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Columnas

Cuba en el diseño

Cuba en el diseño

14 octubre, 2019
por Andrea Griborio | Twitter: andrea_griborio | Instagram: andremonida

Se dice que la Revolución Cubana utilizó el diseño como herramienta de cambio social. Sin lugar a duda, la arquitectura y el diseño de la isla caribeña, en los años que siguieron al triunfo de la Revolución en 1959, fueron parte de la pauta ideológica que veía en el ámbito de la construcción, el mobiliario y la iconografía una poderosa herramienta que podía propiciar la equidad y defender ese ideal de una sociedad sin clases que pregonaban. Temas como la educación, la identidad nacional, la tradición y la vanguardia, la influencia escandinava y el arte pop, entretenimiento e internacionalización y el diseño de bienestar social, son los que se exploran en la exposición Cuba: la singularidad del diseño que se inauguró en el Museo de Arte Moderno este mes y que aprovecha los 500 años de la fundación de La Habana.

Los años sesenta y la Revolución parecían el escenario perfecto para que numerosos artistas, diseñadores y arquitectos se sintieran empoderados para ser los ejecutores de las transformaciones prometidas. Es así como surgen gran parte de los proyectos que alberga la muestra, estos son el resultado material de la convicción de aquellos que creyeron en la transformación social de un territorio. Destaca el proyecto educativo, una de las prioridades de la Revolución, donde encontramos la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos en la Sierra Maestra, donde se planeó como un lugar que incluyó desde las aulas rurales hasta las habitaciones para los maestros y un zoológico, con mobiliario diseñado por Clara Porset con materiales locales y de bajo coste. Este proyecto, era similar al aula rural que diseñó en México Pedro Ramírez Vázquez, concebido para multiplicarse en otros países y adaptado en Cuba a sus condiciones locales de clima y manufactura. Un caso singular es el complejo desarrollado para las Escuelas de Arte que integró el trabajo de los arquitectos Ricardo Porro, Roberto Gottardi y Vittorio Garatti. Un antiguo campo de golf expropiado por la Revolución a las viejas burguesías para dar lugar a las escuelas de arte, quizás el más singular y destacable ejemplo de arquitectura moderna construido en Cuba en este período, todavía hoy, una ruina moderna de gran valor arquitectónico y espacial. 

La Revolución entendió que la clave para transmitir su mensaje a toda una población, en su mayoría analfabeta, se encontraba también en la estrategia de comunicación visual empleada. Es así como la muestra reúne imágenes gráficas de ese grupo importante de artistas que produjeron la iconografía por la cual Cuba y la Revolución serían reconocidas. Imágenes precisas en su contenido, de fácil y barata reproducción y con el uso de muy poco texto, muchas de ellas irónicamente tan reproducidas como las más famosas imágenes de Warhol. Este lenguaje de economía y simplicidad, también presente en el mobiliario escandinavo que se estaba reproduciendo para la época es el que se encuentran en muchos de los diseños realizados en Cuba: contraenchapados, ensambles y empacados prácticos que no sólo llegaron a la isla, sino también a los países más vanguardistas del momento. Como cierre, la muestra ahonda en los diseños cubanos para el bienestar social, analizando los diferentes sistemas creados para la democratización de los servicios, por ejemplo, el sistema de salud cubano un referente que ha permitido exportar médicos a otros países cercanos ideológicamente, o los organopónicos, surgidos a partir de los noventa como estrategia para el abastecimiento de comida de las ciudades y que podría verse como un antecesor de la reivindicación de lo rural que la crisis climática y otros problemas de las urbes contemporáneas parecen colocar sobre la mesa. 

Quizás ese buen diseño cubano que la muestra reúne, no es más que el producto de una época donde las vanguardias se expandían de modo viral, cargadas del espíritu de industrialización y eficiencia del momento, que había descubierto la virtud de la utilidad del diseño, contaminando todo un continente en expansión y desarrollo. La muy conocida Revolución más bien supo encontrar su capacidad para fabricar y distribuir un discurso, con algunos aciertos gráficos, de mobiliario y arquitectónicos, resultados de un momento que se detuvo en el tiempo. Sesenta años después, los cubanos siguen buscando reinventarse. Hablar de lo singular de su diseño hoy, es reconocer sus limitaciones y ese entorno ruinoso en el que viven, desde las glorias y esperanzas de una Revolución congelada en el tiempo. 

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