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Columnas

El futuro del centro comercial en México

El futuro del centro comercial en México

26 junio, 2014
por Salvador Herrera Montes

El urbanismo mexicano puede ser sumamente paradójico. En otros sectores de la economía, las empresas están siempre pendientes de las tendencias, los avances y las nuevas tecnologías. Las exposiciones y ferias de cada sector son momentos para acercarse a estos temas. El público es ávido, interesado, demandante. Nadie quiere quedarse atrás. Nadie quiere ser tachado de obsoleto, pasado de moda o no actualizado. En el sector urbano en México sufrimos de un anacronismo que en ocasiones resulta muy difícil de explicar. Por un lado México quiere ser a toda costa un país desarrollado, una economía global y competitiva, una sociedad conectada al mundo. Por el otro, el escenario donde se da ese desarrollo y vive esa sociedad, la ciudad mexicana, es una mezcla de propuestas obsoletas, insustentables y desconectadas.

Tomemos el caso de los centros comerciales. El concepto del centro comercial cerrado, con un par de tiendas ancla, tiendas menores y rodeado de estacionamiento tuvo su origen en Estados Unidos a mediados del siglo pasado. Responde a diversas circunstancias socio económicas de la época: un patrón urbano en donde las actividades se zonifican en extremo, a un éxodo de las clases medias y altas de los centros urbanos, a la inseguridad en diversas zonas de la ciudad central y a la masificación del uso del automóvil entre otras.

Hoy los centros comerciales tipo mall en Estados Unidos están reflejando el cambio que vive esa sociedad en términos urbanos y que se trata de la vuelta a la ciudad. La gráfica que aparece en el último reporte del e International Council of Shopping Centers (ICSC) muestra ese cambio de patrón.

Los centros comerciales regionales presentan una reducción importante en sus ingresos anuales mientras que se observa un despunte de los centros comerciales a nivel de barrio y comunidad. Una situación sumamente interesante a observar en término urbanos, de accesibilidad y de movilidad.

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En ciudad de México tenemos el gran ejemplo del corredor Madero, en el que tras las intervenciones realizadas por el Gobierno del Distrito Federal se ha transformado en un relevante y singular corredor comercial que desde su completa peatonalización ha mostrado signos positivos en la derrama económica, la cual, de acuerdo a estimaciones, se incrementó en 30 por ciento.

La peatonalización de corredores comerciales se convierte poco a poco en una tendencia en los centros históricos de las ciudades del país. Está el caso de la calle Constitución en Durango que puede observarse en la fotografía. Una intervención reciente del Gobierno del Estado.

O bien la también reciente peatonalización de la calle Victoria en Chihuauha, Chihuahua, también intervención pública en esa ciudad.

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En contra parte vemos en el país un aumento importante de grandes centros comerciales tipo mall,  aunque ahora con un concepto híbrido llamado life stlye center, que si bien han sido un éxito mantienen el esquema básico de un lugar comercial rodeado de estacionamiento y accesible, por tanto, de manera preferente por automóvil. ¿Cuánto durará su atractivo ante los cambios que se observan en otros países sobre las tendencias habitacionales y de compra? ¿Más de treinta años como lo fue en el caso de los centros comerciales en Estados Unidos? ¿En 2045 buscaremos llegar a estos centros comerciales todavía en auto particular?

Vemos por tanto que la oferta del sector privado sigue centrada en este tipo de complejos orientados al automóvil mientras que la del sector público, en algunos casos, inicia la recuperación de espacios otrora en decadencia de la ciudad. El punto a señalar aquí es la posibilidad de la coordinación y la integración de los esfuerzos públicos y privados. Hay una oportunidad; el cambio claro de la tendencia. Hay dinero público y privado, que construye uno y otro modelo. ¿Por qué no trabajar juntos para que más zonas de la ciudad y no sólo las zonas históricas se beneficien de este modelo?

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