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Filtros y Efectos

Filtros y Efectos

19 agosto, 2013
por Andrea Griborio | Twitter: andrea_griborio | Instagram: andremonida

Recuerdo una anécdota de mi vista a La Ricarda de Antonio Bonet i Castellana, tiene que ver con las palabras de uno de mis maestros, cuando nos dijo que dejáramos de observar a través del lente de una cámara y simplemente observáramos la formalidad de la arquitectura expresada en aquel lugar, en ese momento el impulso del comentario me obligó a bajar la cámara, observar con mis ojos, sin filtros o interferencias, caminar y a la vez entender de que manera podría ser capaz de almacenar todo lo que experimentaba en mi cerebro, como si de un “save as” se tratara, entender cual era la forma – y el formato – para capturar y fijar, para hacer aquello que se le confiere a la fotografía.

El origen de la palabra fotografía proviene del griego que significa escribir o grabar con la luz, de una u otra forma su esencia intrínseca refiere el acto de representar ideas, de fijar profundamente un mensaje en una superficie, de seleccionar, de señalar, de construir. “Las imágenes construyen reputaciones”, nos decía Alejandro Hernández Gálvez hace algún tiempo en su texto para éste blog “La insólita aura de la imagen”. En este también se preguntaba si la arquitectura se podía reducir a una imagen. A lo cual él mismo respondía que no; que la arquitectura es un hecho tridimensional que trasciende la imagen, aunque también las hay –arquitecturas– de aquellas que trascienden el edificio y son también discurso.

La fotografía y la imagen, como referencia, han sido a lo largo de la historia­ –quizás– el medio más efectivo para transmitir una idea arquitectónica, son la herramienta que ha permitido transgredir los límites de un lenguaje escrito para lograr convertir en espectador a todo aquel que la observa, eliminando las distancias temporales o espaciales y sometiendo toda imagen –y toda arquitectura– a una doble interpretación, a la de aquel que capturó en dos dimensiones la escena de lo construido – o incluso de lo imaginado si se entiende el dibujo como la fotografía del pensamiento – y a la interpretación final del que observa la foto.

Hoy, las nuevas tecnologías y sistemas para capturar imágenes han proliferado en fotógrafos, desde que en 1990 comienza la digitalización del ámbito fotográfico, pareciera que lo que era un oficio de pocos alcanzó una perspectiva plural, donde cualquiera que tenga la posibilidad, puede hacer mucho más que capturar imágenes, puede construir discursos a partir de las mismas y de sus medios. Así, nos encontramos hoy con todo tipo de historias en lo que quizás constituye la herramienta más inmediata, un smartphone permite que cada usuario no sólo comparta una imagen, sino también que construya narrativas propias donde filtros, tags, hashtags y seguidores, son parte imprescindible del efecto buscado.

Recuerdo cuando mi madre me explicaba cómo funciona el sentido de la vista, el ojo captura la imagen, ésta pasa por la cornea, se invierte en la retina y llega al cerebro, lo dibujaba en un papel como si de un mapa se tratara, al reconstruir el proceso básico de los principios fundamentales de la óptica. ¿Cómo algo que en principio parece ser instantáneo es relativo a un desplazamiento oculto? Que tantas cosas suceden desde la escena observada hasta aquello que se interpreta ¿Cuanto pasa? ¿Cual es el tiempo y efecto de éste tránsito? El ojo es la cámara oscura de nuestro organismo, ese elemento cerrado que deja colar por un agujero una pequeña cantidad de luz, y que representa uno de los dispositivos ancestrales que dieron origen a la fotografía, y de la cual heredan el nombre los aparatos fotográficos. También el ojo y el cerebro, transitan en la constate búsqueda del filtro que garantice el adecuado efecto, mientras lo observado se graba y se interpreta. Otro tema, será la capacidad de almacenamiento de nuestra memoria.

Feliz día internacional de la fotografía. 

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