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Columnas

Dos edificios por el precio de medio

Dos edificios por el precio de medio

12 julio, 2014
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog

A finales del año pasado Francisco Pardo publicó aquí un texto titulado Arquitectos vs. arquitectos. El tema era la facilidad con la que un arquitecto, sin importar su prestigio ni la calidad de su obra precedente, acepta demoler o transformar drásticamente un edificio existente de autor reconocido con tal de hacer una nueva obra. Pasa aquí —Pardo ponía de ejemplo la demolicion del Cine Manacar o las drásticas transformaciones de edificios como el Super Servicio Lomas o la casa del Gringo del Moral en Tacubaya,  o el Hotel Bamer, frente a la Alameda. Y también pasa fuera —un par de casos recientes son el American Folk Art Museum, en Nueva York, demolido tras que el MoMA lo adquirió, o el Hospital Prentice, de Chicago. Y no sólo pasa con arquitectos. También sucede cuando un funcionario público actúa, por alguna razón, en beneficio de unos cuantos y no de la ciudad. Como cuando Simón Neumann, Secretario de Desarrollo Urbano y Vivienda en el Distrito Federal, permitió que Grupo Danhos demoliera un edificio catalogado por el INBA para darle más estacionamiento a un centro comercial, justo frente a una parada de Metrobús. Todo apunta a que los arquitectos y los urbanistas actuamos más guiados por la vanidad y la avaricia que pensando en las posibilidades que un sitio o un edificio construido pueda ofrecer y que estamos listos a plegarnos a las necesidades de cualquier desarrollador inmobiliario con tal de participar en el negocio.

Pero evidentemente así no actúan todos. Hay arquitectos dispuestos a invertir su tiempo —lo que, ya sabemos, se traduce en dinero— y su capacidad en pensar cómo se pude aprovechar algo que ya existe y que tal vez tenga potencial. Incluso algunos que en principio supondríamos actuarían de manera totalmente opuesta. Gene Kaufman nació en 1958, estudió en Cornell y trabajó con Rafael Viñoly antes de abrir su propia oficina, en 1986. Según un artículo en ny.curbed, en los años 90 conoció al “agresivo desarrollador de hoteles de presupuesto medio,” Sam Chang, e inició una exitosa etapa diseñando hoteles. Tras la recesión, continúa la nota, Kaufman se unió, manteniendo su propio despacho, a la oficina fundada por Charles Gwathmey y Robert Siegel fundaron en 1967 y que, tras la muerte de Gwathmey —uno de los New York Five— en el 2009, había reducido su tamaño por falta de trabajo.

El trabajo de Kaufman, antes y después de su asociación con Gwathmey y Siegel, es más bien de bajo perfil: no ocupa las portadas de las revistas ni aspira a recibir el siguiente Pritzker. Se le critica pasar al render efectista con demasiada rapidez y otros ven sus hoteles como perte de la destrucción de viejos barrios.

Con todo, el 6 de julio apareció en el New York Times una nota de la que Kaufman es protagonista. El condado de Orange, en Nueva York, planea demoler el Centro de Gobierno, inaugurado en 1967 y diseñado por Paul Rudolph. Muchos han protestado. Más porque Rudolph no ha tenido buena suerte en términos de conservación —en un artículo del 2010 Lloyd Alter se preguntaba ¿por qué han demolido tantos edificios de Paul Rudolph?

Es una suerte que comparten otros Brutalistas del mismo periodo: parece que esa arquitectura ya sólo gusta a los arquitectos, y no a todos. En el caso del Centro de Gobierno, Kaufman propone comprarlo y transformarlo en un centro para artistas y comunitario. Aunque la compra no sería realmente en especie. Kaufman asegura que por menos de los 12.9 millones de dólares que el condado tiene previstos para el proyecto del edificio que remplazaría al de Rudolph y los 3 que costaría demolerlo, se puede remodelar éste y construir uno nuevo, con un proyecto para cada edificio que él ofrece por sólo 7.9 millones de dólares. Kaufman asegura que su plan no es para ganar dinero —y tener trabajo— sino para salvar al edificio de Rudolph y que si alguien más tuviera otro plan distinto para conservarlo, estaría de acuerdo. Más allá de los posibles intereses implicados en la estrategia de Kaufman, la idea de diseñar dos edificios por el precio de medio y terminar con dos obras en vez de sólo una, tiene su encanto.

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