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1 noviembre, 2014
por Pedro Hernández Martínez | Twitter: laperiferia | Instagram: laperiferia
Desde hace poco más de una semana, los espacios del Laboratorio de Arte Alameda y el Faro de Oriente acogen la última obra del fotógrafo francés Georges Rousse –entrevistado recientemente por Alejandro Hernández. Conocido por el uso de la anamorfosis en espacios arquitectónicos que luego fotografía. Precisamente, y hasta esta exposición, su trabajo se caracterizaba únicamente por la exhibición del registro fotográfico, aunque contuviera también todo un desarrollo que, aunque se intuía, no se contaba y que se hacía in situ sobre el espacio, interviniendo el lugar a través de extracciones, añadidos, recortes y, por supuesto, pintura.
En Faro & Faro, Rousse crea un diálogo formal entre el centro y la periferia de ciudad de México –que en realidad se extiende hasta lo institucional– conectado con esta intervención el espacio del mencionado Laboratorio de Arte Alameda con el Faro de Oriente. Fue este lugar el que fascinó al francés y, tras intervenirlo, decidió recrear el edificio en el interior de la iglesia que hoy acoge al LAA en forma que dos arquitecturas, lugares y tiempos se superponen y entablan una comunicación.
Si la instalación desarrollada en el Faro, continua más en la línea de su trabajo fotográfico, la que ejecutó en el LAA, aparece como una arquitectura que permite al que la visita no sólo ver uno de sus conocidos juegos de perspectiva, sino de introducirse en ellos y experimentarlo desde otra forma. Desde el ojo hasta el cuerpo.
¿Cómo se enfrentó a este trabajo?
Es un todo, porque cuando visité este espacio, visité el Faro de Oriente al mismo tiempo. Al llegar aquí lo primero que pregunté fue si podía pintar el piso o las paredes; me dijeron que no y pensé que tendría que proteger los muros con tablarroca. La idea me gustaba pero no mucho. Cuando fuimos al Faro la propuesta era crear un lazo entre ambos e inmediatamente pensé en trasladar aquel espacio a éste, usando este nuevo espacio como una réplica del que esté allá y hacer dos instalaciones. La ventaja es que esta estructura es bastante grande, no es monumental, pero es suficientemente grande para rivalizar con la arquitectura misma de la capilla, que tiene una carga arquitectónica fuerte. Tenemos frente a frente una arquitectura contemporánea en una arquitectura antigua y barroca. Tal vez sea simbólico de México, con este pasado religioso, enfrentado al Faro, que es un vivero de jóvenes y de vida que es el Faro. Amé cada mañana ir a trabajar al Faro. Estar en un contexto tan diferente de mi contexto habitual y trabajar con los jóvenes que van cada día.
¿Cómo te relacionaste con el espacio del Faro?
Primero tomé fotos. A partir de esto imaginé un proyecto que contuviera la idea de hacer un proyecto positivo –el del Faro– y uno negativo –en el Laboratorio. Usé formas geométricas muy simples –triangulo, cuadrado y círculo– porque son muy reconocibles y no quise figuras humanas. Hubiera podido escribir algo, pero no quería entrar en un cuestionamiento en el que no me sentía cómodo, porque no conozco bien la historia de México.
En este trabajo uno puede experimentar el espacio arquitectónico. ¿Es un concepto nuevo?
Es una nueva dirección desde hace un año. Hice una primera instalación en el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago de Chile; en ese espacio tan monumental propuse la reproducción de una casa que yo había visto en Ritoque, una colonia de arquitectura de Valparaíso que combina poesía y arquitectura. Ahí, al igual que aquí, use ese espacio como algo efímero que desaparecerá una vez acabe la exposición.
En ese caso, ¿se sigue considerando fotógrafo?
Sí, en la medida que soy yo el que hace la foto, que es la que existe una cierta calidad de la luz que es propia, que es más evidente en la fotografía del Faro. La misma pregunta me la pedían haber hecho hace 30 años, cuando comencé a intervenir en lugares abandonados y me preguntaron: ‘¿qué eres, pintor, fotógrafo, arquitecto?’. Yo supongo que mi posición es la misma, simplemente que la manera en la que coloco mi material es diferente.
No soy más arquitecto ahora que antes porque tomo arquitecturas que ya existen. Sólo juego con el hecho de que la fotografía es un herramienta de reproducción y tomo este tipo de edificio que pido reproducir en este tipo de lugar. Tal vez suena naif, pero es una manera de crear un vínculo entre la gente del laboratorio y la gente del Faro, que tienen una propuesta diferente.
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