La Rúa, el camino hacia la reconciliación
Hay una frecuente búsqueda de la nostalgia en el campo de la arquitectura. Amamos lo tradicional, lo viejo, lo antiguo. [...]
11 enero, 2022
por Jesús Tovar
La Laguna es heredera de muchas culturas que conforman un verdadero collage. Este conjunto de obras siempre es visto con rapidez, pero si se observan con más tiempo y con mucha paciencia, enseñan y enseñan mucho. Un componente de este legado es el uso magistral del ladrillo del que prácticamente no hemos investigado a fondo en esta región de México. El ladrillo es un material eterno y siempre que lo evoco recuerdo los diálogos de Louis I. Kahn con él y las maravillosas obras de Carlos Mijares Bracho, dos monstruos de la arquitectura mundial. Quienes usan el ladrillo con maestría generalmente aman los detalles.
En nuestra región norteña de Durango y de Coahuila contamos con un amplio conjunto de obras hechas con ladrillo cocido y crudo. Tenemos pendiente elaborar un amplio catálogo que las contenga. Todas ellas son lecciones congeladas de Arquitectura que esperan por ojos curiosos e investigadores que las valoren. El ladrillo lagunero está presente en muchas losas, en fachadas, en cornisas, en molduras y en pisos. Muchas de estas obras están abandonadas, derruidas y poco conservadas, por desgracia. En los años noventa y tomando en cuenta esta herencia de nuestra cultura e identidad regional, el arquitecto Antonio Edmundo Méndez Vigatá, nacido en la ciudad de Torreón el 24 de noviembre del 1959, diseñó y construyó el conjunto del Colegio Cervantes, una obra hija del ladrillo cocido.
El colegio Cervantes es un conjunto de edificios que incluyen un jardín de niños, una primaria, una secundaria y una preparatoria, junto con sus áreas complementarias, que conforman uno de los proyectos más bellos e importantes de la región lagunera. Su base conceptual, como lo promueve Alberto Campo Baeza, surge del uso inteligente de la razón. Cuando se visita y se analiza este proyecto se tiene la sensación de que nos permite entender perfectamente nuestro entorno. Se utilizó una paleta limitada de recursos donde se privilegió el uso del ladrillo —traído de Matamoros, Coahuila y utilizado con el mínimo de desperdicio—, el acero, el concreto, con jardines coloridos y con el uso de la “piedra azul” que también forma parte de nuestro desierto.
El uso de los materiales y de sus formas no es rebuscado ni complejo, tiende a una simplicidad. Las mejores obras de arquitectura siempre son simples. La planta de conjunto me recuerda aquellos juegos de plástico de formas y colores básicos con los que jugué de niño. Su arquitectura es lúdica, divertida, fresca e inteligentemente resuelta hasta en los mínimos detalles. Dios siempre está en los detalles, decía Mies van der Rohe.
Dos manzanas trapezoidales componen este proyecto arquitectónico que tiende a la horizontalidad que se rompe con su ya famosa torre del reloj, hito urbano del sector y que lo ha dignificado ampliamente en la ciudad. La calzada División del Norte, la calle Antonio Vigatá Simó y la avenida José Vasconcelos forman una H que permite la comunicación entre cada uno de sus edificios, que cuentan con una personalidad única.
Podemos encontrar diversas lecciones en este proyecto que ya ha sido publicado en la Laguna y en el extranjero. El uso del ladrillo, de manufactura local, genera un dialogo urbano con el resto de la ciudad y casi se mimetiza con ella. Las cubiertas fueron inspiradas por el diseño de alas del avión “Junkers”, que también evocan el recuerdo del gran piloto lagunero Francisco Sarabia del Conquistador del cielo. Su arquitectura también surge de las postales antiguas que tanto le gustan a Méndez Vigatá y que tomó como sólida base para entender la historia de Torreón a través de esas fotografías que capturaron nuestra memoria para siempre. Hoy el colegio Cervantes no sólo es un conjunto arquitectónico digno de un estudio más profundo sino que también es un espacio educativo de primer nivel que nos complace tener. Arquitectura y educación que forman y mejoran el nivel de vida de los laguneros.
Méndez Vigatá realizó sus estudios en México, Suiza, Estados Unidos y Reino Unido. Esta formación le ha brindado una amplia visión. También ha creado una red de relaciones profesionales —a veces como alumno— que incluyen a Andrés González Arquieta, Héctor Domínguez, Manuel Rodríguez Vizcarra, Mark Cousins, Nicholas Bullock, Micha Bandini, Royston Landau, Zaha Hadid y Don Bates. Amigo de Rodolfo Barragán Schwartz, Carlos Mijares Bracho, Agustín Landa, Macario Aguirre, Edward Burian, Rodolfo Barragán Delgado, Len van der Graaf y Jesús Tovar. Entre sus obras más relevantes se encuentran: Graphimart, residencia Shade-Otaduy, la casa DLGM y la Galería de Arte Contemporáneo de Torreón. Hace algunos días fue nombrado Jefe de Cultura y Educación de la ciudad de Torreón.
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