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De calles, casas y cercos a trenes, torres y troncos

De calles, casas y cercos a trenes, torres y troncos

22 febrero, 2014
por Félix Sánchez | Twitter: F_pesci

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El pasado jueves 20 de febrero del presente, en el Museo el Eco —fantástica demostración de la fuerza de la arquitectura emocional de Mathias Goeritz— se presentó el libro de AT 103 (Francisco Pardo y Julio Amezcua) La arquitectura (no) importa, editado por Arquine. La convocatoria excelente: lleno de gente ávida de convivir con colegas, muchos jóvenes y el mezcal a la altura de la mesa redonda. De hecho algunos de los ponentes apresuraron el trago para  soltar la palabra. En la mesa moderada por Alejandro Hernández participamos: Axel Arañó, José Castillo, Ana Elena Mallet, Arturo Ortiz Struck, y este tecleador junto con los autores ya mencionados.

Bueno, cada cual dijo su parte y en general bien dicha, pero José Castillo hizo un juego de semiótica que me gustó mucho. Tradujo el título al inglés Architecture Matters ( importa) pero que también significa: materia, asunto, razón, causa, contenido, cosas que se relacionan con el material para edificar, pero también qué mensaje o asunto queremos difundir. Me parece que la clave es cómo hacer una vivienda en la ciudad que goce de privacidad y comunidad, que goce de variedad y disfrute de la luz. En fin me puso a girar la mente y digamos que pensé lo siguiente con relación al libro: la arquitectura (no) importa y en este caso del libro y proyecto del que hablamos, es cierto: no importa… esquemas clásicos y estereotipados de la vivienda… no importan imágenes preconcebidas… no importa un prototipo… no importa un modelo de apilar bloques sin ton ni son.

En cambio la Arquitectura (sí) importanuevos modos de vida… sí importa la tolerancia… sí importa la variedad… sí importa nuevas maneras de entrelazar la arquitectura.

En fin. El proyecto ofrece una opción para vivir dentro de la ciudad, en un esquema de densidad y heterogeneidad que facilita la movilidad dentro de ella.  Justo vino a mi memoria la visión del arquitecto futurista italiano Antonio Sant’Elia, que hace cien años dijo “…debemos inventar y reconstruir ex novo nuestra moderna ciudad como un inmenso y tumultuoso astillero, activo, móvil y dinámico por doquier y el edificio moderno como una máquina gigantesca. Los ascensores ya no deben ocultarse como solitarios gusanos en los pozos de escalera, pero las escaleras —hoy inútiles— deben ser abolidas y los ascensores han de recubrir las fachadas como serpientes de cristal y hierro. La casa de hormigón, hierro y vidrio, sin ornamentos tallados o pintados, rica tan sólo en la belleza inherente de sus líneas y con un modelado extraordinariamente tosco en su simplicidad mecánica, tan grande como dicten sus necesidades y no sólo hasta el límite que permitan las ordenanzas, debe elevarse desde el borde de un abismo tumultuoso: la calle que, en sí, ya no se extiende como una alfombrilla al nivel de los umbrales, sino que hunde profundamente las plantas de edificación en la tierra, concentrando el tráfico de la metrópolis organizado para las necesarias transferencias a pasarelas metálicas y bandas transportadoras de alta velocidad.” (1)

Para contextualizar la cita relato la metáfora alucinante del arquitecto Indio–Americano Vishaan Chakrabarti, Director del Center for Urban Estate (CURE) de la Universidad de Columbia en NY, donde apunta lo siguiente: la ciudad en el siglo pasado estuvo concebida con las 3 H: Highways, Houses, Hedges, traducido el español como: Calles, Casas, Cercos, y señala que la ciudad del siglo XXI será de: Trains, Towers, Trees. En español, para que rime, Trenes, Torres, Troncos, que serán árboles y convivirán en un edificio multipropósito. 

La ciudad seguirá cambiando, es el mejor invento del hombre y nosotros tenemos que estar a la altura de un nuevo mundo.

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(1) Cita textual sacada del libro Historia Crítica de la Arquitectura moderna de Kenneth Frampton, Editorial Gustavo Gili, 1980-

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