La importancia de ligar la vida cotidiana al espacio público
Las experiencias que conforman nuestro acercamiento al ámbito de lo público determinan las relaciones que establecemos con el otro y [...]
21 agosto, 2018
por Laura Sáenz | Twitter: vesper_tiine
“El arquitecto está condenado, por la propia naturaleza de su trabajo,
a ser con toda seguridad la única y última figura humanística de la sociedad contemporánea”
Umberto Eco, La estructura ausente.
La reciente premiación de La Bienal de Venecia 23, el pasado jueves 16 de agosto en la Colonia Juárez, entregó un claro retrato de los alcances de esta nueva mirada sobre el trabajo autogestivo. La exploración del diseño arquitectónico encontró un contexto propicio para la formulación de cuestionamientos acerca de su papel en la nueva generación de arquitectos mexicanos. Prueba de ello fue la diversidad de expresiones que surgieron alrededor del tema La Planta Arquitectónica. Más allá de los resultados, las 36 oficinas emergentes que participaron entregaron un proceso de análisis que condujo hacia las implicaciones de nuestra relación con la naturaleza y las respuestas que otorgamos, en distintos niveles, mediante concepciones arquitectónicas.
El ejercicio partió de la premisa de intervenir una forma de vida fotosintética y traducirla tanto en una pieza como en una planta arquitectónica, priorizando el peso discursivo mediante un texto. Este juego de palabras, muy poco inocente, permitió una lectura sobre las nuevas problemáticas e intereses que hoy dirigen a las oficinas jóvenes. Intereses que se alejan de la forma para rescatar un discurso interdisciplinar, multiescalar y que parte de criterios básicos de sostenibilidad; donde el descontento sobre los modelos de ciudad y una arquitectura obsoleta no pretenden perpetuarse.
Dichos signos generacionales, como lo denomina Pablo Goldin, curador invitado de la muestra, permitieron agrupar las diversas formas de abordaje del ejercicio en tres tendencias. Por un lado, la manipulación de la planta como un objeto plástico, adquiere una escala distinta y se convierte en elemento arquitectónico que configura espacios. Por otro lado, se plantearon estructuras que replicaban las formas orgánicas propias de la planta vegetal, y por último, la reflexión se desarrolló desde un habitáculo, ya fuese para cuidar la planta vegetal o para contenerla.
La Bienal, organizada por OPERADORA, Proyectos ninguém, Ana Nuño de Buen y Luís Young, contó con un jurado integrado por Fernanda Canales, Jimena Hogrebe, Tonatiuh Martínez y Max Von Werz. Quienes establecieron mención honoríficas a Lanza Atelier, TAP y Diego Rodríguez + Alberto Bolaños. Mientras que los tres primeros puestos fueron otorgados a: Roberto Michelsen + Jardín (Primer puesto), Taller 2M (Segundo puesto) y TOKA (Tercer puesto). Aunque la muestra inicial se desplegó en la calle Venecia 23, pasará a ARCHIVO donde permanecerá desde el 21 de agosto al 1 de septiembre.
¿Cuáles son las distinciones que se perciben en esta generación?Dentro del criterio de selección inicial de la convocatoria, no fue tomada en cuenta la trayectoria de cada participante o sus obras construidas, lo que tuvo peso fue la capacidad de respuesta ante este ejercicio. No solamente porque a la edad media de los participantes esta sería una exigencia absurda, sino porque el planteamiento de La Bienal se comportó como una estrategia inclusiva de estos colectivos que empiezan a impartir unos valores distintos sobre la arquitectura y que se abren camino como una comunidad que se cohesiona para comunicarse libremente.
Las implicaciones de abrir su propia oficina hoy en día con tanta determinación y confianza en que una red coetánea las soporta, es el resultado de dinámicas en donde la formación interdisciplinar y autogestiva va permitiendo esa flexibilidad. Son oficinas que se enfrentan con versatilidad y no esperan ser incluidas a un sistema establecido, generando eventos al margen de lo oficial y permeando una movida urbana de total relevancia.
Incluso, dentro de las rupturas cada vez más evidentes de este momento se encuentran modos de representación propios; cambian los modos de comunicación y cambia el modelo de arquitecto. Tirando del hilo al concepto Generación Post Digital, planteado por Goldin en entrevista para Arquine, éste se convierte en una interpretación de la Amenaza Fantasma que se apropia de la disciplina. Referencia que adopta técnicas de representación post digital como respuesta a la multiplicidad de canales de difusión. Se posiciona, entonces, como una nueva generación que no espera a que el sistema la legitime, y será ella misma quien busque los mecanismos para aparecer en escena, sacándole el máximo provecho al auge de nuevas plataformas que impulsan iniciativas y conceden espacios de exhibición receptivos a sus propuestas.
La autonomía ganada por estos colectivos de arquitectos ha producido perfiles que evocan la declaración de Eco, donde el relevo generacional imparte otras maneras de hacer arquitectura y se concebir el trabajo colectivo. A través de eventos como La Bienal de Venecia 23, esta nueva generación forja su voz. Una voz con un tinte social y ambiental más contundente, donde los circuitos de galerías y las plataformas tecnológicas se convierten en aliados. Aunque los retos no dejan de ser menores, el panorama es positivo y alentador para las nuevas asociaciones que puedan germinar, y no deja de ser crucial la asertividad de estos espacios durante las etapas de gestación de estos nuevos movimientos, ya que se convierten en conexiones fundamentales en la formación de los nuevos arquitectos latinoamericanos.
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