Empezar de cero. Los metabolistas japoneses
Una planeación urbana sistemática, que responde de manera flexible a las circunstancias debería dominar, o al menos ser parte clave [...]
25 noviembre, 2013
por Mónica Arzoz | Twitter: marzozcanalizo
Se dice que no existe representación más pura del tiempo que la forma. La arquitectura, al ser el arte o la técnica que crea espacios a través de formas, se convierte en la imagen más honesta del tiempo. Ésta se erige ya sea como un recuerdo del pasado, quizás como el ideal del futuro, o como la realidad del presente.
Aldo Rossi se refirió a la arquitectura no sólo como los proyectos arquitectónicos ya existentes o como la imagen visible de las ciudades sino como construcción: “la construcción de la ciudad a través del tiempo”. Es por esto que la arquitectura y los espacios que sus formas crean puede ser entendida individualmente o como un todo. El todo, a través de los centros urbanos o la ciudades, conformadas por un sin número de obras arquitectónicas y urbanas; lo individual, cuando hablamos de una obra en específico.
El tiempo tiene distintas interpretaciones. Entre ellas, por un lado, la científica basada en la permanencia y la objetividad y, por el otro, aquella basada en la experiencia y la vida, la transformación y la subjetividad. Sin embargo, se puede interpretar al tiempo como una herramienta o un vehículo para el desarrollo de las formas, los espacios y las ciudades.
Cuando se refiere a los tiempos bajo los cuales se rigen las ciudades o centros urbanos, estos son los tiempos de usos. De acuerdo con Montaner y Muxi, las ciudades tradicionalmente se han proyectado bajo dos tiempos básicos: el tiempo del trabajo productivo, condicionado a los horarios laborales y educativos, y el tiempo invisible del trabajo reproductivo. A éstos se les suma la existencia de un tercer tiempo, el de prestación de cuidados o, en otras palabras, el “tiempo para vivir”
Es la separación, la desconexión y la mala jerarquización de estos tiempos, lo que entorpece el buen funcionamiento de un centro urbano. En décadas recientes, por razones políticas sociales y económicas, las ciudades se proyectaron desde un punto de vista sólo funcional, dando prioridad al tiempo del trabajo productivo; las ciudades pasaron de ser lugares donde se está a sitios por donde se pasa.
Por ello, existe una tendencia a replantearse el papel de la ciudad y el tiempo. Bernard Cache, en su libro Earth Moves describe a la arquitectura como el arte de crear marcos dentro de los cuales nueva vida urbana tiene la probabilidad de surgir en un momento o tiempo determinado. Es gracias a la creación de estos marcos dentro de la ciudad que nueva vida y usos de tiempo encuentran la posibilidad de surgir. El tiempo es la vida, la experiencia y las relaciones humanas que nacen en espacios o marcos.
Para lograr entender a la ciudad de hoy podemos verla como un conjunto de marcos capaces de crear nuevas intersecciones, sociales y físicas, entre el humano y el tiempo. Los diferentes espacios dentro de una ciudad, surgen como una respuesta a las necesidades del tiempo.
En el Distrito Federal, dentro de todo el caos que caracteriza a nuestra ciudad, existe un orden. Pese a las profundas desigualdades y a la constante fragmentación del espacio urbano, la ciudad ha encontrado un equilibrio en donde las personas tienen tiempo para producir, reproducirse y para vivir. Este equilibrio podría describirse como disfuncional ya que la mayor parte del tiempo, las personas responden a sus necesidades del día a día (mayoritariamente productivas), antes que pensar en su calidad de vida. La arquitectura puede proponer soluciones para que la ciudad alcance un mejor equilibrio. Para ello, resulta indispensable repensar las implicaciones de los distintos eventos que la han llevado a su estado actual —algo que intentaré hacer en publicaciones posteriores. Pensar en los desafíos y exigencias que el tiempo le ha impuesto al DF —la Revolución, el movimiento del 68, el terremoto del 85, entre otros— nos ayudarán a entender a la ciudad como una respuesta a su tiempo y nos dará una idea de lo que podemos hacer para crear marcos que exalten la vida, la experiencia y las relaciones humanas.
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Algunas ciudades se expanden casi imperceptiblemente a diario, zonas que no han sido previstas para habitar son ocupadas, divididas, lotificadas [...]