Gobierno situado: habitar
Un gobierno situado, un gobierno en el que quienes gobiernan se sitúan, que abierta y explícitamente declaran su posición y [...]
23 abril, 2020
por Alejandro Hernández Gálvez | Twitter: otrootroblog | Instagram: otrootroblog
“Este libro contrasta una sociedad que es con una sociedad que podría ser. Por una parte, existe una vida en que las instituciones de la ciudad opulenta se emplean para encerrar a los hombres en la adolescencia aun cuando sean físicamente adultos. Por la otra, hay posibilidad de que la opulencia y las estructuras de una ciudad densa y desorganizada puedan estimular a los hombres a hacerse mutuamente más sensibles a medida que alcanzan la plenitud del crecimiento.”
El libro del que tomo el párrafo anterior, The Uses of Disorder. Personal Identity and City Life, fue escrito por Richard Sennett y publicado por primera vez en 1970 como una exploración y casi un manifiesto para quienes, como él mismo declara en la introducción, creen que “la libertad de aceptar y vivir en desorden representa la meta que esta generación —la de Sennett, que entonces tenía 27 años— se ha trazado de una forma vaga y poco concreta.”
En el 2006 Sennet publicó un artículo titulado The Open City. Ahí afirmaba que “el arte de diseñar ciudades ha declinado drásticamente a la mitad del siglo XX”, pues mientras “tenemos más recursos para usar que en el pasado, no se utilizan creativamente.” La razón era una gran falla: la sobredeterminación, “tanto de las formas visuales de la ciudad como de sus formas sociales.” Y agregaba: “Las tecnologías que hacen posible la experimentación, han sido subordinadas a un régimen de poder que quiere orden y control”.Para Sennett lo que le hace falta al urbanismo moderno es “el sentido del tiempo”, un sentido que “no tiene que ver con ver nostálgicamente hacia atrás”, sino con “entender la ciudad como un proceso”. La ciudad abierta es la respuesta a ese anquilosamiento urbano provocado por una voluntad de control excesivo, casi absoluto. Sennett se refiere a algunas de las ideas de Jane Jacobs y apuesta por una ciudad que no sólo acepte sino que propicie adaptaciones y adiciones a sus espacios y edificios construidos.
La editorial Verso ha publicado en estos días Designing Disorder. Experiments and Disruptions in the CIty, libro escrito por Sennett y el arquitecto Pablo Sendra. En la introducción, este nuevo libro se presenta como heredero de The Uses of Didorder. La primera parte es un texto de Sennett que sigue muy de cerca al publicado en el 2006 y citado más arriba. Sennett plantea que “la marca de una ciudad compleja, diversa y libre es que una persona pueda mirar hacia atrás y reflexionar que ‘la vida resultó distinta a lo que esperaba’”. Otra vez, el tiempo importa en la ciudad abierta. Pero, dirá más adelante, “no podemos hablar de libertad sin hablar de poder”. ¿Cuáles son las relaciones de poder que se enfrentan en una ciudad? ¿Quiénes las enfrentan o, más bien, a quiénes enfrentan? En la ciudad actual, distintas condicionantes sociales, políticas y económicas —de poder, pues— hacen que la ciudad no sea ese espacio de libertad y experimentación que en algún momento se soñó. O no para todos ni de igual manera. Sennett vuelve la mirada a Nápoles y sobre todo a la idea que de esa ciudad nos ofrecieron Walter Benjamin y Asja Lācis: una ciudad porosa, donde el espacio público y el privado se penetran uno a otro para construir un escenario urbano diverso, plural. De ahí los elementos que menciona Sennett, y sus características. Muros que no encierran sino que regulan nuevas relaciones entre el adentro y el afuera. Bordes que no delimitan sino que se ofrecen como zonas de intermediación. Y, además, formas incompletas —no por inacabadas sino por inacabables, y narrativas no lineales. El resultado de la interacción de estos elementos es un espacio democrático:
“Cuando la ciudad opera como un sistema abierto —incorporando los principios de porosidad del territorio, formas incompletas y desarrollo no lineal— se vuelve democrática no en un sentido legal, sino como experiencia táctil. En el pasado, al pensar en democracia se enfocaban temas de gobernanza formal; hoy, se enfoca la ciudadanía y temas de participación.”
A partir de las ideas planteadas por Sennett —fundamentalmente en The Uses of Disorder—, Sendra propone estrategias urbanas y arquitectónicas que permitan actuar en la ciudad construyendo redes y reforzando el municipalismo, dos maneras de resistir al poder y construir comunidades que “propongan formas alternativas de gobierno y planeación.” Estas estrategias sirven para diseñar el desorden, lo que podría parecer una contradicción, pero que, según lo que propone Sendra, se lograría mediante la construcción de infraestructuras para el desorden, que define como “intervenciones iniciales que crean condiciones para usos no planeados del espacio público, que son puntos de partida para un proceso continuo y abierto.” Estas infraestructuras deberían funcionar como “la suma de muchas piezas que pueden remplazarse, adaptarse, mejorarse” y, sobre todo, “compartirse y gestionarse de manera colectiva.” Además y, literalmente, sobre la infraestructura, Sendra propone “superficies que liguen lugares, ,personas y actividades que estén actualmente fragmentadas o aisladas. Conectar significa también —agrega— crear una sucesión de eventos, lugares, encuentros inesperados y actividades que proveen una experiencia narrativa y diversidad de situaciones.”
Algo en las propuestas de Sendra, a partir de su lectura de Sennett, hace pensar en otras formas de urbanismo y diseño urbano propuestas en los años 60 y 70. Archigram o Archizoom y Superstudio, Yona Friedman y su Ciudad espacial, o la Nueva Babilonia de Constant. O Cedric Price y su Fun Palace o su No-Plan, idea que ha sido cuestionada en tanto la promesa de una ciudad viva y efervescente parece no cumplirse cuando, ante la ausencia de un plan, el poder —fundamentalmente el económico— genera maneras desiguales de ocupar el espacio urbano. “El urbanismo sigue siendo un ejercicio del capital monopólico”, dice Sennett en la conversación que, al final del libro, sostiene con Sendra. El paradójico intento de diseñar el desorden se enfrenta así, como en muchas otras ocaciones en la historia de la ciudad y de las organizaciones sociales, al reto de lograr al mismo tiempo gestionar lo colectivo y lo común y resistir la concentración de poder y la imposición de jerarquías que le sigue.
Richard Sennett y Pablo Sendra, Designing Disorder. Experiments and Disruptions in the CIty, Verso, 2020.
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