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¡Felices fiestas!
6 enero, 2022
por Bruna Mori
Publicado en colaboración con Offramp – SCI-Arc
La desintoxicación digital y la artesanía ya eran una tendencia pre pandémica, mezclando el agotamiento con una cultura de la gentileza. El mindfulness combinó bien con degustaciones de kombucha. Vestidos románticos de color índigo con estampado de hojas de Monstera. Los entrantes de masa madre y las semillas germinadas son ahora sinónimo de superación y huida privilegiada de la adversidad pandémica.
Mi interés en la artesanía como artefacto, el tema de este artículo, surge del tiempo que pasé trabajando en el Museo Internacional Mingei y dando una clase de activismo artístico (craftivism) en la Woodbury School of Architecture. Además, tengo curiosidad por las comunidades espirituales subculturales y los cultos del sur de California. Según Adam Parfrey en Cult Rapture, hay más per cápita en Southland que en cualquier otro lugar de los Estados Unidos.
Según CRAFT, editado por Tanya Harrod, la idea de hacer algo (craft), como proceso o producto, se ha usado estratégicamente a lo largo del tiempo para enfrentar cuestiones de cultura, género, clase o desarrollo global para dar un paso ante el academicismo artístico, o simplemente para involucrarse en procesos arcaicos o cotidianos. La necesidad de autoconservación o creer en un espíritu de lo hecho a mano en tiempos de crisis también podría ayudar a dar forma a objetos hermosos. Metiéndose a fondo mientras se abandona el resto.
Para estudiar más a fondo estos fenómenos, vale la pena consultar con una comuna del sur de California que se ha estado manufacturando durante generaciones en la posguerra. Desde la década de 1940, la Lemurian Fellowship de Ramona (California), ubicada en 24 hectáreas de tierra, al noreste de la ciudad de San Diego, ha ofrecido consuelo a los estudiantes de la escuela de filosofía cósmica y universal, inspirada en la civilización perdida de Lemuria. En tiempos turbulentos, el número de devotos aumenta.
Según Learn Lemurian Healing de Tiffany Wardle, los lemurianos originales vivían en el continente de Lemuria, sumergido por el Océano Índico hace mucho tiempo. Los residentes eran seres psíquicos altamente evolucionados que en su vida cotidiana usaban la curación a distancia. Tal como describe Wardle, sus prácticas curativas podían usarse para cualquier dolor físico o emocional sin absolutamente ningún efecto secundario… 10 veces el poder del Reiki. La Lemurian Fellowship actual, sin embargo, es conocida tanto por su carpintería artesanal como por la curación colectiva.
A mediados del siglo XX, las cajas de caoba de la comunidad obtuvieron muchos elogios en las ediciones de la revista Arts & Architecture, influyente en ese momento, y sus vasos de nogal negro fueron adquiridos para la colección permanente del Museo de Arte Moderno. Aunque los miembros ya no buscan elogios por la decoración del hogar, sus ideales se han mantenido presentes en el ritual de elaborar instrumentos musicales y accesorios. En una entrevista reciente, el administrador de la comunidad Lemuriana, Conrad Funk, explicó que aprendemos haciendo nuestro mejor esfuerzo con las oportunidades que se nos presentan y, por lo general, encontramos que estas actividades desarrollan el talento y las habilidades que necesitamos para convertirnos en personas más equilibradas, individual y colectivamente.
Funk señala que el mundo que cambia rápidamente está trayendo una nueva ola de estudiantes lemurianos, y muchos expresan un sentimiento de conexión con la antigua civilización de Lemuria. Los alumnos estudian su filosofía y aplican sus principios a sus propias vidas y entornos: Esto nos da a todos una comprensión básica de las leyes de Dios y cómo operan cuando interactuamos con los demás uno a uno en la vida grupal. Funk se embarcó en sus propios estudios de la Orden Lemuriana en 1971, y vivió durante 40 años en la comunidad de Ramona Gateway, donde se encuentra Lemurian Crafts. En 2010, se mudó a la icóncia propiedad de la comunidad, en la autopista 67.
Funk se tomó un tiempo para compartir algunas ideas más sobre la naturaleza de la artesanía lemuriana:
¿Cómo se convirtieron los miembros de la Lemurian Fellowship en carpinteros y cómo se manifiesta la filosofía lemuriana en la artesanía?
Por sugerencia de seres muy avanzados que guían nuestro trabajo, iniciamos el Lemurian Crafts en 1940. Tiene un propósito material y espirutual: permitrnos complementar nuestros ingresos y ayudarnos a trabajar hacia la perfección mediante la creación de artículos hermosos y útiles que reflejen los ideales leurianos. La madera fue elejida como nuestro primer medio porque estaba disponible cuando otros medios escaseaban después de la guerra.
¿Poseen los objetos o procesos de fabricación un valor espiritual?
Sentimos que los objetos en sí transmiten un valor espiritual que se deriva del esfuerzo genuino de cada artesano en querer servir, producir un artículo de perfección y belleza, y la voluntad de cooperar con los demás. Sabiendo la devoción y el esfuerzo que se les ha dedicado, valoramos mucho los artículos de Lemurian Crafts y esperamos que algo de nuestro amor y esfuerzo se pueda sentir en cada uno de ellos.
¿Los productos de Lemurian Crafts son de cosecha propia o tiene influencias de los movimientos mingei o Arts & Crafts?
Aunque son de cosecha propia, incluso usando maderas locales como del limonero y el ábrol de la toronja, en nuestros primeros diseños, ciertamente fueron infulenciados por el estilo moderno de mediados de siglo y son parte del mismo. En la década de 1950, la comunidad estuvo en contacto con el carpintero Sam Maloof y colaboró con los artesanos Jackson y Ellamarie Wooley, quienes crearon piezas de esmalte de cobre que se incorporaron a nuestras cajas decorativas y lámparas de esa época. La simplicidad del diseño, combinada con la utilidad, siempre ha sido un ideal lemuriano.
¿Cuál crees que será el legado o el artefacto de la comunidad Lemuriana?
Las creaciones de Lemurian Crafts han tendido a atrael a aquellos que buscan más allá de lo común. Creemos que nuestro legado será la extensión del profundo significado de la verdadera asociación de toda la humanidad que las artesanías deben reflejar a través del amor por la naturaleza, la belleza y el cudado de los demás.
Funk relata cómo los diseños de los lemurianos ha sufrido cambios a lo largo de las décadas. Iniciando con la carpintería entre 1950 y 1960, hubo un interés en los elementos decorativos que tenían un propósito práctico: jarrones, fuentes de madera y ensaladeras, salvamanteles y lámparas. Experimentaron con la fabricación de artículos como herrajes para puertas durante 1960-1970, lo que llevó a un contrato que producía tiradores de puerta, de gabinetes, cajones y algunos diseños personalizados para edificios, todos buscados por arquitectos, hoteles, bancos y propietarios de viviendas de lujo.
A medida que se erigieron más edificios sin puertas de entrada y disminuyó la demanda de herrajes arquitectónicos, la comunidad lemuriana regresó a la carpintería: fabricando violines. Sin embargo, la competencia por los instrumentos se hizo más intensa a medida que se producían instrumentos más baratos en otros lugares. Luego recibieron una solicitud para hacer atriles de madera para violín y violonchelo, su enfoque principal desde la década de 1980. Funk lo atribuye a la guía espiritual entre bastidores.
Mientras redirijen su trabajo con las cambiantes fuerzas del mercado, su búsqueda de la maestría espiritual persevera independientemente de lo que se haga. Quizás entonces sea la parte del colectivo de la Comunidad Lemuriana la que contribuya a una historia de manufactura de resiliencia a través de una cultura de creación. Lo que se ha aprendido es que el potencial de conexión para un mundo mejor se realiza no sólo a través de la experiencia artesanal, sino también a través del viaje de hacer cosas juntos (incluso a distancia).
A medida que se publicaban innumerables imágenes de pan de masa madre en las redes sociales en innumerables ocasiones, brotando más panes curativos e imágenes de ellos, el proceso de creación también perdura, pero se afirma. Es una cosa segura, se acumula rara vez en la producción en masa, pero siempre en el potencial de la masa.