Gobierno situado: habitar
Un gobierno situado, un gobierno en el que quienes gobiernan se sitúan, que abierta y explícitamente declaran su posición y [...]
16 junio, 2017
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog
1. En el número 202 de la revista Domus, publicado en octubre de 1944, Bruno Munari presentó una serie de fotografías hoy muy conocidas acompañando un texto: Buscando la comodidad en un sillón incómodo. “Uno llega a casa, cansado tras un día de trabajo, y se encuentra con un sillón incómodo” —escribe Munari. El sillón representa, para Munari, el mejor ejemplo de un mueble que hemos visto cientos, miles de veces, que hemos usado y que sabemos cuándo y por qué, por simple afán de innovar, se sigue diseñando sin que eso implique necesariamente mejoras. El buen burgués, dice Munari, no quiere en su casa el viejo y común sillón cómodo “porque es vulgar, a menos que esté bañado en plata y cubierto con la piel de una boa. Ven, podemos pasar mil años (o más) inventando nuevos muebles cada vez, siguiendo las modas de cada país, usando los materiales que la industria lanza constantemente al mercado, tendencias, etc., todo para satisfacer el gusto del buen burgués que no quiere tener en su casa un sillón igual al que su colega tiene en la oficina.” Mientras leemos esto, vemos a Munari acomodarse de distintas maneras e incluso poner de cabeza el sillón buscando la comodidad para, al final del texto, afirmar que “decorar no quiere decir inventar una nueva forma de cierto mueble sino acomodar un mueble común, un vulgar sillón.”
2. Charlotte Perriand nació en París en 1903. Sus padres eran un sastre y una costurera. Tras ganar una beca, a los 17 años entró a estudiar a la Escuela de la Unión Central de Artes Decorativas. En 1926 presentó un conjunto de muebles en el Salón Anual de la Sociedad de Artistas Decoradores, recibiendo críticas por haber mezclado madera y vidrio en sus diseños. El conjunto fue comprado por Percy Scholenfield, un comerciante textil inglés, veinte años mayor que ella y amigo de su familia y con quien se casaría unos meses después. El 14 de octubre de 1927, Perriand tocó a la puerta del número 35 de la Rue de Sevres, el taller de Le Corbusier. Le enseñó su portafolio y el ya famoso arquitecto le respondió, nada cortés, aquí no bordamos cojines. Al año siguiente Le Corbusier visitó una exposición y vio los muebles de Perriand. Esta vez la invitó a colaborar con él diseñando el equipamiento de sus proyectos. Perriand sería una asociada pero no recibiría ningún pago por su trabajo.
3. En 1929, Perriand diseño, entre otros muebles, la chaise-longue LC4, firmada en conjunto con Le Corbusier y su primo, Pierre Jeanneret, probablemente el mueble más famoso de Le Corbusier. En una serie de fotografías de aquellos años se ve a Perriand usando, un tanto a la Munari, el mueble que diseñó. De una de esas fotos Beatriz Colomina escribió: “en esta imagen que Le Corbusier publicó en sus Obras completas, Perriand está recostada en la chaise-longue, la cabeza vuelta al lado contrario de la cámara. Más significativo es que, en la fotografía original […] podemos ver que la silla está colocada contra el muro. Notablemente, ella ve al muro. Ella es casi un accesorio del muro. Ella no ve nada. Y, por supuesto, para Le Corbusier —quien escribió: «existo en la vida sólo a condición de ver» […]— todo reposa en lo visual. ¿Pero qué significa visión aquí?” Para Colomina la imagen revela la posición de Le Corbusier ante su colaboradora, en particular, y ante las mujeres, en general. Sin embargo, Mary McLeod cuenta que al entrevistar a Perriand en 1997, esta rechazó molesta la interpretación de Colomina: “Perriand me dijo que ella misma montó la toma, que Pierre Jeanneret sacó la foto y que Le Corbusier no tuvo ningún papel en la concepción y que ni siquiera estuvo ahí en el momento. Ella insistió en que fue su elección voltear la cabeza para enfatizar la silla y no al ocupante.”
4. En el 2015 Édition Monumental publicó un libro firmado por Augustine y Josephine Rockebrune titulado We don’t embroider cushions here. El libro es una selección de imágenes en las que aparece la LC4 en películas porno. En una entrevista con Owen Pritchard, Augustine y Josephine cuentan que son hermanas gemelas (nacieron el 25 de enero de 1995) y que su apellido es un seudónimo: de niñas pasaban las vacaciones den Roquebrune-Cap-Martin, el lugar en que Le Corbusier construyó su famoso cabanon y donde murió el 27 de agosto de 1965. Cuentan también que la idea les vino por accidente: “nos topamos con una foto en internet de dos hombres gay teniendo sexo en la LC4 de Le Corbusier y Charlotte Perriand. Buscábamos fotos del escritor americano Tom Wolfe y nos encontramos con su homónimo: una estrella de porno gay haciendo lo suyo en la LC4.” Las Rockebrune explican la relación que hay entre arquitectura y diseño moderno y pornografía y habría que pensar, tal vez, a la inversa: no olvidemos el libro de Paul B. Preciado Pornotopía, donde explica el papel que tuvo el diseño interior en las páginas de Playboy y el efecto en la cultura doméstica moderna en los Estados Unidos. También explican que, en las más de 800 películas que vieron buscando la LC4, este mueble aparece, normalmente, como un fuck prop: “no tenemos pruebas de que la chaise longue tenga ninguna connotación cultural, ni para los productores ni para las estrellas porno, no parece ser pensada como otra cosa (para ellos) que una pieza práctica de equipamiento.” —recordemos que es esa palabra, equipamiento, la que Le Corbusier usa para el mobiliario de sus proyectos.
Aun si Perriand aclara que Le Corbusier no tomó parte en el montaje de la famosa foto y, por tanto, acaso no haya una línea directa entre la interpretación de Colomina y el uso de la LC4 como fuck prop, la mayoría de las imágenes son de películas de porno heterosexual y en casi todos los casos se trata de una mujer quien está recostada o inclinada en la chaise longue.
5. Un par de imágenes más podrían ayudar a hacer más compleja la historia de cuerpos —sobre todo femeninos— y muebles modernos (o su ausencia, en el segundo caso). En la primera vemos la silla B3 diseñada por Marcel Breuer, mejor conocida como Wassily. En la foto aparece una mujer sentada, no vemos su cara pues lleva puesta una mascara. Sabemos el nombre de la silla, Wassily, del autor de la silla —Breuer– y de quien era su destnatario —Kandinsky. Sabemos el nombre del fotógrafo —Erich Consemüller— y de quienes diseñaron la máscara —Oskar Schlemmer— y el vestido —Lis Beyer, la única mujer entre los nombrados. No conocemos la identidad de la mujer sentada —probablemente sea la misma Beyer, aunque también podría ser Ise Gropius.
La última foto es Charlotte Perriand. De nuevo no le vemos la cara. No está sentada. Está de pie, torso desnudo, los brazos en alto y dominando el paisaje.
Un gobierno situado, un gobierno en el que quienes gobiernan se sitúan, que abierta y explícitamente declaran su posición y [...]
Paulo Tavares sostiene que debemos cuestionar radicalmente una de las presuposiciones que sostienen a la arquitectura moderna: que toda arquitectura [...]