Sobre Antonin Raymond y su paso por México
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10 abril, 2015
por Juan Manuel Heredia | Twitter: guk_camello
Dalibor Vesely en 2013 (foto de Valerie Bennet, tomado de la página web de la Architectural Association).
Dalibor Vesely ejerció una de las influencias más profundas y a la vez más silenciosas en el pensamiento arquitectónico contemporáneo. Maestro de generaciones de arquitectos, teóricos e historiadores su influencia se dio más en las aulas y los talleres que mediante sus escritos. Nacido en Praga en 1934, Vesely se formó como arquitecto bajo la tutela de los maestros del movimiento moderno checo: Josef Havlicek, Karel Honzik y Jaroslav Fragner. Estudió historia e historia del arte en Múnich siendo alumno de Hans Sedlmayr, Hermann Bauer y Ernesto Grassi. De los dos primeros adquirió una particular pasión por la arquitectura barroca, mientras que a través del tercero se adentró en el estudio de la tradición humanista europea. Su afición por la filosofía lo llevó a acercarse a Jan Patocka —filósofo checo discípulo de Martin Heidegger y Edmund Husserl— quien lo introdujo en la fenomenología y en especial en el problema de la corporalidad y el movimiento humanos. Sus otras grandes influencias filosóficas fueron Hans-Georg Gadamer y Paul Ricoeur quienes redirigieron sus intereses hacia la hermenéutica y con quienes mantuvo comunicación a lo largo de varias décadas.
La ocupación soviética de Checoslovaquia llevó a Vesely a exiliarse en Inglaterra en donde continuó su formación arquitectónica bajo la guía de James Stirling. Su precoz erudición captó inmediatamente la atención de Joseph Rykwert, quien lo llamó para colaborar en un nuevo posgrado en Teoría e Historia de la Arquitectura en la Universidad de Essex que se haría legendario. Juntos, Rykwert y Vesely, hicieron una mancuerna que tan solo en sus primeros años formó a gente de la talla de Alberto Pérez Gómez, Daniel Libeskind, Robin Evans, Mohsen Mostafavi y David Leatherbarrow. En Londres, Vesely también fue parte del profesorado del Architectural Association (AA) en los años clásicos en que esa escuela era dirigida por Alvin Boyarsky. En efecto, Vesely no fue solo un notable profesor de teoría sino también un admirado profesor de proyectos. Sus talleres se caracterizaron por un fuerte énfasis en la dimensión topológica y cultural de la arquitectura y en las posibilidades de la representación más allá de convenciones gráficas y perspectivas. Este doble interés por la teoría y el diseño constituyó una experiencia que enriqueció en ambas direcciones su labor docente. Una vez disuelto el programa de Essex, Vesely se trasladó a Cambridge, universidad que lo acogió durante muchos años y en donde continuó su fructífera carrera al lado de nuevos colegas, especialmente de Peter Carl.
“Edificio político”, proyecto escolar de Eric Parry en el taller de Dalibor Vesely y Mohsen Mostafavi en el Architectural Association 1978-1981 (tomado de Architecture and Continuity [Londres: Architectural Association, 1982]).
Quizá la manifestación más obvia del largo alcance de Vesely en la cultura arquitectónica contemporánea esté encarnada en la figura de Mohsen Mostafavi, quien de ser su alumno en Essex se convirtió en su mancuerna en la AA, para luego dirigir esa institución y hoy en día encabezar la escuela de diseño de Harvard. En los Estados Unidos, Vesely mismo tuvo una importante presencia especialmente en la Universidad de Pensilvania. Sin embargo su pensamiento no tuvo gran difusión o inclusive aceptación en ese país, dominado como generalmente sucede por discursos auto-comprendidos como críticos pero muchas veces de poca profundidad, relevancia o pertinencia. A pesar de esto su influencia fue reconocida en el corazón mismo de la “costa este” norteamericana por gente de su propia generación, especialmente por Kenneth Frampton.[1] La otra razón de su poca popularidad fuera e inclusive dentro de Inglaterra tiene que ver con su relativamente escasa producción literaria. Dos textos programáticos publicados en la década de los ochenta[2] y muchos otros dispersos en revistas y libros, y otros tantos inéditos, merecen sin embargo una compilación y edición crítica, por no mencionar su traducción al castellano. Su único libro, Architecture in the Age of Divided Representation, apareció tan solo en 2004 después de décadas de espera y especulación por parte de seguidores y detractores. Fue tan anticipada su aparición que la reseña aparecida en la revista británica Architectural Review llevó como título “Vesely, al fin”. A pesar de los elogios a su erudito resumen histórico y a su diagnóstico de la modernidad (especialmente en los temas relativos a la génesis de la perspectiva y sus implicaciones dentro de la arquitectura), la parte más importante del libro es su disertación sobre el “espacio comunicativo”. En ese capítulo Vesely —destilando toda el bagaje intelectual adquirido durante décadas de aprendizaje, diálogo y enseñanza— describe con mano maestra la sutil correlación entre fisonomía y orientación, entre articulación expresiva y corporalidad tectónica, en la ideación, percepción y experiencia de los edificios. Asimismo, su discusión sobre el concepto de “fragmento” en el arte y la arquitectura de vanguardia —producto parcial de su propia formación al interior del movimiento moderno checo— constituyen una gran inspiración para académicos y arquitectos en activo.
Izquierda: Architecture in the Age of Divided Representation: the Question of Creativity in the Shadow of Production [Cambridge, Mass: MIT Press, 2004). Derecha, “Surrealism and Architecture,” número especial de Architectural Design (Londres 1978).
Conocí a Dalibor Vesely en Filadelfia en el año 2000. Antes de eso, en México, un par de amigos con intereses comunes y yo ya sabíamos de él a través de referencias en textos, en especial el libro de Alberto Pérez-Gómez La Génesis y Superación del Funcionalismo en Arquitectura —que de hecho desarrolla a su manera y para el público de habla hispana (especialmente el mexicano) algunos de los temas centrales de su pensamiento. Por varios años Vesely fue un visitante recurrente de la Universidad de Pensilvania hasta que en 2003 su alumno —y mi profesor en aquel entonces— David Leatherbarrow formalizó su presencia en esa universidad con el fin de que impartiera seminarios anuales a estudiantes de maestría y de doctorado. La mayor parte de sus seminarios tenían lugar en la sección de libros antiguos de la venerable biblioteca de la escuela, entre muros saturados de incunables y otros tesoros bibliográficos. Ojos periódicamente cerrados, súbitos movimientos de cabeza, expresivos gestos corporales, un fuerte pero melódico acento y una erre alargada especialmente aplicada a la palabra probably, eran manifestaciones externas de un lenguaje atrapado en el acto mismo de pensar y cuestionar. Dalibor Vesely falleció la semana pasada antes de que un reconocimiento global pudiera haberle hecho mayor justicia a su contribución a la cultura arquitectónica de las últimas cinco décadas. Fuera de los homenajes que seguramente vendrán, quedará su obra y la de aquellos alumnos, seguidores y escuelas en los que su pensamiento se continúa y se transforma. En lo personal —y entre otras cosas— me quedo con el aspecto más optimista de su obra: la firme creencia de que la arquitectura es una de las disciplinas que otorga —o debería otorgar— una buena dosis de sanidad mental en medio del nihilismo contemporáneo.
Dalibor Vesely en su conferencia de 1976 en la AA, “Arquitectura, la enfermedad incurable” (Tomado de la página de la Architectural Association).
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[1] Las deudas intelectuales de Frampton reconocidas en los “agradecimientos” de su “Historia Crítica de la Arquitectura Moderna” representan un verdadero resumen de las principales posturas teóricas en los años sesenta y setenta. Kenneth Frampton, Modern Architecture: a Critical History (Nueva York y Londres: Thames and Hudson, 1980).
[2] Dalibor Vesely, “Architecture and the Conflict of Representation” en AA Files 8 (Enero de 1985), y “Architecture and the Poetics of Representation”, en Daidalos 25 (Septiembre 1987).
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