Chapultepec no gana, la ciudad pierde
Proyecto anunciado, no será cancelado. Al menos eso es lo que parece el caso con la onerosa propuesta para el [...]
3 junio, 2022
por Félix Sánchez | Twitter: F_pesci
Mi generación de arquitectura de la UNAM — 1963-1968— se entristece con la pérdida de un amigo y compañero de mil batallas. Desde la escuela iniciamos una relación de competencia sana con Pancho. Tuvimos la suerte de contar compañeros muy afanosos en lo que sería nuestro oficio y también contamos con grandes maestros que impulsaron que creyéramos en lo que hacíamos. Formamos un grupo tan apasionado que, once de nosotros, decidimos en 1966 actuar como grupo diverso, inspirado en la Bauhaus. Lo llamamos Integración y teníamos áreas de diseño gráfico, arquitectura de paisaje, diseño de interiores, arquitectura, urbanismo, instalaciones y análisis político de la sociedad y la ciudad. Era en este último que Pancho estaba como encargado. Desde joven tenía la semilla de lo que haría el resto de su vida. Pancho fue un conocedor de la cosa pública. Y empezó en Auris, siguiendo en SAHOP y SEDUE, de donde fue dos veces Subsecretario. Aquí un merecido reconocimiento a su labor pública. Ejemplar funcionario, pulcro como pocos en los asuntos de los dineros del urbanismo, honesto y leal a su país y a su creencia de urbanita y promotor de planes y programas urbanos. Diríamos que con él una camada de urbanistas se sentaron a la mesa para diseñar el país urbano que se nos venía encima.
Pudo equilibrar su desarrollo con la enseñanza, dando clases de urbanismo y, desde luego, formando parte de la Academia Nacional de Arquitectura, de la cual fue presidente por un largo periodo e impulsó su crecimiento y una mayor inclusión. Hoy la Academia, presidida atinadamente por José Reygadas, está más viva que nunca y la labor de Pancho se nota. Otro rasgo de su personalidad fue su generosidad, que derramaba a todos, así como su solidaridad con su mujer, la dulce Flora, ya finada, y con sus hijos. Hombre culto, recuerdo su fascinación por la música: era frecuente asistente a la Sinfónica. Capitulo aparte es su disfrute del buen comer. ¡Vaya comilonas que nos dimos!
Lo mejor de Pancho fue su ética profesional y un profundo sentir social por el México injusto que vivimos. A su manera dio una lucha sin cuartel para abatir esa injusticia en el campo que actuó. Admirable fortaleza para aguantar el sistema político que vivió muy de cerca. Su legado es haber sido un funcionario de excepción. Nuestra generación está de luto. Te recordaremos siempre, descansa en paz gran amigo.
Proyecto anunciado, no será cancelado. Al menos eso es lo que parece el caso con la onerosa propuesta para el [...]
Felix Sánchez escribe estas líneas con la emoción contenida para destacar una estampa de su amigo Augusto F. Álvarez quién [...]