismo nombre detrás, stand tras stand. La marca se ve sustituida por el nombre del diseñador y se pierde cierta identidad. Esto se repetirá luego en efecto cascada por las demás empresas -que no se pueden permitir pagarle a diseñadores como estos y por tanto copian o se “inspiran”-, marcando tendencias que con más o menos suerte terminan asfixiando la estética predominante… hasta la próxima temporada.
Y así como pasa en muchos gremios, el diseño industrial sufre una especie de explosión. En el centro está aquello que marca un movimiento y en la periferia el resto que lo sigue a su manera. En este sentido, los eventos “Fuorisalone” pueden convertirse en espacios frescos que permiten conocer nuevos diseñadores, y donde también nacen muchas tendencias. Jardines, villas, cines y universidades se ven ocupados por actividades relacionadas con la feria, son efectos colaterales de una ciudad revolucionada por la llegada de gente de todo el mundo.
Diseñador siendo fotografiado durante el Salone del Mobile Milan 2016. Fotografía: Carlos Lanuza.
Al final queda una pregunta que nos hostiga: ¿hace falta diseñar y producir tantos productos? Es como generar más ruido, un blog más, un libro más, una lámpara más, una silla más, ¿estamos aportando algo al hacerlo? Una de las cosas que más se agradecen en general es encontrarse con gente que añade valor a su oficio por el simple hecho de amarlo, generan pasión y se distinguen del resto de una manera brutal.
Después de tanto ruido y tanta fascinación, Milán ofrece un crisol de experiencias que permiten entender lo que nos pasa hoy de una manera un poco clara, quizá al final del día sólo hace falta respirar un poco, y hacerse la pregunta adecuada. Nuevas tendencias se vislumbran en el horizonte, alumnos de prestigiosas escuelas de diseño ya no pretenden generar una marca personal, sino que prefieren trabajar en la industria para mejorar la calidad de vida de la gente, algo que nos recuerda los inicios del diseño industrial con esa primera frase de Charles Eames.
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