Miguel Milá, una vida en el diseño (1931-2024)
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16 julio, 2023
por Lorenzo Díaz Campos | Twitter: @lorenzodiaz | Instagram: lorenzodiazcampos
Hijo de emigrantes alemanes, llegados a México justo antes de la Segunda Guerra Mundial, Diego Matthai siempre profesó su amor por México y su colorido, pero llevaba la disciplina y rigor que aprendió en casa.
Diego estudió Arquitectura en la Universidad Iberoamericana (UIA) entre 1961 y 1965 recibiendo su título, con mención honorífica, en 1966. Más adelante dio clases en la misma escuela después de que Mathías Goeritz lo invitara e impartió el curso de diseño básico de 1972 a 1979, periodo en el que permaneció cercano a Mathías hasta su muerte en 1990.
Diego y mi madre fueron cercanos, el primer letrero de la tienda de Grupo di en Altavista 160 lo realizó él usando su característico metal cromado y se lo regaló a María Aurora y Marta Elena. El letrero estuvo ahí hasta 1984 cuando la tienda se mudó al 119 de la misma avenida. En la tienda, que también vendía objetos, siempre estuvieron presentes sus famosos “bibelots”, los inconfundibles conos y pirámides cromadas, cajas para puros y lámparas metálicas llenas de perforaciones. Por supuesto su ya icónica silla “México” pasó por el catálogo que se ofrecía en la tienda. Su obra plástica forma parte de mi hogar y siempre ha estado presente.
En los años 70 Diego se alejó de la arquitectura y dedicó su vida al arte, creando estas piezas geométricas inconfundibles y manejando el metal de manera excepcional, podemos decir que su expresión era pop y unía su cosmopolita vida con el boom de la Zona Rosa y los artistas plásticos del movimiento cercano a los Hartos de Goeritz.
Polifacético fue dedicando de nuevo su vida a la arquitectura, pero su verdadera pasión eran los interiores. Defendió al interiorismo como una especialidad y buscó su difusión como una vertiente completa de la arquitectura. Fundador del capítulo México de la IIDA (Interior Design Association) mismo que presidió. Formó más de una asociación entorno al interiorismo y siempre estuvo interesado en su difusión y reconocimiento.
A principios de los años 90 recuerdo el lanzamiento de una colección de mobiliario en exclusiva para Grupo Di que Lili Nieto producía con todo el cuidado y detalle que Diego demandaba. Diseñó muebles también para Riviera y por supuesto piezas a la medida para sus clientes donde siempre buscaba incluir una de sus sillas “Director” o la ya clásica “México”
Diego instituyó un premio a su nombre que el mismo llamaba el “Matthaiaso”, un reconocimiento que, a título personal, entregó a lo largo de los años distinguiendo a 23 personajes notables del mundo de la cultura en México. Recibí ese premio de manos de Diego, a nombre de mi familia, cuando en 2004 se lo otorgó de manera Post- Mortem a mi Madre.
Diego siempre orbitó en la colonia Condesa donde tuvo su estudio por décadas. Hizo de las Lomas de Chapultepec su hogar y entre su estudio y su casa siempre recibía y organizaba a grupos de amigos, intelectuales y personajes del arte y la farándula. Era, sin duda un gran y riguroso anfitrión.
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