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23 diciembre, 2014
por Mónica Arzoz | Twitter: marzozcanalizo
Se puede decir que no existe una razón de ser o definición más pura de la arquitectura que la habitabilidad, palabras íntimamente relacionadas e incluso co-dependientes. La palabra habitabilidad, de acuerdo a la definición de la Real Academia de la Lengua es la “cualidad de habitable”. El termino Habitar deriva del latín habitare que significa “ocupar un lugar” o “vivir en el”. Por su parte, Arquitectura es el arte de construir y crear espacios que se ocupa directamente de proporcionar los espacios en los que el hombre habita; la habitabilidad determina, guía y diferencia a la arquitectura de todas las otras bellas artes del mundo.
La arquitectura es el espacio habitable por excelencia. Los objetos arquitectónicos son simples medios o instrumentos que no tienen su fin en ellos mismos. Su finalidad va más allá, consiste en la satisfacción de las necesidades espaciales del hombre habitador. En otras palabras, lo “habitable” es el concepto rector de todo proceso de diseño arquitectónico. El habitar es una característica fundamental del ser humano. El hombre, al ser el habitador de los espacios creados por la arquitectura se convierte en el centro, el por qué y para qué del hacer arquitectónico. Tal y como señala G.W.F Hegel (1981) “El hombre como finalidad esencial, y otra, lo que le rodea, la envoltura, la arquitectura como medio”.
Si bien no puede haber arquitectura si no se procura la habitabilidad, si puede haber habitabilidad sin arquitectura. La habitabilidad es una cualidad del espacio que se fundamenta en múltiples aspectos más allá de los elementos arquitectónicos. Un lugar puede ser habitable o vivible si tiene características afectivas no necesariamente físico espaciales. Sabemos que todos los espacios, naturales o artificiales son potencialmente habitables a su manera. Sin embargo, mientas que en los espacios naturales es realmente indiferente si están o no habitados, los espacios arquitectónicos, sin excepción alguna, necesitan ser habitados, de lo contrario, la arquitectura pasa a ser una obra puramente escultórica.
La arquitectura participa como condición deseable para la habitabilidad más no es estrictamente necesaria. Las características geométricas y cualidades formales del espacio arquitectónico pueden o no favorecer al índice de habitabilidad de un espacio. Sin embargo, el humano para vivir, apropiarse, identificarse y pertenecer a un espacio, requiere, además de las condiciones físico espaciales, un conjunto de condicionantes adicionales, dentro de las que destacan aspectos simbólicos, sociales y económicos. En otras palabras, la habitabilidad busca espacios donde florecer naturalmente, pero, si bien no es obligatorio que la arquitectura propicie estos aspectos adicionales, al menos debe intentarlo.
El hombre por naturaleza siempre busca mejorar su forma de vivir, y es en la vivienda -donde el hombre pasa gran parte de su tiempo- en donde la habitabilidad se hace más evidente. La calidad del espacio arquitectónico, apariencia y acondicionamiento dentro de la vivienda es probablemente lo que más valora el común denominador de las personas.
Es evidente el impacto que el entorno construido tiene sobre el comportamiento y estar del humano, y la vivienda, al ser el lugar más íntimo, constituye la plataforma básica de habitabilidad. Sin embargo, al hablar de habitabilidad y arquitectura no se puede dejar a un lado la arquitectura a nivel urbana y global, pues de igual manera la arquitectura de espacios de la ciudad también tiene repercusiones sobre la calidad de vida de sus habitantes. Se habita en la ciudad en medida que el entorno construido lo permita. Factores como la infraestructura, servicios, empleos y educación, hacen de un centro urbano más habitable o no. Una ciudad, al igual que la arquitectura, es ciudad en todo el esplendor de su significado si esta es habitada.
A lo largo de la historia el arquitecto erróneamente ha intentado enseñar a los habitantes cómo vivir los espacios. Al entender a la arquitectura como la herramienta para lograr la habitabilidad del espacio, entendemos que el trabajo del arquitecto esta en la correcta interpretación del habitar. Existen varios aspectos básicos para el correcto funcionamiento de una obra arquitectónica, tales como los biológicos y psicológicos que hacen que el habitante establezca una relación de confort y habite el espacio.
Las obras arquitectónicas se convierten en arquitectura en tanto son habitadas. La arquitectura, al tener la capacidad de crear espacios donde el ser humano puede expresarse y vivir libremente, es el único arte o técnica capaz de proyectar habitabilidad. Un buen arquitecto puede darle vida a un espacio, o conjunto de espacios, pero es el dueño el que tiene que darle el alma y apropiarse de ellos.
La arquitectura creo el espacio idóneo en el que el habitante pueda desenvolverse y transformarlo en algo propio como muestra de su identidad personal. Como bien dice la arquitecta Teresa Sapey “La casa perfecta es imperfecta”. La casa es el espacio privado donde el ser puede ser uno mismo, construir su propio mundo. Tomando lo perfecto dado y transformándolo en su propio imperfecto es el proceso como el habitante vive su espacio.
La ciudad o el barrio de igual manera deben ser proyectadas para ofrecer espacios habitables donde el humano pueda desarrollarse social e individualmente. El arquitecto debe saber elegir, pero sobre todo prescindir, pues en ocasiones menos es más al hablar de espacios habitables. El espacio habitable no solo debe permanecer dentro de la vivienda, sino debe replicarse creando espacios privados y urbanos para que el ser humano los habite y se apropie de ellos. Que los convierta suyos y pueda desenvolverse en plenitud.
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