Gobierno situado: habitar
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¡Felices fiestas!
15 octubre, 2015
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog
De un lado la cárcel, el hospital, el cuartel y la escuela. Del otro, el jardín y el cementerio, el teatro y el burdel. Los primeros disciplinan al cuerpo: lo fijan y lo ponen a la vista, le imponen conductas y comportamientos: el cuerpo vigilado, el cuerpo curado, el cuerpo entrenado, el cuerpo educado. Los otros permiten que el cuerpo se distienda, que se deje ir, que se pierda, incluso. Daniel Défert cuenta que el 14 de marzo de 1967 el Círculo de Estudios Arquitecturales invitó a Michel Foucault a dictar una conferencia sobre el espacio. Ahí habló de esos espacios otros que había calificado como las heterotopías.
Foucault nació el 15 de octubre de 1926 en Poitiers y se mudó a París a los 20 años a estudiar en la Escuela Normal Superior. Entre sus maestros estaban Jean Hyppolite, que investigaba las ideas de Hegel, y Louis Althusser, que lo hacía con las de Marx. También ahí fue alumno de Georges Canguilhem, que estudiaba desde una perspectiva filosófica las ciencias biológicas y médicas. Justo en el año en que Foucault llegó a París, Canguilhem dictó su conferencia Lo viviente y su medio. Canguilhem empezó diciendo que “la noción de medio está en proceso de convertirse en un medio universal y obligatorio para registrar la experiencia y la existencia de las cosas vivas, y uno podría casi hablar de la constitución de una categoría básica del pensamiento contemporáneo.” La vida y el medio que la determina terminarían siendo también, a su modo, intereses fundamentales de Foucault.
En su libro Vigilar y castigar, publicado en 1975, Foucault explica cómo a partir de cierto momento de nuestra historia, las penas impuestas por cometer algún crimen se dirigen ya no al cuerpo del criminal sino a su vida o, dicho de otro modo, a su forma de vida: la tortura no se ejerce ya directamente sobre el cuerpo sino sobre el espacio que este ocupa: se limita, se cierra, se constriñe. Sea en la prisión o en el hospital, en el cuartel o en la escuela, “el espacio disciplinario tiende a dividirse en tantas parcelas como cuerpos o elementos que repartir hay” pues “es preciso que garantice el dominio sobre la movilidad.” Surge así “una arquitectura que ya no está hecha simplemente para ser vista o para vigilar el espacio exterior, sino para permitir un control interior, articulado y detallado.” La arquitectura, agrega Foucault, se convierte en “un operador para la transformación de los individuos,” incluso, en especial en el caso de la prisión, deja de concebirse como una forma de tortura para entenderse como rehabilitación: si se cambia el medio se podrá cambiar al organismo que lo ocupa.
Las heteropotías son esos espacios en los que es posible escapar a la disciplina del cuerpo. Son en el espacio lo que el carnaval es en el tiempo: una fiesta en la que todo se subvierte y todo está permitido. Pero así como el carnaval tiene un inicio y un final, las heterotopías “siempre tienen un sistema de apertura y de clausura que las aísla del espacio que las rodea.” Ese sistema de aislamiento no está siempre constituido por puertas o muros sino que muchas veces consiste en ritos de paso o de iniciación. En otro texto titulado Cuerpo utópico, Foucault empieza afirmando que “mi cuerpo es lo contrario a la utopía:” nunca está en otra parte, “es el lugar al que irremediablemente estoy condenado.” Pero más adelante explica que el bailarín, por ejemplo, despliega su cuerpo en el espacio: lo dilata, y que lo mismo le sucede a quien se droga o al poseso y no sólo esos casos extremos: sentirse es desdoblarse, desplegarse en uno y su cuerpo, otro cuerpo. Las heterotopías son los lugares del cuerpo utópico, ahí donde desaparece al menos momentáneamente la obligación de comprobar el domicilio y la identidad, de sentarse y no moverse, de poner atención y de ser visible. En las heterotopías los “signos de adscripción a un cuerpo social homogéneo” y su lugar lo ocupan los cuerpos individuales, heterogéneos, indisciplinados, sólo, de nuevo, por un momento y en ese espacio.
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