Francisco Covarrubias Gaitán (1944–2022)
Francisco Covarrubias (1944–2022), arquitecto y maestro en urbanismo por la UNAM, fue Director del Programa Universitario de Estudios para la [...]
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¡Felices fiestas!
26 febrero, 2015
por Félix Sánchez | Twitter: F_pesci
Una definición elemental de ciudad: conjunto de calles y edificios que la componen. La población de una ciudad puede variar entre miles hasta una decena de millones de habitantes. Las ciudades metropolitanas, cuyo futuro resplandece, son las áreas más densamente pobladas del mundo. Otra definición básica es el concepto de densidad: número de habitantes por unidad de superficie; acumulación de gran cantidad de elementos o individuos en un espacio determinado.
Planteo aquí cinco ejemplos de densidad aplicada de manera muy diferente. El primer caso, en Pennsylvania, es el famoso conjunto suburbano llamado Levittown, realizado entre 1952 y 1958 para una población de 52,800 habitantes, construido solo de casas individuales (17,311 de ellas con 3 habitantes en promedio) y que consumió 2,600 hectáreas, generando una densidad total de 20 Habitantes por hectárea, esto es 6.5 casas. El famoso sociólogo Herbert H. Gans realizó sendos estudios convertidos en libros de texto en las aulas del urbanismo americano; como Urban Villager o Levittowners, que son clásicos de la sociología urbana. Ejemplo suburbial homogéneo. Quizá por el cambio del mundo cambie la manera de hacer más densa suburbia —si no se acaba la tierra, que es un recurso escaso.
El segundo caso CO OP City en Nueva York se empezó en 1973 y generó un conjunto de 15,382 viviendas para alojar a 60,000 habitantes en 120 hectáreas brutas a razón de 128 viviendas por hectárea; es decir, 500 habitantes. El conjunto privilegió los edificios altos con 31 torres de 24 a 33 pisos y solo 236 casas de tres pisos. Ha funcionado pero no como “melting pot”; sin embargo, resulta interesante ver que está vivo y se observan hoy día muy pocos departamentos desocupados. Este es en los Estados Unidos quizá el ejemplo más grande de un desarrollo casi de golpe —instant city— que demanda el paso del tiempo para el acoplamiento entre entorno y habitante; entre el yo y los otros.
El tercer caso, para erradicar parte de la herradura de tugurios existente en la ciudad de México, cercano al Centro Histórico de la gran ciudad se construyó entre 1959 y 1964 el conjunto Nonoalco Tlaltelolco: 102 edificios con 24 tipos diferentes de viviendas y con 4 y 5 niveles, de 8 a 14 y torres de 22. El suelo que se consumió tiene una superficie de 77 hectáreas para alojar a 70,000 habitantes. Se generó una densidad bruta de 930 habitantes por hectárea; es decir 155 viviendas. La familia promedio en ese tiempo era de 6 miembros. Este proyecto es la más grande intervención en un solo terreno. Hoy no se podría realizar y sin embargo pienso que estos planteamientos urbanísticos tan diferentes han pasado la prueba del tiempo. Me parece que el más exitoso es el ejemplo mexicano, entre otros factores por su ubicación estratégica con respecto a la ciudad —location, location, location— y accesibilidad a las fuentes de trabajo, por la variedad de tipologías, el equipamiento citadino propuesto y el espacio abierto público existente.
Aunque el conjunto tiene la carga negativa de la matanza de los estudiantes del 68 y sufrió el colapso varios edificios con el temblor de 1985, como el Nuevo León, sigue siendo apetecible vivir ahí. Al caminarlo se siente uno seguro y casi no observa anuncios de venta, renta o departamentos vacíos. La crítica que haría se refiere a la alta densidad y a la aglomeración de tantos edificios, que con el problema de subsuelo en la ciudad México trae aparejados altísimos costos de mantenimiento. De hecho, después del temblor se demolieron varios edificios y se tuvo que reestructurar el resto con dinero a fondo perdido. En este sentido, quizás estas densidades de 900 habitantes o más funcionarían mejor con torres aisladas, en ubicaciones estratégicas de la ciudad. Dicho esto, también debemos reconocer el avance en la tecnología de las estructuras y las cimentaciones: el sismo del 85 ha obligado a responder con seriedad a los problemas del crecimiento provocado por edificios en altura para densificar ciertas áreas codiciadas de la ciudad cuyo crecimiento parece imparable.
El cuarto caso es un análisis que realizamos en la oficina para medir la densidad real de la Hipódromo Condesa: el nuevo Soho de la ciudad. Este pedazo de ciudad cubre a nuestro entender todas las necesidades de la ciudad central: accesible e incluyente al ofrecer un amplio abanico de estratos sociales, en la calle todos nos mezclamos y gozamos de un aire de anonimato y heterogeneidad que son las claves en la calidad de vida que deben ofrecer las ciudades del nuevo siglo.
Delimitamos el Parque México con el circuito de la calle Amsterdam —antiguo hipódromo— hasta la mitad de la calle de Nuevo León en el poniente, Insurgentes al oriente, Álvaro Obregón y Yucatán al norte y al sur con la calle de Campeche. Se generaron los siguientes datos: población total 7,280 habitantes; superficie 48.5 hectáreas, densidad neta 364 habitantes por hectárea y densidad bruta 176 habitantes por hectárea. El 15% del suelo es espacio abierto público, 37% son vialidades y banquetas y sólo el 48% está edificado.
La comparación interesante es observar la densidad bruta: 176 habitantes por hectárea, en ciertas zonas muy similar a Barcelona (199), París (214) o a Medellín (221), por citar algunas. La ciudad de México, según señala Seduvi, tiene una densidad de 155 habitantes por hectárea, con algunas zonas que llegan a los 342. Nueva York tiene zonas de 450. Para dar otra visión, en Londres, una de las ciudades más cosmopolitas del mundo,el barrio muy apetecible de Kensigton/Chelsea tiene una densidad de 133 habitantes por hectárea.
El quinto caso es un análisis de lo que pasa al contar con 36 departamentos de 5 niveles. Lo que pasa es que generamos una densidad bruta de 330 viviendas por hectárea —480 de densidad neta. Si pensamos que 400 metros es lo caminable fácilmente por todos, podemos abarcar 16 hectáreas con 5,280 viviendas en total, es decir, entre 16,000 y 21,000 habitantes. En un esquema central podemos pensar en 4 núcleos alrededor de un sub-centro de servicios, equipamiento y espacio abierto totalmente caminable y accesible. Tendríamos un segmento de ciudad de cerca de 80,000 habitantes en un espacio no mayor a 70 hectáreas totales disfrutables a pie.
La gran ciudad sigue y seguirá siendo el mejor lugar para vivir. Son claras las ventajas socioeconómicas que ofrecen las grandes metrópolis. Apostemos por ciudades para los ciudadanos. Apostemos por la vivienda integrada, diversa, no excluyente ni displicente. A la ciudad le conviene tener barrios renovados, que promuevan el derecho al diseño y la seguridad. Gente viva en la calle viva. Es un hecho: la ciudad se gana calle a calle. Debemos tener un futuro deseado, un nuevo paradigma de inclusión, una utopía, si se quiere, donde la ciudad y la gente sean los actores. Debemos volver a la arquitectura y al urbanismo del beneficio colectivo. La ciudad sigue siendo el mejor lugar para vivir. La vivienda debería estar social y culturalmente orientada. Una buena ciudad siempre será mejor que una buena casa.
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