Enrique Dussel en la arquitectura (II)
Arquitectura: poiética y estética Exiliado en México desde 1975, Enrique Dussel reanudó su carrera académica en las aulas de la [...]
5 marzo, 2025
por Juan Manuel Heredia | Twitter: guk_camello
Hacia una historia no eurocéntrica de la arquitectura
Próxima a aparecer, la Estética de la Liberación de Enrique Dussel incluye una “historia no eurocéntrica” de la arquitectura. En ella, Dussel realiza un apretado recorrido por la historia de las edificaciones y las ciudades desde el paleolítico a la época actual, destacando la diversidad y riqueza de las tradiciones arquitectónicas del mundo, generalmente pasadas por alto o vistas de manera condescendiente por las historias eurocéntricas dominantes. Se trata de una de las varias “historias mundiales” de sus escritos filosóficos y teológicos. En efecto, Dussel fue tanto historiador como filósofo y teólogo, y aquellas historias eran partes integrales y necesarias en su esfuerzo por reorientar la filosofía, la teología y la historia lejos del eurocentrismo.
Heredero, y a la vez crítico, del mejor “americanismo” del siglo XX, representado por figuras como Germán Arciniegas, Edmundo O’Gorman, Mario Góngora y Leopoldo Zea, Dussel logró situar —quizá mejor que nadie hasta la fecha— a América Latina en la “historia universal.” Su primer trabajo en ese sentido fue escrito en 1965 en París donde se cuestionó por primera vez sobre “el ser (su ser) latinoamericano”. Publicado en Revista de Occidente, el artículo llevó como título “Iberoamérica en la historia universal” y en él establece las premisas de sus investigaciones históricas futuras. Un año después escribió el libro (inédito hasta 2012) Hipótesis para el estudio de Latinoamérica en la historia universal, en donde narra, con impresionante erudición dada su juventud, la historia de la región y de sus culturas hasta justo antes 1492, como dos vertientes paralelas e independientes —una “prehistoria” amerindia y una “protohistoria” latino-germana— que eventualmente coincidirán en el fatídico año en que Colón pisará tierra americana. A contracorriente de la periodización romántica y hegeliana que divide la historia mundial en tres épocas, la antigua, la medieval y la moderna, Dussel comenzó, en esos trabajos, a articular una historia más compleja e inclusiva que otorga mayor significado a los pueblos de América Latina, generalmente vistos “fuera de la historia”.
Esos dos textos servirían como punto de partida para muchas de sus obras posteriores; obras que, por su lado, pondrán a prueba y corregirán sus hipótesis iniciales. De él derivaron sus historias de la iglesia y de la teología latinoamericanas (1) , así como, en el campo de la filosofía, la “Histórica poiética” de su Filosofía de la producción (1977), la “Historia mundial de las eticidades” de su Ética de la Liberación (1998), y la “Historia mundial y crítica” de su Política de la liberación (2007), entre otras. Una de las intuiciones más importantes de Dussel, desarrollada de mejor manera en su libro 1492: El encubrimiento del otro: hacia el origen del mito de la modernidad [1993], fue datar el “inicio de la modernidad” en el preciso año de 1492. Más allá de O’Gorman, para quien América, a pesar de haber radicalmente transformado la cosmovisión cristiana del mundo, es “inventada” a imagen y semejanza de Europa, para Dussel es Europa la que es “descubierta” por el continente americano; “descubierta”, esto es, develada en su auto-comprensión como “centro” y “fin de la historia e iniciadora de la modernidad, mientras ella misma efectúa un “encubrimiento” de lo otro que Europa”.
Esta tesis reviste la mayor importancia para la historia, y para la historia de la arquitectura. En efecto, el modelo eurocéntrico dominante que divide la historia de forma tripartita continúa vivo en muchas escuelas de arquitectura. En estas, la modernidad sigue siendo vista como un producto europeo, ya sea de la revolución industrial, del “siglo de las luces”, de la revolución científica, o del “alto renacimiento” o la reforma protestante. Colocar la irrupción que América hace en el escenario mundial —y la extraordinaria acumulación material de la que Europa se benefició por ello— como el origen y causa de todos esos desarrollos, invierte ese modelo de forma radical, ya que destruye el mito de una Europa avanzada de suyo, y otorga “agencia” a las culturas que constituyen su lado “obscuro” o “encubierto”.
Desde al menos el siglo XIX, las historias tradicionales de la arquitectura han cuestionado su propio eurocentrismo. En efecto, a diferencia de disciplinas como la filosofía o la historia, la deuda que la arquitectura “clásica” y la europea posterior tienen, por ejemplo, con las culturas de Mesopotamia y Egipto, es difícil de soslayar. El libro de Banister Fletcher, Una Historia de la Arquitectura, debe entenderse como un tal esfuerzo de inclusión, independientemente del eurocentrismo triunfalista de sus premisas. En las últimas dos décadas estos esfuerzos han resultado en las “historias globales” de la arquitectura, que pretenden democratizar más radicalmente los desarrollos arquitectónicos del mundo. Las limitaciones de estos trabajos, sin embargo, son evidentes en el enciclopedismo universalista de origen ilustrado que los permea, y en cierta fragmentación discursiva que prefiere las “microhistorias” a las “grandes relatos”, pero sin establecer relatos suficientes. Esto es notorio en su uso de la geografía. Un caso es la “historia global de la arquitectura” de Francis D.K. Ching, Mark Jarzombek y Vikram Prakash, la más popular de las “historias globales” recientes. Esta obra utiliza la proyección Dymaxion de Buckminster Fuller en un esfuerzo por contrarrestar los defectos y prejuicios de las proyecciones geográficas tradicionales, y mostrar a la tierra “como una isla en un océano, sin ninguna distorsión de las figuras y las dimensiones de los continentes” (2). Con ello los autores quieren “recordar a los lectores que el globo terráqueo no comienza en el este o el oeste, pero puede de hecho comenzar y terminar en cualquier lugar” (3). Eliminando los dos grandes océanos para enfocarse solo en las “masas continentales”, el libro regresa inadvertidamente a un muy cristiano Orbis Terrarum [con su único “Mar océano”] al tiempo que desestima la crucial separación de los hemisferios occidental y oriental hasta 1492, y el papel central que el mar ha jugado en la historia, especialmente la moderna. Con una periodización completamente abstracta y de carácter meramente cronológico, el libro también renuncia a establecer una estructura o narrativa histórica, en favor de un muy posmoderno “en cualquier lugar” (anywhere).
Para Dussel, por el contrario, “el conocimiento histórico posee un estructura que le es propia, que le constituye, que le articula. Dicha estructura es la periodificación. El acontecer objetivo histórico es continuo, pero en su misma ‘continuidad’ es ininteligible. El entendimiento necesita discernir diversos momentos y descubrir en ellos contenidos intencionales… Cada uno de esos momentos tiene límites que son siempre, en la ciencia histórica, un tanto artificiales… [Pero] el mero hecho de la elección de tal o cual frontera o límite define ya, en cierto modo, el momento que se delimita, es decir, su contenido mismo.” (4)
En efecto, las “historias mundiales” —que no globales— de Dussel, destruyen la periodización eurocéntrica —en el fondo joaquinista o milenarista— y propone otra, aparentemente similar, pero del todo distinta. Su mejor formulación se encuentra en su Ética y su Política “definitivas”. A grandes rasgos, Dussel —de antemano abordando el paleolítico en su sentido histórico— arranca dividiendo la historia mundial del neolítico en adelante, en cuatro “estadios”: I) la revolución urbana de las “grandes columnas civilizatorias” (Mesopotámica, Egipcia, India, China, Mesoamericana, e “Inca”), cada una conformando “sistemas interregionales” relativamente independientes, pero las dos primeras uno que eventualmente se “globaliza”, II) un sistema en torno al mundo “indoeuropeo” constituido tras la irrupción (sobre el primer sistema interregional) de pueblos nómadas que conforman los “grandes imperios del caballo y del hierro” (la Roma imperial, el Imperio Maurya, la China Han, etc.), III) un sistema “asiático-afro-mediterráneo”, desde el siglo IV d.C en adelante, en el que un salto cualitativo de la consciencia ética humana, posibilita una inicial “rebelión de la víctimas” y “la lenta invención del Estado secular” y, finalmente, IV) el “sistema mundo” de la modernidad, iniciado en 1492: el periodo en que vivimos.
Echando mano de las obras más importantes de reconocidos historiadores y filósofos de la historia (Darcy Ribeiro, Arnold Toynbee, Alfred Weber, Oswald Spengler, Edmundo O’Gorman, etc.), Dussel se beneficia en especial de la obra de Karl Jaspers, quien, en su El origen y meta de la historia [1949], propone la idea de una “edad eje”, edad en la que se desarrollaron las grandes sistemas religiosos y filosóficos de la antigüedad. Con astucia característica, Dussel, más allá de Jaspers, extiende dicha “edad” al primer siglo d.C y hasta justo antes 1492, ya que “la intersubjetividad crítica desde la alteridad” se desarrolló primordialmente en ese periodo (cristiano, musulmán, budista, etc.). Se trata de una “de-strucción” del “macro relato moderno hegeliano” para así, “partir de [las] víctimas excluidas en el proceso de globalización”, víctimas que exigen, a contracorriente de las exigencia posmodernas, “un macro-relato positivo para tener al menos una referencia que pueda evitarles el aceptar sin otra alternativa el relato fundamentalista del mercado, helenocéntrico, eurocéntrico y hoy, americano-céntrico” (5).
La Estética de la Liberación de Dussel y la “historia no eurocéntrica de la arquitectura” contenida en ella, parten de estas premisas. A reserva de analizarlas de forma más detallada, su “historia mundial” es ya una valiosa alternativa a las “historias globales” ahora dominantes pero que muchas veces carecen de estructura, narrativa, significado y compromiso político.
Referencias:
Arquitectura: poiética y estética Exiliado en México desde 1975, Enrique Dussel reanudó su carrera académica en las aulas de la [...]
Al conmemorarse el primer aniversario de su muerte, acaecida el 5 de noviembre de 2023, escribo estas líneas sobre la [...]