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Herramientas para habitar el presenteHerramientas para habitar el presente

Herramientas para habitar el presenteHerramientas para habitar el presente

8 noviembre, 2012
por Arquine

Herramientas para habitar el presente. La vivienda del siglo XXI* es un compendio de sistemas de análisis y aplicaciones proyectuales para la vivienda actual. El libro, editado por Josep Maria Montaner, Zaida Muxí y David D. Falagán, aborda la vivienda como encrucijada de la complejidad contemporánea, en la que convergen a través de la arquitectura cuestiones urbanas, sociales, tecnológicas y medioambientales. La publicación parte de un sistema de valoración integral de la vivienda realizado en función de cuatro conceptos esenciales: sociedad, ciudad, tecnología y recursos, y cuatro parámetros de análisis: gestión, rehabilitación, tipología y percepción. Esta aproximación a la vivienda resulta fundamental para generar una crítica y análisis proyectual hacia nuevas formas de hacer ciudad y sus espacios de habitación.

*El Concurso Arquine No.15 busca la generación de nuevas tipologías para la vivienda del siglo XXI a partir de la revisión de los modelos habitacionales de la modernidad, con base en criterios de redensificación, sostenibilidad, flexibilidad y cohesión con la ciudad.

Se necesita educar para que la vivienda sea entendida como parte de la ciudad y como lugar para habitar el presente, albergar nuestro pasado y proyectar el futuro.

La vivienda, hacedora de ciudad, espacio de convivencia y crecimiento personal, no es una escenografía sino un espacio de complejidad creciente, con múltiples capas de análisis y lecturas.

El concepto ciudad se refiere fundamentalmente a la capacidad del proyecto de vivienda colectiva para incidir favorablemente en la estructura urbana en la que se inserta.

La vivienda es el primer espacio de sociabilización y la representación espacial de las diversas agrupaciones familiares. Por ello ha de ser capaz de albergar las diversas maneras de vivir que se evidencian en las sociedades del siglo XXI. La pregunta de partida es: ¿qué cambios se han producido en la sociedad, las costumbres, los trabajos y las estructuras familiares?

El rasgo básico de la sociedad actual es su heterogeneidad. Para una valoración integral de las viviendas colectivas contemporáneas se ha de considerar la capacidad de adecuación a las diversas agrupaciones familiares existentes, cada vez más diversas.

La solución para afrontar la diversidad necesaria de tipos de viviendas radica en desarrollar mecanismos de flexibilidad.

La primera regla de la flexibilidad es la existencia de ámbitos con la mínima jerarquía posible, es decir, de tamaños semejantes, de manera que cada grupo de convivencia pueda apropiárselos de manera singular.

La vivienda ha de permitir la realización de una innumerable cantidad de tareas, ha de conjugar lo individual y lo colectivo.

Pensar en la vivienda de principios del seglo XXI significa replantear los presupuestos que le dieron forma.

La voluntad del racionalismo de crear una vivienda social, funcional y mínima obedecía al interés por encuadrar a la clase obrera dentro del modelo familiar burgués. Ha desaparecido la posibilidad de pensar la vivienda para una familia o persona ideal y desde una óptica única y privilegiada.

La vivienda nos ha de albergar en nuestras diferencias. Hoy hemos de aprender a vivir en las nuevas subjetividades y sociedades en transformación de principios del siglo XXI: aprender a valorar, proyectar, participar, compartir y habitar el presente.

La valoración de la calidad arquitectónica de la vivienda contemporánea se hace desde la óptica de su relación con el funcionamiento de la ciudad y el uso de la colectividad.

La vivienda colectiva dentro de la ciudad densa evita el consumo masivo de territorio.

Los espacios colectivos e intermedios, en la confluencia entre el espacio privado de la vivienda y el espacio público de la calle, favorecen el conocimiento y la relación entre los vecinos.

La proximidad a los equipamientos básicos y la diversidad funcional son valores esenciales de los que deben disfrutar las viviendas y que ellas mismas han de enriquecer; recuperar usos mixtos, las edificaciones híbridas, la mezcla de usos no de un área sino de una misma parcela.

Se ha de tener en cuenta cómo se relaciona el edificio con la ciudad, es decir, qué actividades recogen las plantas bajas, cómo son sus fachadas, qué flujo de miradas interior-exterior se proponen, se ha de valorar especialmente la relación del edificio de viviendas con el espacio público.

Es importante entender que las viviendas no son ni pueden ser piezas autónomas sobre un tablero de juego. Reivindicar aquellas experiencias donde el proyecto residencial forma parte de un proyecto urbano equilibrado.

El comercio de barrio de menor escala es un elemento imprescindible para la cohesión y relación vecinal y para un uso del tiempo más eficiente.

Hacer ciudad con viviendas,  proyectar el crecimiento urbano con límites e intervenir en el paisaje con arquitectura.

La oportunidad de pensar y proyectar un nuevo barrio es un desafío que genera muchas preguntas, comenzando por cómo se construye ciudad.

La relación del ser humano con su hábitat ha estado siempre marcada por la natural necesidad de personalizar su ambiente. Es necesario asumir la flexibilidad como una condición esencial del espacio habitable.

La vivienda debería estar diseñada bajo esta condición de perfectibilidad y adaptabilidad, lo que implica concebirla no ya como un producto terminado, sino como un soporte capaz de ser mejorado.

Los principios fundamentales para pensar una vivienda en consonancia con los recursos limitados del planeta son: la orientación y el aprovechamiento pasivo, la ventilación cruzada, la luz natural y el asoleamiento. La arquitectura posee recursos tipológicos propios que permiten una mejor relación con el medio ambiente.

Si la ciudad está definida por el espacio público, las actividades y la gente diversa que lo utiliza, el proyecto ha de procurar garantizarlos por medio de decisiones de escala y complejidad diferentes.

Los valores de las viviendas son inseparables del tejido urbano en el que se insertan. Por ellos el proyecto urbano es imprescindible y los valores de una obra sólo tienen sentido en relación a su contexto.

*Herramientas para habitar el presente. La vivienda del siglo XXI (2011), Montaner, Josep Maria | Muxí, Zaida | D. Falagán, David, Universidad Politécnica de Cataluña, Barcelona.

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