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El público de la arquitectura

El público de la arquitectura

22 enero, 2025
por Carlos Lanuza | Twitter: carlos_lanuza_

¿Cuál es el público de la arquitectura? ¿Los arquitectos mismos, los clientes que encargan edificios, o la gente (toda la gente que usa la arquitectura)?
Giancarlo de Carlo, El público de la arquitectura.

Escribir y publicar

Escribir es un acto de fe, una especie de promesa, por decir algo que, quizás, pueda ser de interés para alguien más. Forma parte de esa ansia por transmitir un mensaje, por comunicar. También es un acto de transgresión, de traspasar los límites de un estadio abstracto y personal, a otro que lo es menos, que exige un orden, una cierta estructura, una lógica que sea común a al menos a dos partes. Reclama reflexión y empatía a partes iguales.

Pero escribir sin publicar no tiene mucho sentido, a menos que entremos en el mundo de los diarios. Publicar, entonces, ya no solo es un acto de fe, es una tarea ardua y romántica por diseminar todos esos mensajes, propios o ajenos, que se pretenden válidos para que permeen, en el mejor de los casos, en la conciencia de los otros.

La teoría de la arquitectura.

Toda mi carrera la hice en Nicaragua, es el segundo país más pobre de Latinoamérica —solo por delante de Haití—, y el acceso a la cultura en general, ya no digamos a la arquitectónica, es muy limitado. En el tiempo mientras viví allá, la única manera de acceder a esa cultura arquitectónica era por medio de los libros.

La carrera de arquitectura en Nicaragua se basaba en un empeño por desarrollar proyectos arquitectónicos de menor a mayor complejidad, según se avanzaba en los cursos, esto iba acompañado por materias paralelas que supuestamente complementaban el aprendizaje del proyecto y terminaban de estructurar una formación. Creo que, en la mayoría de las escuelas del resto de países de Latinoamérica, e incluso también en España, con mayor o menor éxito, sucede algo parecido. Es un sistema basado en una producción arquitectónica del siglo pasado que no ha sabido adaptarse a los cambios que la sociedad ha ido sufriendo. Prueba de ello es la pérdida de valor —en todos los sentidos— que ha ido teniendo la figura del arquitecto.

Cometiendo el grave error de seguir generalizando, se podría decir que la teoría de la arquitectura, en la mayoría de escuelas, es una materia secundaria, anodina, inocente y poco interesante por ser casi por completo abstracta comparada con una clase de proyecto. Al fin y al cabo, según este programa educativo del que hablaba antes, el objetivo final de un estudiante de arquitectura, cuando acaba la carrera, es poder proyectar edificios, sin importar si hay o no una conciencia de lo que implica el espacio y la construcción del entorno desde diferentes perspectivas.

Editoriales independientes en España

Tener acceso a la teoría de la arquitectura, desde mi punto de vista, ya no solo es un lujo, sino una necesidad para cualquier estudiante que quiera tener una base sólida de lo que es el espacio construido, de lo que ha sido y de lo que puede ser, más allá de lo que un grupo de profesores o un syllabus pretendan enseñar. No hay nada más enriquecedor para cualquier persona que el acceso a las ideas, en abstracto, para entender, comparar, estudiar, ponderar y asimilar corrientes, movimientos, pensamientos, cultura y conocimiento, y poder tener un criterio propio.

Es por eso que la existencia de editoriales independientes que ponen en valor la teoría de la arquitectura más allá de los discursos preponderantes —todos ellos basados en la realidad de unos pocos ricos, blancos y heterosexuales— siempre ha sido fundamental. Editoriales que marcan líneas concretas de pensamiento y terminan articulando un paisaje de referencias que nos obligan a replantear nuestra mirada hoy. Editoriales como Puente Editores, dpr-barcelona, Tenov, Bartlebooth y, yendo un poco más allá, los blogs de arquitectura dedicados a publicar artículos más que proyectos como tal.

El público de la arquitectura. Imagen: Editorial Bartlebooth.

El público de la arquitectura

En los años 70, Giancarlo de Carlo fue invitado a dar una charla en Australia y, fruto de esa visita, escribió “An architecture of participation”, que sería traducido y publicado más tarde en italiano. En 2023, la editorial Bartlebooth publica El público de la arquitectura, donde rescata este escrito, junto con “Una arquitectura de la participación”, también de de Carlo, como parte de una revisión de su producción escrita, que además pone en valor su obra construida. Vale la pena cuestionarse siempre y sobre todo después de haber leído los escritos de Giancarlo, ¿cuál es el público de la arquitectura?, ¿para quién proyectamos?

Está surgiendo el descubrimiento de que la fragmentación de la vida humana destruye la integridad del individuo y lo aísla de la sociedad; que el trabajo no puede ser un fin en sí mismo, sino sólo un medio para mejorar la propia existencia y para comunicarse con los demás; que la especialización es una práctica alienante si simplemente sirve para aumentar la producción y las ganancias y no el potencial creativo del trabajador. En cuanto al espacio físico, existe una conciencia creciente de que cada operación realizada sobre la ciudad y sobre el territorio está determinada por la codicia de los especuladores o la estupidez de los burócratas. (Giancarlo de Carlo, Una arquitectura de la participación)

Giancarlo de Carlo fue uno de los arquitectos que hizo una crítica constructiva y aguda del movimiento moderno. Planteó una revisión de la metodología de diseño en la que se volviese a poner el foco en la gente que habitaría la arquitectura, el manido “usuario”, para ponerlo en el centro del proyecto, no como un elemento abstracto, privado de necesidades y emociones, sino como un actor activo en la toma de decisiones de algo que terminaría usando y haciendo propio: el espacio en el que viviría.

Puede resultar triste que los eslóganes que de Carlo lanza en sus escritos sigan teniendo tanta actualidad hoy en día. Leer El público de la arquitectura no hace más que hacernos asentir y subrayar a medida que lo leemos, llueve sobre mojado sobre un posicionamiento social que, al final, no hace más que cuestionarnos si hace falta seguir con este discurso. La concienciación de cómo funciona la sociedad en torno a las formas de producir el espacio construido es una necesidad hoy, como hace 50 años.

Es por eso que hay tanto valor en las publicaciones de editoriales independientes que rescatan textos para hacernos pensar en cómo ha pasado el tiempo, cómo se siguen repitiendo patrones que, tanto ha sido demostrado hoy, nos llevan a desigualdades insalvables en la ciudad. Pensar que el proyecto de personas particulares, de estas editoriales que fomentan esos actos de transgresión para aportar aristas al pensamiento de hoy es imprescindible. Para que personas en otros espacios físicos y temporales puedan verse reflejados en las palabras y secundados en sus pensamientos.

Gracias al esfuerzo de estas pequeñas editoriales somos capaces de leer hoy escritos de hace más de 40 años que siguen siendo relevantes para hacernos ver que, por mucho que los tiempos hayan cambiado, seguimos en la misma deriva, lejos de conseguir que el público de la arquitectura sea realmente el que la utiliza, que la arquitectura siendo esa disciplina tan social, sigue menospreciando a la misma sociedad porque se eleva sobre ella, en lugar de diluirse, de ser plataforma y soporte, en lugar de altar y muro.

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