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24 diciembre, 2023
por Erik Carranza L. | Twitter: SA_Anonima | Instagram: SA_Anonima | linktr.ee: Anonima_arquitectura
Salón de juegos en la casa estudio de Frank Lloyd Wright, fotografía por Alejandro Molina en julio del 2023.
“el espacio interior en sí mismo es la realidad del edificio”
Frank Lloyd Wright
Los espacios de juego como salones específicos en una vivienda actual suelen ser precarios, nulos o inexistentes, a esta actividad, al juego, se le relega por un lado a los objetos, juguetes y a las áreas públicas: parques, plazas, jardines y arenas de juego o por otro lado como complemento del área privada en la recámara propia o en la secundaria, a un contenedor, ya sea en un armario, clóset, estante, repisas, caja o juguetero; aún recuerdo el mío en el antiguo departamento de mis padres en la colonia Jardín Balbuena que era una gran caja de madera de aproximadamente 1 × 2 metros × 60 cm. de altura que mandó a hacer mi padre donde cabía todo un universo lúdico, juguetes acumulados por años y los que por lo habitual usábamos mi hermano y yo estaban sobre la tapa de esa caja que con el fondo del tapiz que mis padres escogieron para ambientar la recámara hacia un conjunto armónico entre juego y deporte (el tapiz era un referente al futbol americano); sí, el juego puede darse en cualquier espacio y superficie, un tapete puede ser todo un territorio lúdico y una caja de cartón puede convertirse en toda una ciudad imaginaria, los objetos detonan esa imaginación, pero tener un espacio contenido para el juego o un contenedor de juguetes creo hace una diferencia increíble que te puede marcar de por vida.
El salón de juegos del cual quiero hablar está ubicado en la casa estudio de Frank Lloyd Wright en el 951 de Chicago Ave, Oak Park, IL 60302, Estados Unidos, donde vivió de 1889 a 1909 veinte años de su vida, junto con su esposa Catherine Lee Clark Tobin Kitty e hijos: Frank Lloyd Wright Jr. (1890), John Lloyd Wright (1892), Catherine Lloyd Wright (1894), David Samuel Wright (1895), Frances Lloyd Wright (1898) y Robert Llewellyn Wright (1903). Localizado en la planta alta de la vivienda, el playroom o cuarto de juegos es un área de aproximadamente de 3 × 5 × 5.50 metros de altura, que divide al oriente mediante un gran muro ancho la habitación de día de Catherine del área de dormitorios de sus hijos que están en el extremo opuesto, cuatro grandes habitaciones que compartían un baño completo (una de ellas con acceso directo, la habitación de Catherine y Frank) y a los cuales se llega mediante dos escaleras, la de servicio, la privada que conectaba directamente con la zona de la cocina y la escalera pública que conecta con un vestíbulo hacia el comedor o dining room y la sala de estar o living room (comer y estar, el espacio de las vivencias), hacia el poniente el muro divisorio es de menor espesor y colinda con las escaleras de servicio en dos rampas haciendo que el acceso a este se desfase hacia el lado norte. En el sentido largo dos grandes ventanales a escala infantil.
Los ventanales norte y sur
Ven hacia la Avenida Chicago, el del norte y hacia el vecino de la colindancia posterior el 426 de la Avenida Forest con una gran vista arbolada el del sur, ambos ventanales simétricos en tonos vivos tituladas “globos y confeti” se desplantan a una altura aproximada de 40 cm para dejar una serie de cajones directos hacia el piso (para guardar juguetes y objetos) y generar una repisa a lo largo del salón de juegos (los objetos que habitualmente usaban), con un altura de aproximada de 1.20 m. captan la luz del norte y el sol del sur rematando en la parte superior con otra repisa para colocar cuadros, obras de arte y las luminarias que dan una ambientación artificial indirecta hacia la parte superior; de esa repisa que funciona para la compresión de la bóveda de cañón a la Éttiene-Louis Boullée (ver y comparar contra la Biblioteca Nacional de Francia de 1785) se alza la curva de desarrollo de esa bóveda de casi 3 metros de altura que remata con un tragaluz en la parte central para la ambientación natural del salón.
El muro poniente.
En un texto titulado “Casa-estudio Wright: el nacimiento de un mito en Chicago”, escrito por Helena Ariza describe y muestra un par de fotos de ese muro y de ese lado del salón de juegos: “… el piano de cola, ese elemento que Wright consideraba indispensable para una sala donde se daban pequeños conciertos, pero el cual no podía tomar un aspecto protagonista; por ello lo empotró en una pared y sacó la cola sobre las escaleras situadas justo tras él”, un recurso que usó Wright para esconder la parte técnica del piano sobre el primer desarrollo de la escalera que conectaba con la cocina; al llegar al pequeño vestíbulo-corredor de la planta alta entre ese espacio para albergar la cola del piano y un nicho para un clóset, Wright contrae el espacio con un pequeño arco-bóveda de madera de baja altura para darle paso a la gran bóveda-vitral que encapsula la sala de juegos. Imaginemos por un momento el efecto que podría llegar a causar siendo niño en esa casa al pasar de un espacio obscuro con una iluminación artificial contra la entrada de luz natural por el norte, el sur y la cenital (lo que uno como niño de unos 40 a 90 cm de altura ve al entrar a ese salón es una gama de colores amarillo, rojo y naranja intenso dependiendo la época del año) y remata la vista con el cuadro sobre la chimenea en el otro extremo del salón.
Junto al piano que está ubicado exactamente en la esquina en el lado opuesto y al acceso sin puerta de control hay un librero con nichos y puertas para albergar mas libros. No sólo la luz es un factor importante dentro del salón de juegos, la música, la palabra, la lectura y el calor emitido tanto por los ventanales, domo y la chimenea hacían de este espacio “el salón de juegos”. En la parte superior un tapanco y coronando la salida del salón de juegos una escultura de una victoria alada.
El muro oriente.
El muro grueso tiene tres elementos importantes dentro del salón. El primero es la chimenea para los fuertes inviernos de Chicago, el segundo, un mueble conformado por dos columnas-clóset para guardar libros, hecho de madera con un cajón inferior y puerta abatible con vitrales con los diseños tradicionales de Frank para este tipo de elementos, y una repisa de madera que une a lo largo estas columnas-clóset; el tercer elemento en la parte superior como remate es un cuadro titulado El pescador y el genio. Hoy en día si se visita la casa estudio de Frank Lloyd Wright se encuentra sobre ese muro poniente tres objetos adicionales: la madera para encender la chimenea, una escoba para limpiar el resto de cenizas (de esa chimenea que ya no se usa) y un oso de peluche que nos remite al juego que se daba en ese espacio.
“…era el deseo de mi padre que sus hijos crecieran con la idea del reconocimiento de que era el buen arte dentro de la casa. Él creía que el instinto por la belleza se establecería firmemente en un salón donde esta, la belleza y la fuerza fueran los factores diarios. Y papá tenía razón.”
John Lloyd Wright en My father, Frank Lloyd Wright, en el capítulo “En el comienzo”.
En la recopilación de fotos que he buscado sobre ese espacio se encontraban lateralmente al costado de la chimenea y de las columnas-clóset, una silla y un sillón las cuales supongo eran los lugares para la madre, Catherine Lee y el padre, Frank, ambos en tapicería color gris y estructura de madera. Supongo que Catherine Lee se sentaba del lado izquierdo en la silla y Frank se sentaba del lado derecho, cerca del piano, para poder observar al pescador.
El pescador y el genio.
De aproximadamente cinco metros de largo, el salón de juegos es uno de los espacios mas bonitos e interesantes de la casa estudio de la familia Tobin Wright. Por un lado es “un espacio programático muy flexible que podía utilizarse como gimnasio, guardería, sala de conciertos o teatro”, y es un espacio que puede ser interpretado como un sustituto que el arquitecto dio a sus hijos por lo que no pudo dar como padre (esa paternidad ausente que seguramente le peso a Frank por el trabajo excesivo que tenía como arquitecto) y que muy en el fondo también creo que el se consideraba así mismo como el séptimo hijo de la familia y disfrutaba mucho de ese salón.
El libro que escribió su segundo hijo, John Lloyd Wright, My Father who is on Earth in Heaven and in Hell, es una descripción muy clara de la representación existente en el salón de juegos, por un lado la tierra está representada simbólicamente con los pisos, muebles y elementos de madera de robe blanco (el árbol estatal de Illinois), el cielo con el vitral enorme que remata la bóveda y el infierno con la entrada excesiva de luz y con la chimenea de remate del salón exactamente debajo del cuadro que diseño el mismo Frank Lloyd Wright y que fue pintado por su amigo Orlando Giannini, The Fisherman and the Genie o El pescador y el genio, retomada de la historia de One Thousand and One Nights o Las mil y una noches. El cuadro es un relato enmarcado que contiene muchos relatos dentro del mismo, es una síntesis de esas lecturas continuas que hacia Frank Lloyd Wright de niño, es una mezcla entre Aladino y Sinbad el marino narrados por Scheherazade pero también es una visión propia de ciudad por parte de Wright que después implementarían en Bagdad.
Orlando Giannini, (Cincinnati, Ohio, 3 de marzo de 1860) de profesión escultor, conoció a Frank Lloyd Wright por medio de sus relaciones con otros artistas. En su primera visita a la casa de Frank le propuso pintar un mural sobre la chimenea, el cual trabajó durante los domingos hasta completarlo. En la misma casa-estudio pintó otros dos murales en la recámara principal que representaban a los indios de las llanuras americanas. En un recorrido en Google Maps puede verse esa representación sobre el cerramiento de una de las ventanas.
El cuadro del El pescador y el genio está enmarcado en un medio círculo producto de la repetición de la bóveda celeste, presenta en la parte superior a el genio que marca el eje de simetría del salón. Debajo de él hay tres capas cromáticas, una amarilla para el cielo con unos trazos horizontales irregulares que no indican las nubes mas bien es la presencia etérea del genio que acaba de salir; una azul para el mar; y una café para la arena (infierno, cielo y tierra en orden descendente). El pescador del lado izquierdo está viendo hacia el cielo y al genio, y detrás de él está una ciudad, posiblemente la que sirvió de inspiración para el Plan Maestro para el Gran Bagdad que diseñó Frank Lloyd Wright entre 1957-58 (que incluía el diseño de una ópera, un centro cultural, un museo, una universidad y una oficina de telégrafos). Ese lejano o extremo oriente sintetizado en la capital cultural islámica; al centro, en la arena esta un recipiente, una especie de lámpara de aceite o la lámpara mágica de la cual sale el genio; y del lado derecho sobre el mar dos objetos veleros-pájaros navegando.
El cuadro es un opuesto, presenta la dualidad entre la tierra, la de Bagdad, “tierra entregada” o “regalo de Dios”, y el agua del Río Tigris, “río rápido”, “agua que fluye”; también la dualidad entre lo terrenal y lo etéreo, entre la ciudad y la naturaleza, entre lo urbano y lo natural: el genio es rico en su vestimenta, es colorido y joven; el pescador es viejo y pobre en su vestimenta, que es monocromática, blanca; ambos tienen un tocado en la cabeza. El de el genio está lleno de simbolismos e insignias, demuestra poder; el de el pescador es sencillo, tiene utilidad hacia su actividad, pescar. Quizá lo que representa Frank Lloyd Wright en ese cuadro es a la ciudad redonda o la ciudad de la paz donde se encontraba la casa de la sabiduría. Eso, el salón de juegos es algo más, es un salón de la sabiduría.
El cielo sólo puede ser el símbolo de esta luz de luces,
en el sentido de que el cielo se convierte en un puerto.Un testamento, Frank Lloyd Wright, Nueva York, 1957
Los Lincoln Logs
Ese salón de juegos es parte fundamental para el desarrollo del trabajo realizado por John Lloyd Wright, el juego como sabiduría. Él estudió arquitectura en la Universidad de Wisconsin-Madison la cual abandonó para incorporarse a la vida laboral y trabajar en diferentes actividades hasta terminar trabajando casi cinco años para su padre (sin paga alguna por sus honorarios pero si bajo la manutención de Frank) involucrándose en diferentes proyectos y viajando hasta Japón para llevar la supervisión arquitectónica de la construcción del Hotel Imperial en Tokio del cual era responsable en su totalidad mientras su padre estaba trabajando, escribiendo o dictando conferencias. En algún momento de su residencia en Tokio decide cuestionar la idea de la manutención de su padre y su total independencia y valorización por el trabajo realizado y empieza a cobrar sus honorarios de los pagos directos que recibía del cliente sin notificarle a Frank, el cual al enterarse decide despedirlo e inicia un conflicto entre padre e hijo por esta decisión.
Para esa proyecto, el Hotel Imperial de Tokio, Frank Lloyd Wright desarrolló un sistema de cimientos y estructuras portantes desconocidos hasta ese momento en arquitectura que sustituía a la arquitectura tradicional japonesa en madera y papel con el concreto armado, el acero, la piedra y el ladrillo definiendo este sistema como una “caja de herramientas para el arquitecto del siglo XX” (en 1923 Frank solicita una patente con unos diagramas de bloque de concreto armado). Ese aprendizaje obtenido por John tanto por la arquitectura de su padre y de la arquitectura japonesa (estructuras con vigas de madera con un sistema de interconexión para soportar terremotos) lo lleva a dedicarse a uno de sus pasatiempos, los juguetes y plantea un sistema de construcción a base de troncos en miniatura con muescas para poder empalmarse a la manera de las cabañas de madera a los que nombra Lincoln Logs en referencia a la cabaña de Kentucky en la que vivía el presidente Abraham Lincoln.
Los Lincoln Logs desde 1916 están conformados fundamentalmente por seis piezas:
En una edición del 2023 ya se anexan dos piezas más: marcos para ventanas y puertas en color amarillo. En este mismo año, el canal Roku empezó a transmitir una serie protagonizada por Cody Hebrock y Wilson Disch que en conjunto forman una compañía constructora donde implementan el sistema de construcción diseñado por John Lloyd Wright a escala 1:1, Lincoln Log Masters con una temporada y ocho episodios para recrear la experiencia de John en la vida real.
Esa caja contenedor de juguetes que se encontraba en mi recámara-salón de juegos siempre fue un recordatorio de ese primer viaje a Chicago realizado a los 10 años de edad en compañía de mi hermano de 6 y de mi abuela paterna. Viajamos en camión, de ida, primero en una línea de autobuses mexicana y después en los famosos Greyhound Lines Inc. (el regreso ya lo hicimos en avión) que no sólo me sirvió para recorrer y entender el territorio, el tiempo y la distancia a esa edad (casi tres días de viaje) y ese viaje es el recordatorio del motivo para dejar de maravillarme a mi regreso de esa caja de juguetes, de ese espacio de juego y de creer en ese algo que entra por la ventana o que baja en muchos salones de juego o estancias por una chimenea entre la noche del 24 y la madrugada del 25 de diciembre. Esa chimenea a la que Frank Lloyd Wright coronó con El pescador y el genio es para mí una confirmación de lo que es el genio —que no sale de una lámpara, más bien está entrando hacia la chimenea—, por lo que estoy seguro que creía para él y para sus hijos en ese personaje que llena a muchos de ilusiones. Feliz nochebuena y feliz navidad, dependiendo del día en que se esté leyendo este texto.
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