De la interconexión (y las dimensiones) al amor tácito: una conversación con Damián Ortega
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14 febrero, 2018
por Mariana Barrón | Twitter: marianne_petite | Instagram: marianne_petite
Mariana Barrón [MB]: En tu trabajo aparece de forma frecuente el concepto de paisaje, entendido como un simulacro social y político.
Pablo López Luz [PLL]: A principios de mi carrera, empecé con un proyecto de paisaje que duró cuatro años, quizás uno de mis más reconocidos, Terraza, en la ciudad de México. He tenido una relación muy cercana con el arte desde que era pequeño y tengo una fuerte influencia del mundo pictórico, sobre todo del paisaje. Es algo muy presente, con referencias a la pintura naturalista, desde la pintura clásica holandesa hasta Velasco o el Dr. Atl. Cuando empecé a trabajar este proyecto lo que me interesaba era, tal cual, el paisaje. Conforme avanzaba me di cuenta de que era el modo en que podía acercarme a la sociedad mexicana actual, a un grupo social mexicano específico.0
La relación entre el hombre y el espacio es una cosa que siempre me ha atraído: las construcciones en las montañas, los espacios que se quedan vacíos para una cancha de futbol o la apropiación de ríos y barrancas. Quiero ver lo que termina pasándole al paisaje mismo: cuál es la construcción o destrucción que sufre a lo largo del tiempo, sobre todo, cuando hay interés económico detrás.
MB: En algunas de tus fotos contrastas el paisaje prehispánico con el urbano, con la autoconstrucción, que esta relacionada con lo mexicano. En este sentido tu trabajo es muy local, ¿por qué?
PLL: En algún momento decidí que lo importante era hablar de mí y para ello tenía que hablar de México, tenía que trabajar aquí, pero con el interés de salir y de trabajar en otros países. Sin embargo, hay una serie de temáticas distintas en el país que abordan la idea de la utopía colapsada.
Con Terraza empecé a notar una relación muy fuerte con la historia, con los paisajes de la ciudad y, obviamente, con los paisajistas clásicos mexicanos que habían pintado lo que yo ahora mismo estoy fotografiando. Entonces dirigí la mirada a los sitios arqueológicos. Mi idea era establecer una conexión entre la ciudad contemporánea y el México prehispánico, fotografiándolos con esta misma perspectiva, como si siguieran siendo ciudades vivas. Me interesó esa relación entre lo prehispánico y lo contemporáneo: una representación contemporánea del mundo prehispánico.
MB: Muestra cómo nosotros, los mexicanos, percibimos los espacios públicos. A mí me parece muy sugerente porque hay cierta similitud con la ciudad histórica.
PLL: Sí, es parte del tan mentado nacionalismo mexicano, ligado al mundo prehispánico y que, de repente, tiene brotes en los monumentos históricos y en la arquitectura. Creo que tiene una parte interesante: las razones por las cuales regresamos a ese nacionalismo, sea como movimiento político, como idea impuesta por el gobierno o por nosotros mismos. No hay respuesta: es una pregunta que lleva a otras preguntas.
MB: Me interesa el concepto que manejas en esa serie de “pirámides modernas de arquitectos anónimos.” ¿Cuál es tu sentir hacia estos “arquitectos”, que son la gran mayoría de esta ciudad?
PLL: De frustración. Desde un nivel personal, porque muchas veces me gustaría saber de dónde vienen algunas de las cosas que fotografío e incluso darles seguimiento. Hay algunas colonias que tienen ciertas constantes arquitectónicas muy interesantes donde es casi imposible averiguar quién lo hizo. No existen publicaciones y ni siquiera existen las firmas de los arquitectos. Pero creo que también es interesante que una ciudad se produzca desde el anonimato. Siempre existen algunos ejemplos, que quizá son los más importantes a nivel universal, pero las ciudades terminan siendo anónimas y eso tiene sentido porque todos terminamos siendo anónimos al final de cuentas.
En cuanto a esas pirámides anónimas, quería ver dónde había un reflejo o reinterpretación consciente o inconsciente de nuestro pasado e identidad prehispánica. En algunos casos la búsqueda es callejera: voy buscando como una especie de antropólogo contemporáneo, dónde están los rastros de la nueva arqueología, de este neo-prehispanismo, donde, a veces, hay una parte de mentira que no permite confirmar si es una reinterpretación o un nuevo brote cultural. Se trata de cuestionar la idea de la identidad mexicana con base en el mundo prehispánico.
MB: ¿Por qué escoges la ciudad y la arquitectura?
PLL: Creo que la arquitectura están en un segundo término, para lograr una temática primaria. En el caso de la Ciudad de México, ésa es una de las temáticas principales, luego, la arquitectura está dentro. En Pirámide, las arquitecturas tienen que ver específicamente con este proyecto, con su concepto y su narrativa. En El jardín de Barragán o Torres de Satélite u otros monumentos históricos, a veces son una cosa puntual que quería trabajar o son parte de otro proyecto. Quizás el proyecto más arquitectónico que he hecho fue Chandigarh. En ese proyecto específico yo iba a ver qué había sido de la ciudad, de la que existe muy poca información en los medios más inmediatos. Las fotografías son un ejemplo de arquitectura.
Cuando hice este proyecto realicé también un texto, cuya tesis, básicamente inventada, era que Le Corbusier habría muerto en una especie de suicidio porque no había podido concretar su gran sueño: “haz una ciudad” —no sólo un edificio, sino toda una ciudad. Hacer una ciudad te tiene que volver loco y llevarte a un límite. Le Corbusier murió ahogado, nadaba casi todas las mañanas y en una de esas salidas, falleció. Pensé que más que morir ahogado, había sido un suicidio como salida a esa utopía que no pudo definir.
MB: ¿Y tu ensayo sobre Tlatelolco?
PLL: Tlatelolco surgió porque había hecho una publicación con una revista mexicana del proyecto de Chandigarh y había disfrutado mucho con el proceso. Propuse hacer una especie de tríptico modernista: Chandigarh, Tlatelolco y Brasilia, que espero terminar el próximo año. La idea es que no sólo fueran fotografías, sino que las acompañe también un texto que sea una ficción. En Tlatelolco me concentro más en el poder. Se habla de Mario Pani, de que es un clásico moderno, o de la matanza, pero se olvida que hay toda una historia previa a eso: quién y por qué vivía antes ahí. El pasado es una especie de invención también, lo que sirve muy bien para, desde éste, poder entrar en narraciones distintas.
Este texto fue publicado en la Revista Arquine No.71 | Densidades
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